Un fiscal picaflor

Las flores siempre han tenido connotaciones sexuales. Recordemos la segunda acepción del término desflorar en el diccionario de la RAE: desvirgar.

Las flores son, muestran, significan, enseñan; sin alegorías y sin metáforas, la flor es genital, es sexualidad; son vaginas abiertas en feliz expresión de Georgia O’Keeffe. Son una constante en la poesía erótica.

A quién puede extrañar entonces que uno de los fiscales anticorrupción haya mantenido presuntamente una relación muy estrecha con la hasta ahora abogada de Pablo Iglesias y de Dina Bousselham, de nombre –precisamente– Marta Flor. ¡Cómo resistirse a la tentación con ese apelativo tan provocativo y evocador de placeres!

En fin, si de la ironía descendemos a la triste realidad, nos encontramos con un cuadro demoledor y de difícil parangón en nuestro entorno. 

Por hacer el cuento corto, recordemos que Dina es una politóloga marroquí, que fue asistente de Iglesias en Bruselas, con la que se le relacionó sentimentalmente después de su ruptura con Tania Sánchez.

A Dina le roban el móvil en un centro comercial, denuncia el robo y meses después, en el registro de la casa del comisario Villarejo, aparece en un disco duro una copia de la tarjeta que contiene fotos íntimas de Dina y la famosa frase de Iglesias sobre Mariló Montero: «La azotaría hasta que sangrase». Lo cierto es que Pablo se persona en la causa como perjudicado y ambos comparten a Marta Flor como abogada. 

Cuando el juez García-Castellón descubre que la tarjeta estaba en poder de Iglesias y que, antes de devolvérsela a Dina, la había deteriorado hasta hacerla inservible, le retira la condición de perjudicado y prohíbe que comparta abogada con su exasesora. Marta Flor sigue defendiendo a Dina, y Pablo nombra otro abogado.

Quizá para que Dina dulcifique su versión sobre la tarjeta y no le complique la vida, Pablo pone a Dina al frente de un portal digital de Podemos siguiendo la inveterada práctica vigente ya desde el franquismo aunque adaptada a los tiempos: piso por portal, eso sí, digital. 

Este es, en líneas generales, el relato de este «reality».

Con el segundo de ellos, Marta Flor mantiene –según los mensajes que se cruzan– una relación tan sensible que puede acabar en boda y, gracias a ella, tiene información privilegiada. Al caso son asignados los fiscales anticorrupción Serrano y Stampa. 

 ¿Habrá sanciones? Seguro que no. Recordemos que, para la jefa de los fiscales, la información vaginal es éxito asegurado. 

¿Habrá cosa más aterradora que un fiscal que liba la flor del ramo procesal del que forma parte? 

Pero lo importante es que el juez García-Castellón tiene la oportunidad de librarnos del psicópata Iglesias, calificativo con el que se autodefine.



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