Adendas en la oscuridad

Adendas en la oscuridad

El trámite hacia la otra Asturias tiende a ser honesto, aunque tremendamente aburrido. El traspaso, como todas las mudanzas, equivale a tres incendios. La trama de este verano, lluvioso y guapo, da pie a no ser supersticiosos y a aventurar muy poco monte en llamas. De otra parte, que dirían los autores que asisten a nuestra entrañable y oscura Semana Negra, el inspector Tal está encima de la jugada cual. La arena de San Lorenzo ha sido elegida para el reloj de arena del calendario insólito, al que dan la vuelta hombres de acero, curtidos ya en batallas anteriores. Hombres que prefieren dar cuerda que vuelta, que usaron en tiempos un festina de esfera blanca cremosa, que fumaron cigarrillo negro. El inspector Tal es el hombre invisible de los acuerdos fáciles, de los pactos imposibles: el conseguidor de José María Iñigo (aquel inolvidable Javier Basilio), Papá Noel en agosto y Sol en diciembre. Los muñidores de las horas más imparciales, las de todos los días, sea de arena el reloj, sea festina, esos hombres están estos días reunidos con ellos mismos para procurar no pillarse los dedos. Es una buena temporada, ésta alta, para comprar otoño/invierno. Guantes blancos y azules para expiar la tentación de escapar hacia el mismo lugar de siempre, ese punto de encuentro donde uno, u otro, dice: hombre qué casualidad.

 

 

(ilustración reproducida de http://estufacto.blogspot.com/2007)

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