Enamorado de León y sus gentes

Por naturaleza compartimos las montañas que nos unen, habrá gente de un lado y otro que me tildaran de salva patrias. No es esa mi intención, solo pretendo hacer un pequeño tributo a mi relación física y sentimental con esa tierra y sus gentes.

 

Os cuento, con un par de años mis padres me llevaban a "veranear" al pueblo de Ambasaguas (León) y el río Curueño (el río del olvido, para el escritor Julio Llamazares). Fue donde más disfruté y pasé la mayor parte de mi infancia. Levantaba las piedras y pescaba cangrejos verdes, toda una aventura. Recordar Barrio de Nuestra Señora, Barrillos, Santa Colomba, La Mata, La Vecilla, y tantos pueblecitos con aquel mágico encanto, conformaban mi pequeño Macondo. Las fiestas, las luchas leonesas y aquellas verbenas en plena era llenaban de felicidad mi etapa más tierna.

 

Con mis recién estrenados 18 años, mis padres se adentraron hasta el Benidorm del norte, Valencia de D. Juan o de la "O" por la cantidad de coches que llevaban la vocal en la matricula. Bodegas,  la Fonda "La Bilbaína" ( nuestro alojamiento), la sala de fiestas  Las Pérgolas, las luces del techo eran las estrellas, al igual que años después pude comprobar en el cabaret Tropicana en La Habana. El castillo de Coyanza, emblema del lugar.

Después de cumplir con la "mili", retrocedimos hasta la localidad de Boñar, aquí pasamos un montón de años. El negrillón, tascas, la piscina y las cafeterías con aquellas entrañables terrazas. Hasta tuve alguna novia "cazurra" que me robo el corazón.

 

En el presente, suelo pasar parte de los estíos en el Puerto de San Isidro, dónde tengo una cabaña, pero que un día sí y otro también cruzo la "raya" y voy a comprar la prensa diaria al pueblo de Lillo dónde me tomo algún aperitivo, cuando no como en el Rte. Madrid o en Isoba en el Rte. Federico. Otros días, voy un poco más lejos hasta Boñar.

 

Se me olvido deciros, que en aquellos años viajamos en la Renfe, luego desde la Capital tomábamos los autocares de la Empresa Fernández, de color gris metálico. ¡Qué tiempos! Mi padre por estos autocares recibía la prensa asturiana a la que se había suscrito (El Diario Región) para el mes, eso sí, con un día de...retraso. Era el nexo de unión con nuestro Principado.

 

Mis abuelos que también nos acompañaban, siempre me llevaban a comer al Rte. El Besugo en León, luego visita a la Catedral, barrio húmedo y como era el primer nieto me compraban algún regalo, como una barca hinchable que debido a la poca profundidad del Curueño, todos los años había que reponer, pinchaba.

 

Bueno, amigos de allá del Pajares, escribo este artículo con ternura y con la única pretensión de haceros llegar mi más sincero cariño por esa tierra que siempre fue y será parte de mi historia. Y para los de esta parte, más datos biográficos. La foto que acompaña este articulo tomada en la majada de los Collainos, una pasión unida a un sentimiento.

 

Un cariñoso saludo para la Princesita de León, un guiño hacia una amiga que pulula por la ribera del Bernesga. Entre Ordoño II y el rey Pelayo anda la historia...

 

 

 



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