Clima a cañonazos

Clima a cañonazos

En el Antiguo Testamento, cualquier atisbo organizado de soberbia humana solía resolverse con plagas, desastres naturales o cambios espectaculares en una civilización más o menos localizada. Respuestas divinas que por lo general acarreaban largos periodos de penitencia no deseada y que afectaban a culpables e inocentes. Nada viejo si atendemos a los paganos: justos por pecadores, como ahora mismo. Desde entonces, y en otro tipo de formatos no tan apocalípticos, si exceptuamos la gran mayoría de los conflictos y sus cifras millonarias de muertos, las bravuconadas del hombre que quiere ser Dios suelen acabar fatal o dar risa. No hablo de aventuras tan apasionantes como megalómanas, tipo la conquista del espacio o la gran muralla china, u ocurrencias tan nefandas como la bomba atómica o las armas de destrucción masiva. Ni siquiera del vuelo de Ícaro o los fundamentalismos. Leo con evidente aflicción cosas curiosas que si no fuese por su difícil comprensión parecen dignas de pasarse por alto.

El presidente de México, Felipe Calderón, fichó al asesor político británico Simon Anholt para cambiar la imagen del país, en un extraño intento de terminar con tópicos, se supone, y de instalarse en una posición más o menos adecuada para competir con Brasil por la hegemonía continental. Además de dar a conocer que la fajita es obra del marketing derivado de la existencia de los espaldas mojadas y comida tex-mex y no un elemento de la gastronomía patria, las conclusiones desveladas del trabajo de campo de Anholt no pasan mucho más allá de concluir que la imagen que tenemos de México nos llega de Estados Unidos y deja bastante que desear con respecto a la realidad. Y, eso sí, que el análisis más profundo no castiga a un pueblo con problemas sino al que no sabe resolverlos. Por eso, y haciendo un enorme ejercicio de traslación, no parece tan absurdo que Esperanza Aguirre dedique 120.000 euros para estimular nubes con la intención de provocar nieve en la sierra madrileña. Estas peripecias domésticas son las que a priori, previo al análisis, provocan la risa. Quizás la respuesta de ecologistas y opositores a la política de la ínclita presidenta de Madrid sean más serias y más adecuadas. Reflexiones fundamentalmente del tipo de que el dinero podría invertirse en algo más necesario y menos invisible. Desconozco qué tipo de fórmula física o química se emplea para tratar las nubes con explosiones controladas, de manera que efectivamente produzcan la nieve adecuada para crear riqueza en el turismo de invierno. Hay gente que hace maravillas, e incluso precedentes en Pekín. Nieva sobre Madrid es una imagen más de este fresco entre la paranoia y la perplejidad de los tiempos.

 

Henri de Montaut (1830-1890 (or 1900)); engraving: François Pannemaker (1822-1900)

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