“Tengo el corazón mirando al sur”

Es la letra de uno de los tangos más bellos e inolvidables… Y hoy es, además, una realidad plena de tensión humana, de solícita inquietud, de resuelta actitud de amparo. 
Al sur, en general, donde hoy hallamos ya más soluciones que problemas. 
Y al sur de Europa, en particular, que los últimos estertores del neoliberalismo globalizador está intentando aniquilar. Los “mercados” –del norte, sobre todo los de la Norteamérica republicana- están asolando a Grecia, Portugal, Italia, España… Primero sustituyeron los principios democráticos por las leyes mercantiles y, acto seguido, las Naciones Unidas, expresión aún con todos sus defectos, de la democracia a escala mundial, por grupos plutocráticos de 6, 7, 8 o 20 Estados. 
Y luego, aprovechando que la Unión Europea carecía de liderazgo y había cometido el inmenso error de establecer una unión monetaria sin una unión política y económica previa, arremetieron contra Grecia, desgarrando su tejido social, cargando el fardo de la incompetencia de las instituciones financieras sobre los ciudadanos de los segmentos de población más vulnerables… Llegando, en el colmo de su despropósito, a nombrar, en la cuna de la democracia, a un gobierno sin elecciones. 
Y así, el tsunami del “austericidio” ha recorrido el sur… y Portugal, Chipre, España, Italia se han ido sometiendo a sus designios. 
Ha llegado el momento, lo he repetido en múltiples ocasiones y ahora es ya apremiante, de plantarse. De recomponer la Unión Europea mediante los Tratados pertinentes. De realizar las reformas estructurales y legales (constitucionales incluidas) que se requieren en nuestro país. Y detener, con el poder ciudadano en completo ejercicio, esta debacle. 
El sur de Europa podría ahora “inspirarse” -¡cómo cambian los tiempos!- en América del Sur. 
Y España, también, en el sur de España. 
Tengo el corazón mirando al sur.



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