Otra deplorable intromisión de la jerarquía eclesiástica en la conciencia ciudadana

“Los Obispos piden votar a quien defienda la vida y el matrimonio”… “El Episcopado ofrece a los católicos consideraciones que ayuden al ejercicio responsable del voto”… anunció la prensa del pasado 22 de octubre.

Una vez más, la jerarquía eclesiástica –como en el caso de la educación para la ciudadanía, que tanta falta nos hace, que tanta falta les hace- juzga aspectos situados totalmente fuera de su jurisdicción y del ámbito religioso: así, reconoce “la legitimidad moral de los nacionalismos o regionalismos que, por métodos pacíficos, desean una nueva configuración de la unidad del Estado español… aunque es necesario tutelar el bien común de la Nación española en su conjunto, evitando riesgos de manipulación por causa de pretensiones separatistas o ideológicas de cualquier tipo”.

Ya ven: evitar manipulaciones manipulando con afirmaciones que, además de ser impropias en un país democrático y aconfesional, son en ocasiones totalmente infundadas científicamente. La historia de las indebidas injerencias de la religión en la ciencia es especialmente rica en episodios que empañan la imagen de la iglesia y que no se debieron producirse si se hubieran mantenido en el espacio intelectual que le corresponde.

Recuerdo cuando en 1981 tuve el honor de asistir en la Academia Pontificia, al lado del Papa Juan Pablo II, a una sesión conmemorativa de Albert Einstein. Asistían muchos Premios Nobel, entre ellos D. Severo Ochoa. De pronto, el Papa pidió disculpas por el inicuo tratamiento que dio la Iglesia a Galileo Galilei. Cuando la religión pasa de la metafísica a la física, corre el grave peligro de equivocarse, dijo. Lo mismo sucede –añadió, porque no daba puntada sin hilo- cuando la ciencia hace incursiones en las creencias… Se refería seguramente al libro “El azar y la necesidad”. “A la iglesia le da lo mismo que la Tierra sea redonda o plana y que se mueva o no por sí misma”, me comentó… D. Severo y la comunidad científica allí representada quedaron muy satisfechos por las inesperadas explicaciones dadas por el Papa… que ya se encargó el Vaticano de ir “poniendo en su contexto” progresivamente.

Pues bien: al hablar de la defensa de la vida –que todos queremos defender pero no sólo en el nacimiento sino a lo largo de toda la existencia- el Padre Martínez Camino no se olvida de recordar “el peligro que suponen determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural”. Los científicos hemos prestado toda la atención que se merece el origen del ser humano. D. Pedro Laín Entralgo y D. Xavier Zubiri publicaron reflexiones muy profundas al respecto. Yo mismo, ya en los 80, publiqué un trabajo sobre las implicaciones, en las prácticas para vencer la infertilidad, que pueden tener cuando se realizan con los genes pero no en los genes…

Unos años más tarde, en 1992, inicié como Director General de la UNESCO, alarmado por la posibilidad de que la ingeniería genética pudiera lograr el perverso sueño de Hitler y Mengele, que no habían alcanzado con la genética mendeliana, un proceso de consultas a todos los especialistas que, con la creación de una Comisión Mundial de Bioética, desembocó en 1997 en la Declaración Universal del Genoma Humano, en cuyo artículo undécimo se prohíbe taxativamente la clonación de genes humanos con efectos reproductivos.

En 2003 publiqué, como coordinador junto a Carlos Alonso Bedate, S.J., el libro “Gen-Ética”, donde se aportan los datos y conocimientos que permiten abordar con rigor los temas relacionados con el fantástico progreso de la expresión genética y regulación epigenética.

Por todo cuanto antecede, como creyente y miembro de la Iglesia “del Evangelio y de las sandalias”, según expresión del Obispo Pere Casaldáliga, protesto enérgicamente de esta nueva e intolerable intromisión de la jerarquía eclesiástica, aduciendo aspectos en los que la Conferencia Episcopal es absolutamente incompetente, cara a las próximas elecciones.

También se refieren a la homosexualidad (tema en el que harían bien en mantener una gran discreción) y a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, como cuestiones que deben tenerse en cuenta a la hora de decidir el voto.

¡Educación para la Ciudadanía! Para ser “libres y responsables”, como define la UNESCO, en el artículo primero de su Constitución, a las personas educadas. Seamos libres y responsables: votemos, después de reflexionar, a quienes creamos que mejor permitirán a todos los ciudadanos actuar en virtud de sus propias reflexiones, sin obediencia ni sumisión a opiniones o ideologías que limitan la grandeza de cada vida humana: su autonomía.

¡Frente a cualquier imposición y cortapisa, venga de quien venga, nosotros procuraremos ser libres y responsables!



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