Desde el 2003 el trabajo volvió a ser un derecho

Desde el 2003 la Argentina un camino de crecimiento que es el resultado directo de poner al empleo en el centro de las políticas públicas. Hoy se puede mirar con orgullo el trayecto recorrido. Porque es fruto del esfuerzo de todo el pueblo argentino.
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, escribió una columna de opinión, con motivo de celebrarse el Día del Trabajador, difundida a través de la agencia Télam, cuyo texto expresa:

En 1948 se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas. Un documento que potenció los aspectos sociales y del trabajo y sus derechos. Reconoce la libre elección laboral de las personas. Su acceso a condiciones equitativas. A la protección contra el desempleo. A recibir un salario satisfactorio. A sindicarse. A descansar, a disfrutar de un nivel de vida adecuado. Y, como corolario, a contar con una jubilación digna.

Este y no otro, es el camino que desde 2003 transita la Argentina. Un camino de crecimiento que es el resultado directo de poner al empleo en el centro de las políticas públicas. Hoy se puede mirar con orgullo el trayecto recorrido. Porque es fruto del esfuerzo de todo el pueblo argentino.

No ha sido fácil llegar hasta aquí. Sobre todo porque veníamos de una década de políticas económicas de ajuste. De ubicar a las finanzas y a la especulación en el altar de todas las consideraciones, de abandono de toda política de desarrollo humano individual o colectivo. Un período que desembocó en la más
prolongada recesión de la historia argentina. Los indicadores sociolaborales mostraban a principios del nuevo siglo valores intolerables de pobreza y desocupación. La aplicación de un largo recetario de medidas económicas neoliberales condujo al país a una inédita crisis social, económica y política que estalló a fines de 2001 y principios de 2002.

LA ARGENTINA DE LOS '90: UN MODELO DE INEQUIDAD

La modernización de la década de los `90 se construyó sobre la inequidad. También sobre la marginación. La vía de crecimiento económico elegida excluyó a gran parte de nuestra sociedad. En un contexto en el que sobrevivía el más adaptado, que además no siempre era el más productivo.

El Estado perdió del todo su capacidad distributiva. Entregó toda vocación reguladora. Eso, sumado a la caída del ingreso real produjo un proceso generalizado de movilidad social descendente. A contramano de la historia de nuestro país.

A los argentinos nos resultaba difícil ubicarnos en la realidad que vivíamos.

¿Cómo entender el desempleo de una cuarta parte de la población económicamente activa de nuestro país? ¿Cómo explicar la caída de más de la mitad de la
población bajo la línea de pobreza?.

Y ¿cómo comprender que una cuarta parte de los hogares se haya encontrado sin ingresos para satisfacer sus necesidades alimentarias básicas?

Lamentablemente, el desempleo, la precariedad laboral y la pobreza fueron los signos emergentes de un patrón económico desarticulado. En lo social. En lo sectorial. Y en lo regional. La pujante clase media, de la que Argentina se vanaglorió durante décadas, quedó en el pasado. La distribución del ingreso llegó sólo a las manos de los que menos necesitaban. Como un mazazo final, la
inevitable salida de la convertibilidad impactó con fuerza en todos los sectores económicos de nuestro país.

NÉSTOR CAMBIÓ LA HISTORIA, CRISTINA ESTÁ CAMBIANDO EL FUTURO

No se puede hablar de esta etapa de transformación de la Argentina sin referirse al papel crucial que tuvo Néstor Kirchner. Cambió la historia. Puso al trabajo como motor del crecimiento. Impulsó un proyecto que planteó el debate de modelos que el país necesitaba. Estaba instalada con fuerza la concentración económica. Se le contrapuso una matriz distributiva basada en la producción, el desarrollo, el consumo interno y la inclusión. El objetivo, la
equidad.

Lo mismo está haciendo la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Cambiando el futuro. Enfocada en la construcción de igualdad. Entendiendo que no es el crecimiento el que genera trabajo sino el trabajo el que genera el crecimiento. Así lo planteó para enfrentar conflictos internos cuando se discutió con el campo. Así lo hizo también cuando protegió al trabajo argentino frente a la amenaza que significó para el empleo la crisis financiera global.

RECUPERACIÓN CON POLÍTICAS ACTIVAS: 5 MILLONES DE PUESTOS DE TRABAJO

Pasaron más de 50 años. La declaración de los derechos de la ONU no perdió ninguna vigencia. Es más, potenció sus postulados.

Por eso, la tomamos como propia y el derecho al trabajo se convirtió en el pilar de la recuperación argentina. Es lógico, veníamos de años de especulación financiera y recetas de ajuste y recesivas.

Primero se propusieron condiciones para generar empleo. Se enfocó al mundo como estrategia comercial y se revalorizó el mercado interno. También se comenzó una lucha cuerpo a cuerpo contra el empleo informal, que a todas luces es trabajo ilegal. Además, se estrechó la histórica brecha entre empresarios y trabajadores. Se fortalecieron todas las políticas previsionales y se empleó un nuevo sistema -abarcativo como nunca antes- de cobertura social.

No fueron pocos los logros para el país. Por un lado, se crearon 5 millones de nuevos puestos de trabajo. Se pusieron en marcha nuevamente las negociaciones colectivas y las paritarias. Se resolvieron más de 8 mil conflictos laborales propios de un país en crecimiento y se arribó a más de 5 mil acuerdos salariales. Se le dio nueva vigencia y alcances al Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil. Se redujo la informalidad laboral en más de 15 puntos y la
desocupación descendió al 7,3%. El Estado recuperó la administración de los fondos para los jubilados. Logró también que se promulgue la ley para que las jubilaciones se actualicen cada 6 meses. Lanzó la Asignación Universal por Hijo que ya supera los 4 millones de beneficiarios y brinda acceso y obligatoriedad a la salud y a la educación de quienes carecían de esas posibilidades.

Como se puede ver, el trabajo como derecho cambió la relación de fuerzas en la Argentina. De luchar para conservar un trabajo se pasó a debatir salarios dignos. Un avance significativo que es el resultado del esfuerzo y de la racionalidad de todos. De los trabajadores. De los empresarios. Del Estado y de la sociedad en su conjunto.

MÁS TRABAJO, MÁS DEMOCRACIA, MÁS FUTURO

El país está realizando grandes esfuerzos para construir un nuevo protagonismo: el modelo articulador de producción, trabajo y Estado. El objetivo es promover la generación de empelo como motor del crecimiento económico y social. Esto constituye un punto de inflexión respecto de las políticas que dominaron el panorama nacional en los últimos treinta años.

La Argentina cambió. Lejos de las viejas recetas del FMI se esfuerza por hacer coincidir sus políticas laborales con los principios rectores de la OIT. Con los postulados de trabajo decente. Sabemos que no existe democracia sin ciudadanía y que una ciudadanía sin trabajo nunca va a fortalecer su democracia. Por eso, desde el año 2003 el trabajo volvió a ser un derecho de todos los argentinos.



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