Lo que realmente le ocurrió a Isaac Newton

Isaac Newton, afamado físico y matemático británico, que gracias al fiel retrato que le hizo el pintor Godfrey Kneller todos sabemos que era dueño de una nariz alargada de buen oledor, ojos inteligentes de sabio, rostro pálido y mofletudo encuadrado en el centro de una ondulada cabellera que reposaba sobre sus condescendientes hombros, y que según he leído en alguna parte hablaba y pensaba en un inglés muy florido, tenía la saludable costumbre de acostarse a dormir la siesta debajo de un manzano.

        A veces un pájaro travieso, posándose en una rama de ese árbol, excrementaba sobre él, y como el sabio dormía muy profundamente no se enteraba de esta tropelía hasta el momento de despertar y entonces, como sabía muy bien la procedencia de la porquería que ensuciaba su cara, muy furioso maldecía:

         —¡Me cago en todos los pájaros del mundo! ¡Cabrones!

         Los animalitos alados que en aquel momento lo escuchaban, se reían burlonamente de él empleando la única manera que sabían, piando.

          Otras veces al dormido Newton le caía una manzana encima despertándole, entonces se la comía y continuaba su siesta interrumpida.

         Pero un día, un amigo bromista, le tiró encima de la cabeza un melón enorme y se ocultó, ahogado en risas, para que no le oyera ni viese.

          Newton contemplo asombrado el enorme fruto, se tocó el chichón que comenzaba a aumentar de tamaño como si fuera un suflé, levantó la vista y comprobó que seguía acostado debajo del mismo manzano de siempre y no de una mata melonera, por lo que exclamó:

         —Joder, esto debe tener su explicación, y yo voy a dar con ella.

         Se puso a rumiar, a cavilar y a reflexionar con su cerebro entero, sin emplearlo en ninguna otra cosa que pudiera distraerle, y después de una exhaustiva semana de esfuerzo mental terminó descubriendo la ley de la gravedad. No os creáis nada diferente a lo que yo acabo de contaros. Cometerías un imperdonable error y una injusticia a mis reconocidos méritos de consumado historiador.

 

 

 




Dejar un comentario

captcha