El vividor impaciente

El vividor impaciente

Bernabé trabajaba reparando televisores. Se pasaba las horas hurgando en las entrañas de los electrodomésticos y arreglando mandos a distancia con el deseo de que pasara el tiempo cuanto antes para llegar a casa y comer su plato favorito: espaguetis con tomate. Si por él fuera, eliminaría las horas que pasaba en el trabajo e iría directamente a la hora de comer y, de ahí, a la cena. 


El día de su cumpleaños iba a asistir a una fiesta en su honor por parte de sus amigos, sin embargo, el reloj parecía estar parado, el tiempo pasaba lento, exasperadamente despacio. - Ojalá pudiera pulsar el botón de avance de este mando y empezara ahora mismo mi fiesta- se quejaba. Incluso, las imágenes de todos los televisores de la tienda parecían ir a cámara lenta.

 

En ese momento el presentador del telediario le miró enfadado desde el interior de la pantalla y le dijo: - Para que dejes de quejarte a partir de ahora podrás correr el tiempo pulsando el avance en ese mando a distancia que tienes en la mano.

 

Sin tiempo para reaccionar se encontró vestido de punta en blanco cantando con sus amigos el “cumpleaños feliz”. Por fin había llegado la fiesta. Como consideró que el tiempo invertido en descubrir lo que había pasado seguramente sería desaprovechado decidió avanzar hasta el momento en que se había acostumbrado a usar aquel artefacto mágico que le iba a evitar vivir el tiempo inservible.

 

Sus días eran una comida y una cena constantes, al llegar el viernes después de la cena continuaba la fiesta. Como no quería aguantar la resaca de la borrachera de la noche anterior, adelantaba las horas convirtiendo el fin de semana en dos fiestas consecutivas y la comida del domingo.

 

Bernabé pilló un resfriado y, enseguida, ya lo había pasado. Bernabé tenía que estudiar para los exámenes y no sólo pasó rápido sobre aquel largo camino de trabajo sino también sobre el momento estresante de la prueba. Se acostumbró a evitar cualquier esfuerzo, cualquier dolor, incluso cualquier momento que requiriera alguna espera. Su madre murió e, instantes después, ya había pasado un año y su tristeza parecía haberse diluido como el humo en el aire. En 45 años para nosotros Bernabé había vivido un año, sólo 5 años de comidas y fiestas.


En el lecho de muerte un insatisfecho, inmaduro y aburrido Bernabé le dijo a su compañero de habitación en el hospital: ¡Qué simple es la vida cuando sólo vivimos los finales! ¡Qué vacía y absurda es la vida cuando la vivimos sin saber su valor! ¡Cuánto daría por volver atrás,  vivir y aburrirme o sufrir consolándome con la posibilidad de soñar con tiempos mejores!

 

Recuerda:

 

La felicidad verdadera es la satisfacción: por el camino recorrido, por el tiempo duro anhelando el alivio, por subir la montaña soñando con la cumbre. Todo tiempo es vida, incluso el tiempo malo es vida, incluso el dolor es vida… Porque todo momento invita a transitar hacia algo mejor, algo que es un sueño cuando el tiempo es doloroso y es el paraíso cuando se hace realidad, y luego se teme por el tiempo que ha de llegar en que se perderá y también se volverá a recuperar.

 

Vivir es un constante desacostumbrarse a sentir felicidad para, al poco rato, desacostumbrarse a la depresión y volver a sentir plenitud.

 

¡Un abrazo!

 

José Ángel Caperán

 Psicólogo y coach en Gijón

C/San Melchor de Quirós nº14 1ºB. (Junto a la Plaza de Italia) Gijón.

Mail: jacaperan@gmail.com

Twitter: @Jcaperan

Nº Col. O-01888

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