Compareció pero no convenció. Fin de la cita

El pasado día 1º de agosto, los palmeros peperos, previamente advertidos y aleccionados por el maestro de ceremonias Floriano, se ganaron el sueldo en “A”. Aunque sacrificaron un día de sus vacaciones pagadas que a todos les fastidió, nadie mostró la más mínima queja porque luego todo se sabe. La estrategia arriolana aconsejó que la comparecencia presidencial se celebrase en la citada fecha,  motivada porque la mitad de los españoles que todavía tienen trabajo iniciaban sus vacaciones, y la  otra mitad regresaba por haber agotado las suyas con el consiguiente cabreo que les impide pensar. Nada nuevo, en definitiva las mismas tretas de siempre que al parecer continúan surtiendo efecto y justifican la abultada retribución del eterno asesoror heredado de los tiempos de Aznar. 

     Resulta patético que Mariano Rajoy se vea forzado por la oposición a acudir al Parlamento para declarar que “es inocente”, reconocer haber sido engañado por el ex tesorero  Luis Barcenas y negar la financiación ilegal de su partido, algo que ocurre desde la noche de los tiempos y no solo en la formación conservadora.

      Si un presidente es conocedor de que su tesorero está imputado en un proceso judicial por demostrada evasión de millones de euros, su primera  actuación, con escándalo incluido, tendría que haber sido la inmediata expulsión del partido y denunciarlo ante los tribunales, pero jamás ocultarlo y encima, enviarle mensajes de aliento al presunto facineroso.

     Para muchos diputados pasó desapercibido el prolongado silencio intencionado, efectuado por la presidenta de UPyD, Rosa Diez, intentando añadir más inquietud y dramatismo a su intervención, tras plantear sus 20 acertadas y directas preguntas. Solo el presidente del Congreso, Jesús Posadas, se percató de la artimaña, instando a la diputada a que continuase con su exposición, advirtiéndole con la disculpa de que el tiempo correría en su contra, cuando en realidad lo pretendido era evitarle mayor tensión al presidente del Gobierno que lo estaba pasando muy mal.

     Rajoy, experto y buen parlamentario, ha mejorado  sus intervenciones en general. Se mueve con más soltura y naturalidad en la tribuna, vocaliza mejor y utiliza incluso inflexiones de voz que restan monotonía a su no excesivamente brillante oratoria. Viste con estilo clásico pero discreto y adecuado.. Comete el mismo fallo que la mayoría de los políticos españoles, consistente en leer demasiado durante los discursos pronunciados, lo cual causa muy mal efecto. Al auditorio hay que mirarle a los ojos para dar sensación de que el orador cree en lo que está diciendo, aun que sea una solemne mentira como ocurre en muchos casos. La falta de seguridad se origina porque dichos discursos, salvo raras excepciones, son escritos por sus asesores, algo que no ocurre cuando se es el autor.

     No obstante y al margen de estas cuestionables apreciaciones, Rajoy dio la cara pero no convenció porque en esta ocasión, la más problemática de su carrera política, las acusaciones eran muy fuertes y no desaparecen al golpe de retórica parlamentaria y menos  pronunciando un “me equivoqué”. "Palabras y justificaciones a montones, pero pruebas y argumentos verosímiles, prácticamente ninguno" (fin de la cita). 

     Que Rajoy continúe negándolo todo, incluso hasta ciertas evidencias, dada la complejidad del tema, puede entenderse aunque no justificarse. Posiblemente sea su única opción, puesto que ante  el más mínimo desliz en temas básicos,  como asumir la financiación irregular o sobresueldos, le obligaría a presentar la dimisión irrevocable o la convocatoria de  elecciones generales inmediatas. Las duras críticas de la prensa internacional, unida a la inadmisible metedura de pata del intercambio de SMS con Barcenas, han desprestigiado  su imagen considerablemente.

     Podría tolerarse e incluso reconocer que el comportamiento del PSOE y restantes grupos de la oposición, fue excesivamente agresivo con el jefe del Ejecutivo, pero no es menos cierto que España merezca ser gobernada por un presidente que para el 72% de los ciudadanos  no dice la verdad, el 52% de sus votantes desconfían de su sinceridad y un el 68% manifieste que el presidente rompió su relación con Barcenas, cuando este comenzó a filtrar información a los medios.

     Cuando alguien está convencido de su inocencia, no alberga la menor duda en acudir al Congreso ni en convocar cuantas ruedas de prensa sean necesarias con todos los medios y sin excluir a ninguno, para contar y contestar a todas las preguntas, zanjar cualquier desconfianza y presentar las correspondientes querellas contra aquellos que pretendan atentar contra su honorabilidad y honradez. Digan lo que digan sus corifeos políticos y mediáticos, la comparecencia en el Senado de Rajoy podría ser calificada de mil maneras menos de “voluntaria”.

     Al parecer no hay nada probado ni denunciado, pero bien haría el Gobierno del PP en no caer en la tentación de ordenar seguimientos y otras zarandajas al director del Diario El Mundo con cargo al bolsillo de los españoles. Si tan sucias prácticas fuesen reales y llegaran a demostrarse, no solo acabarían con Rajoy, sino que podrían provocar la desaparición del partido…

     Cuanto más abuse el PP de su mayoría absoluta para desactivar e impedir iniciativas de la oposición, tendentes a averiguar y evaluar lo ocurrido, mayor será la desafección y desconfianza de los votantes, militantes  y simpatizantes hacia el Partido Popular y sus dirigentes.

     Rajoy está comprobando que la posibilidad de gobernar una segunda legislatura cada vez está más lejana y eso es algo que, comprensiblemente, le amarga la existencia. No lograr lo alcanzado por el inane Zapatero, casi  ocho años en la Moncloa,  catalogado como el peor presidente de la democracia, le dejaría en muy mal lugar pasando a la historia como "Mariano el Breve". Todavía queda mucho tiempo para las próximas elecciones generales, y la situación de la oposición, al menos por el momento continúa siendo francamente penosa. Tal como está de enrarecido el ambiente, puede ocurrir de todo y nada aconseja pensar que tengamos un verano tranquilo…

     Sigue sin aclararse, como y de donde afloró la cuantiosa fortuna amasada por el habilidoso ex tesorero. Nada se sabe tampoco si tales riquezas pertenecen en exclusiva a L.B. o son un grupo sus propietarios cuyos nombres se desconocen por el momento. ¿Existen otras cantidades en nuevos paraisos fiscales y a nombre de terceras personas?, ¿Podría haber actuado presuntamente el ex gerente y senador como testaferro del PP? El rosario de incognitas a despejar, continúa siendo inmenso...Todo parece indicar que estamos en el comienzo. Según comentarios de viejos militantes de Alianza Popular, en la época de Fraga ya había quien colaboraba con el partido entregando cantidades ensobradas conteniendo efectivo para colaborar con la cáusa y nadie se rasgaba las vestiduras.....



Dejar un comentario

captcha