¿Qué otra pena para la Infanta si no la del paseíllo?

El próximo día 8 de febrero, finalmente y después de ser imputada y desimputada una vez, la infanta Cristina de Borbón declarará como reimputada ante el juez por el llamado Caso Nóos. Se la acusa de los presuntos delitos de fraude fiscal y blanqueo de capitales, pero la cuestión que estos días se debate en los medios y entre quienes entienden de la justicia en este país es cómo se presentará la infanta el día de su declaración: si andando y haciendo el paseíllo de cara al respetable o eludiendo ese tránsito para evitar el bochorno ante las cámaras, siendo ella quien es. 
Dado que en la mente de sus conciudadanos está aún fresco el discurso que diera su padre diciendo que la justicia es igual para todos, el ministro de ese departamento, Ruiz Gallardón, se ha limitado a ejemplificar el aserto real con su explicítia disposición a ejercer de defensa escoba en evitación de que la hija del rey no soporte la pena paralela -son sus palabras- de esa andadura, algo por lo que sí hubo de pasar el marido de la infanta hace meses con cara de niño modosito, fruto de una educación de pago y una acomodada crianza en casa bien. 
Los españoles hemos visto y revisto hasta el hartazgo y la repugnancia las imágenes de Iñaki Urdangarín transitando la rampa que conduce a la entrada de los juzgados de Palma de Mallorca, con sus consiguientes efectos en la impopularidad del sujeto, que hasta perdió su nombre en el callejero de aquella ciudad balear, algo que está muy lejos de ser considerado con respecto a su esposa, cuya presunta delincuencia ha sido justificada por su abogado por el amor y fe debidos al afamado balonmanista.
Parece que le corresponde al juez decano de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca la decisión de acordar como accederá Cristina de Borbón a la sede judicial. Francisco Martínez de Espinosa, que así se llama, se reunirá la semana que viene con los responsables del dispositivo de seguridad para determinar si habrá o no habrá paseíllo para la hija del rey, pues siempre se pueden alegar razones de este tipo para eludir el paso por la rampa. La exlideresa Aguirre aconseja que la infanta entre por el garaje y el ministro de Justicia estudia la posibilidad de diseñar un infantamóvil con tal de que los españoles no se consuelen con lo que él llama pena paralela, como si a la infanta de España por la gracia de su sangre le pudiera caer otra en esta coyuntura.



Dejar un comentario

captcha