Paredes, un valle valdesano inspirador de sensaciones

Paredes, un valle valdesano inspirador de sensaciones

Por Carlos Cuesta Calleja

Presidente de ASPET

 

Acercarse a estos viejos lugares del interior valdesano es vivir de cerca una sensación distinta, casi mágica, y ese momento visual empuja al resto de los sentidos en una perfecta opereta paisajística. Es una sencilla definición de un espacio gastado por la historia, pero fijado en el tiempo gracias a esa película de la vida que a base de secuencias, fundido en negro, planos cortos y generales nos ofrece una realidad presente y nítida llamada Paredes.

 

Un paisaje emparedado entre el río, esos valles abruptos y singulares y la montaña cercana. Y ahí en ese territorio, desde época inmemorial, surgió la vida, una vida ganada a la naturaleza, a la compleja tierra, a sus frutos, a sus aguas límpidas y montaraces, a ese ESVA fluvial que marca el devenir de todo un enclave, a la misma iniciativa de sus pobladores que en sus vivencias cincelaron sus laderas para obtener futuro. Arrieros, buhoneros, vaqueiros, agricultores, ganaderos, pescadores de buenas truchas y salmones, artesanos de la madera, hidalgos, emprendedores, emigrantes… Toda una parroquia que sigue el dictado de su difícil y esplendoroso pasado… En ese hecho antropológico y vital está la marca de un espacio preñado de fuerza, sabiduría, amor por lo propio y esencial consigo mismo. La incomunicación del pasado ha creado un paisaje y un paisanaje con un ADN especial y cargado de sentimiento y verdad. Y eso se nota.

 

Y cuando hablamos de Valdés, siempre acudimos a la marina, a Luarca,  a ese Cantábrico bravo y proceloso… sin darnos cuenta de que este concejo valdesano es mucho más que la rasa costera, que existe otro lugar en su mismo alfoz que sorprende al viajero por una serie de percepciones, emociones e imágenes que atraen y nos enganchan…

   

En 2001 esta zona fue Pueblo Ejemplar por la Fundación Príncipe de Asturias, una mención notable que le dio salud, vitalidad y un sitio en el mapa. Porque el valle de Paredes estaba oculto entre la niebla matinal, los angostos caminos, la feraz arboleda y en medio de esos valles imposibles que obstaculizaban su real conocimiento geográfico. Hoy, San Pedro de Paredes y toda su parroquia están ahí presentes para que el viajero, el turista accidental y el animado andarín se dejen caer por estos atrayentes entornos y busquen ese vellocino de oro envuelto en historia ilustrada como los testimonios del pasado en forma de Petroglifos o grabados sobre roca, el Dolmen de Restiello, el Menhir y la Estela del Guerrero en Ovienes, la parroquial de San Pedro, una iglesia que guarda en su interior estupendos retablos y una historia de enjundia del acontecer local, sin olvidar las Hoces del ESVA, los viejos caminos utilizados por los vaqueiros, las nobles y vivenciales brañas, los antañones oficios, la contundente gastronomía y especialmente la notable hospitalidad de sus gentes que en cualquier recodo de la senda o la carretera salen a tu paso para explicarte el sentimiento de un paisaje, sus modos de vida o la historia cercana. Y esa realidad es, sin duda alguna, hacer comunidad y formar pueblo…

 

Todo esto lo saben muy bien los miembros de la Asociación de Vecinos que con entusiasmo y querencia por su terruño están haciendo verdaderos esfuerzos por mantener la esencia y las tradiciones de una parroquia que busca con todas sus fuerzas mantener su significado atávico y ganar el tren del progreso. Una manera muy adecuada de reinterpretar el Valle de Paredes y seguir siendo fieles con sus costumbres y su paisaje protegido.

                          Carlos Cuesta ( Pte. de la Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo)


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