Qué ha pasado exactamente
Después de 18 meses de batalla, el BBVA ha fracasado en su intento de absorber al Banco Sabadell, una operación que comenzó como un intento de consolidación bancaria y ha acabado como un símbolo de resistencia empresarial.
El banco presidido por Carlos Torres Vila solo ha logrado convencer al 25,33% de los accionistas del Sabadell, muy lejos del mínimo necesario para hacerse con el control.
La opa hostil —es decir, sin el acuerdo del consejo de administración del Sabadell— se ha topado con una muralla tejida por desconfianza, política, orgullo territorial y, sobre todo, rentabilidad.
Por qué ha fallado
La caída de la operación puede explicarse por cuatro causas principales, cada una de ellas suficientemente poderosa como para torpedear una fusión de esta magnitud:
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La oferta económica no convencía.
El BBVA ofrecía una prima que los grandes fondos consideraban insuficiente frente al potencial de Sabadell. El banco catalán, tras la venta de su filial británica TSB y el reparto de un megadividendo de 2.500 millones, ha mejorado tanto sus ratios que los accionistas preferían seguir dentro que aceptar el canje propuesto. -
La sombra de la ampliación de capital.
El mercado temía que, de seguir adelante, BBVA tuviera que ampliar capital para financiar una segunda opa mejorada. Esto habría diluido el valor de las acciones existentes, lo que hizo que muchos inversores prefirieran ver la operación fracasar antes que asumir ese riesgo. -
La percepción política y territorial.
No se puede negar el componente identitario. Desde Cataluña, el Sabadell fue defendido como “banco de casa” frente a una absorción percibida como madrileña o “vasca”. Aunque ese argumento no pesa en el parqué, sí tuvo eco entre instituciones, directivos y pequeños accionistas, reforzando la negativa. -
La evolución bursátil cambió las reglas del juego.
Cuando BBVA lanzó su opa, Sabadell valía casi la mitad que ahora. Pero en este año y medio, la entidad catalana ha subido más de un 70%, adelantando en rentabilidad a su pretendiente. La ironía es que el propio crecimiento del Sabadell invalidó la lógica económica de la compra.
Qué consecuencias tiene para el mercado
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El BBVA sale fortalecido en Bolsa.
Puede parecer paradójico, pero el fracaso le ha venido bien. El mercado celebra que se haya librado de un proceso incierto y costoso. Las acciones del banco se disparan un 6%, y los analistas aplauden que el grupo refuerce su dividendo histórico y su recompra de acciones. -
El Sabadell gana independencia y orgullo.
Aunque hoy cae en Bolsa un 5%, el Sabadell sigue siendo uno de los grandes ganadores del año bursátil. Ha defendido su autonomía con resultados sólidos, una base de clientes fiel y una revalorización que lo devuelve al escaparate de los bancos medianos más rentables de Europa. -
La banca española respira aliviada.
Una fusión BBVA–Sabadell habría creado un coloso financiero con enorme concentración de poder, especialmente en pymes y autónomos. Con la operación frustrada, se mantiene un sistema más competitivo, con tres grandes polos: Santander, BBVA y Caixabank, junto al renacido Sabadell. -
La CNMV y el BCE también respiran.
A nivel regulatorio, se evita el riesgo sistémico de un banco “demasiado grande para caer”. Europa prefiere hoy una banca diversificada, no mastodontes financieros cuya caída podría poner en jaque a medio continente.
Y para la sociedad española… ¿es bueno o malo?
Probablemente, es una buena noticia.
La concentración bancaria reduce la competencia, y la competencia —aunque a veces incómoda— beneficia al ciudadano. Con esta OPA frustrada, el mapa bancario español mantiene pluralidad, algo esencial para que los tipos de interés, las condiciones hipotecarias y los servicios a empresas no dependan de solo dos o tres gigantes.
Además, el Sabadell tiene un peso especial en el tejido de pymes y comercios de proximidad, sobre todo en el arco mediterráneo. Su independencia garantiza que esas relaciones locales no se diluyan en una estructura mastodóntica con sede en otra región.
Por último, el mensaje para los grandes fondos es claro: España no es un terreno de fusiones inevitables, sino un mercado maduro donde las entidades que hacen bien las cosas —como el Sabadell en este caso— pueden resistir con solvencia y dignidad.
En resumen
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BBVA gana en Bolsa, pero pierde su apuesta corporativa.
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Sabadell gana prestigio y autonomía.
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El mercado gana claridad.
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Y los ciudadanos ganan competencia.
Una OPA que muere deja, por una vez, más ganadores que vencidos.
El tablero de la banca española queda en equilibrio —por ahora—, y con los dos contendientes más fuertes, rentables y disciplinados que antes de empezar esta guerra.
