Un área metropolitana muy necesaria

Hace años mi admirado colega Orlando Sanz publicó en La Nueva España un futurista reportaje recogido de la prensa australiana en donde ponía como ejemplo de área metropolitana la zona de Melburne, área creada en base a una serie de condados al estilo de los que tenemos en la parte central de Asturias.

La idea de un área metropolitana que se base fundamentalmente en los concejos de Oviedo, Gijón y Avilés, además de Corvera, Llanera, Siero y Bimenes, no es nueva pero a la hora de la verdad pocos pasos se han dado en ese sentido; claro que la crisis ahora aprieta y seguro que ha llegado el momento de disponer de una Administración con servicios comunes, con una plena coordinación de los ayuntamientos quienes así se verían liberados del coste de servicios duplicados que de forma individual resultan cada vez más onerosos pero que mancomunados podrían resultar no solo más económicos si no también más llevaderos y operativos en su gestión. Un área metropolitana –ésta, en el caso de Asturias, superaría los 700.000 habitantes- no es una mancomunidad, figura que ha fracasado en otras partes de nuestra autonomía, probablemente por la resistencia de los ayuntamientos a perder facultades y decisiones sobre el funcionamiento de los servicios en su territorio.

Los ayuntamientos de la teórica área central están gobernados dos por el PP (Llanera y Oviedo), cuatro por el PSOE (Corvera, Siero, Avilés y Gijón) y uno, el de Bimenes, por el Bloque de Independientes. En nuestra historia moderna creo que fue José López Muñiz en sus años al frente de la Diputación Provincial quien vislumbró primero esta posibilidad, pero enfrascado en otros proyectos –Consorcio de aguas, Hospital General, autopista por el Huerna, etc-, además del permanente pulso que tenía con el entonces gobernador civil José Manuel Mateu de Ros, no le permitieron aplicar su deseo de crear la citada gran área para el centro de Asturias. Con las nuevas infraestructuras y el desarrollo, pese a todo, de la industria y del tejido empresarial en general, el teórico área crece cada año más en detrimento de la población de las alas asturiana cuya caída demográfica lamentablemente ninguna Administración es capaz de frenar.

La crisis y los nuevos planteamientos que a nivel social se están proyectando en nuestro país hace que el reto para los dirigentes sea cada vez mayor y más urgente de realizar las nuevas acomodaciones para mantener la eficacia de los servicios públicos y, por tanto, el nivel de vida.

Todos los núcleos de nuestro hábitat tienen problemas que cada vez urge más resolver. En Oviedo, por ejemplo, ahora que el próximo martes tendremos un nuevo alcalde para lo que resta de legislatura –más de tres años- no estaría de más que las tres administraciones –la central, la autonómica y la municipal- iniciaran los pertinentes contactos para proyectar la nueva zona que surgirá en el sur de la capital con el cierre del antiguo hospital central. Tanto él como la actual residencia sanitaria dejarán muchos miles de metros cuadrados libres a los que hay que unir el solar de la plaza de toros, inutilizada desde hace años, y a la que debe darse una solución ya, lo mismo que al edificio que actualmente ocupa la Policía Nacional y que, ciertamente, se ha quedado obsoleto. El nuevo Oviedo, por así decirlo, tiene en esta zona alta un poderoso triángulo cuyos vértices son el palacio de congresos diseñado por Calatrava, el campo de fútbol Carlos Tartiere, proyectado por el arquitecto asturiano Emilio Llanos, y lo que se haga con los terrenos a liberar del hospital, la plaza de toros y el cuartel de la Policía Nacional.

Oviedo no puede permitirse el lujo de no buscar soluciones a esa zona en un plazo razonable de tiempo, de tal manera que se pueda enganchar a su aplicación cuando el nuevo Hospital Central comience a funcionar en la zona norte de la ciudad. Algo parecido, quizás con más tiempo, habrá que hacer con el solar actualmente ocupado por la fábrica de Armas en La Vega, propiedad del Ministerio de Defensa y arrendada a una multinacional norteamericana. Tengo la impresión de que actualmente hay muchos metros cuadrados sin uso y, además, los chalets que dan a la Tenderina, antiguamente ocupados por ejecutivos de la fábrica, están en un lamentable estado de abandono. Parece ser que el Ministerio de Defensa –su actual delegado en Asturias, Baldomero Arguelles, es un perfecto conocedor de las necesidades ovetenses- quiere dar una solución a los mismos y me consta que hace unos días ha ofrecido ya uno de ellos a una Asociación benéfica con el compromiso, si ésta acepta, de que lo rehabiliten, pudiendo disfrutarlo en principio por 20 años.

En una palabra, la crisis debe agudizar el ingenio y la capacidad de resolver situaciones que en otras circunstancias se demostró que dormían el sueño del olvido. Como el nuevo alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, no es un recién llegado a la corporación municipal, estoy seguro de que o lo tiene estudiado o pronto se pondrá manos a la obra. Además serviría para reactivar el sector de la construcción que tan necesitado está de ejecutar nuevos proyectos.



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