El chino no engaña

No me refiero, naturalmente, al hombre o mujer de esta procedencia (iba a decir razas, pero en China hailas abondo). Ni tampoco, querida lectora, a ese cónico y afuracado instrumento con el que hacer puré. Menos aún a aquellos sobrecinos con los que se hacía flan sin güevu. No. Me refiero a los comercios de los chinos, el antiguo 'todo a cien', que muchos siguen llamándolo así, y que constituye el verdadero indicador de cómo está la economía de los españoles tras los sucesivos 'ajustes' al alza del IVA, hasta el de los chuches, señor presidente, la luz, el gas, las naranjas, los entierros, los medicamentos para la tensión, para el colesterol, la ambulancia, las muletas, los divorcios (eso para que los pobres se jodan, con ese 'cristiano' sentido de la redención que tienen algunos (aproveche el lector y ponga aquí todos los insultos que quiera....) y demás, con lo que han convertido a las clases medias en pobres y miedosos, y a las clases humildes en miserables de Víctor Hugo, rebuscando en las basuras para poder comer y para vergüenza de España ante la comunidad internacional.

Lo ha dicho bien claro una portavoz de la comunidad china en Madrid: "nuestros comerciantes están muy preocupados porque han bajado tanto las ventas que no tienen para pagar las nóminas", motivo por el que no han celebrado el Año de la serpiente con los fastos que hubiesen deseado.

Yo ya lo sabía, porque el chino de mi barrio ha puesto un cartelón en el escaparate que dice "se enseña chino", y entiendo que se refiere al idioma y no a él mismo, que ha cambiado sus hábitos diurnos --los nocturnos los desconozco, como es lógico-- para pasarse el día en la calle, ante la puerta del establecimiento, escudriñando la acera a ver si aparece un cliente, que hasta se le han estrechado más los ojillos al pobre hombre.

¡Señor Rajoy! Si ya no se venden productos de a euro imagínese el resto. La gente está desolada. Hasta los ciegos, es natural. Y digo que es natural porque antes había cola, a muchas horas del día, ante los cuponeros y cuponeras en sus paradas habituales o sus quiosquinos. Y ahora andan los pobres con una cara de funeral que parte el corazón, sino lo tuviésemos ya partido por nuestra propia tragedia.

Los ahorros se acabaron ya o están a punto de agotarse. Los sueldos mermaron como la clara a punto de nieve después de un día. El trabajo hay que buscarlo en los libros de historia. Es decir, ¡Señor Rajoy! que a este país se le acaba el fondo de resistencia. Y mire que soy optimista, pero estoy empezando a rendirme. A este paso, cuando llegue la recuperación a final de año, tendrá que apelar a Cristo para que nos resucite anticipadamente porque estaremos muertos, señor presidente, como el burru que aprendió a no comer...junto antes de morirse.

Mire, en vez de tener al ministro de Justicia ocupado subiendo las tasas del divorcio para joder al probe, ponga al de Hacienda, o al de Economía, a cumplir la promesa de no tener que anticipar el IVA no cobrado por empresas y autónomos. Y rebaje algunos tipos de IVA. Así podremos llegar a ese  cuarto trimestre de promisión.

En fin, don Mariano. Nuestro querido doctor Eduardo González, Macano, tenía un compañero en la mili, ingeniero y andaluz, que era poco amigo del esfuerzo, y a veces le miraba y le decía "pishaaa, vozotro allá en el Norte, con aquel frío, la nieve...tendréis que trabajá o argo, ¿No?". Pues eso le digo: Haga argo.

 

Gracias por dedicarme estos instantes, querido lector. Gracias por tu sonrisa, querida lectora.

 

Urbi et orbi, he dicho.



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