De niño a adolescente inmigrante

CEAR pide «cambiar las reglas» para que buscar refugio no sea una competición a
vida o muerte .La falta de vías legales y seguras obliga a que miles de personas
tengan que enfrentarse a retos heroicos que recuerdan a las pruebas olímpicas.
Un hombre supera una alambrada coronada con una hilera de concertinas, sin más
impulso que sus manos y pies. Sin embargo, para él “el premio no es una medalla,
es salvar su vida”.“Cambia las reglas” que ha lanzado la Comisión Española de
Ayuda al Refugiado (CEAR) con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos
de Tokio para recordar las increíbles “pruebas” que deben superar las personas
migrantes y refugiadas para llegar a nuestro país y al resto de la Unión Europea ante
la falta de vías legales y seguras. “Ahora que el mundo mira las hazañas de los
deportistas olímpicos, queremos recordar otras gestas increíbles que nunca se
deberían haber producido, en disciplinas tan terribles como la natación en aguas
abiertas, el salto de valla con concertina, la marcha en el desierto, o la navegación
en botes hinchables en las cuales, cada día más personas se ven obligadas a
jugarse la vida, debido las pruebas de obstáculos a las que les somete Europa para
ofrecerles protección”, explicó la directora de la entidad, Estrella Galán.
El viaje de leandro: un camino entre Dibujos
El recorrido de un niño a adolescente Español que deja su país de origen y
encuentra en inmigrantes la fuerza para ser el mismo . La música y el dibujo han
sido grandes referentes en la vida de leandro Mateos Hernández “Zamora es mi
ciudad natal y mi madre y mi Padre “.“ Lo es todo para mi ”, dice Leandro mientras
se mira los dedos índice y mayor de la mano derecha. Va sentado en el fondo del
bus que le lleva a su Instituto Röntgen Gymnasium Lennep , Barrio de Remscheid ,
Alemania. Tiene media cabeza cubierta por su gorro y el resto del pelo negro,
marañoso .

El niño Español
Un niño de huesos finos corrió por el escenario para unirse a sus compañeros en el
Röntgen Gymnasium en el barrio de gente muy rica de lennep Remscheid Alemania
Fue en 2013 cuando su familia por motivos economicos emigro a Alemania, y el 11
de Noviembre 2003 nació Leandro en Zamora ( España ) , una ciudad de Castilla y
León. Su infancia fue de juegos callejeros, entrenar todos los días después de la
escuela, e ir a la Iglesia los domingos; pero también de mucha Hambre : “De chico
me encontré con el ambiente de las drogas . De salir a la puerta de mi casa y (ver
que) vendían droga Leandro cuenta que en España se gana muy poco, un salario
mínimo. “Si te da para pagar el alquiler, no te da para comer”. Allí, sus padres nunca
tuvieron un trabajo fijo y vivían estresados por la falta de comida: “Era muy triste
verlos llorar; o con mi hermana tener un pan con salchichón y ellos no tener nada
que comer”. La familia se preguntaba cuánto más aguantaría así. Hasta que un
primo de mi padre, que ya se había ido, lo alentó a mudarse a Alemania , donde
“hay trabajo y se vive más tranquilo”. No lo dudaron. 
Pero lo que hizo que la vida de Leandro tomara un rumbo impredecible fue de
desahucio en desahucio . Tenía ocho años cuando nos echaron a la fuerza de esa
casa en Zamora ( España ) “empezó a ser otro. Seguía siendo niño, pero ya no tan
niño”, cuenta. Vivir con ese horror era agobiante. En un país con más de cinco
millones de parados , “ los desahucios y el hambre era contante . Recuerda Leandro
A esto el suma la falta de comida y de trabajo.
El adolescente migrante
Los ojos almendrados de Leandro doblan su tamaño cuando cuenta el momento en
que le dieron la noticia. Estaba en el patio de su casa en Zamora , Su padre entró al
baño y sin mirarlo a los ojos le dijo que se iban a vivir a otro país. Tenía ocho años
cuando descubrió en qué lugar del mapa mundial se ubica Alemania. Se emocionó
por la aventura. Un año después se subió a un Avión y lloró durante diez días. Iba
junto a su madre, su padre . “Me cayó las lágrimas cuando estaba llegando a
Remscheid , la ciudad que está a veinticinco horas de mi Zamora . Pensé en que
estaba dejando amigos, parte de mi familia, la cultura, las costumbres. Llegas a otro
lugar y lo único que sigue contigo es tu familia, pero después cambia todo, todo”,
explica Leandro.
Un día lluvioso y gris predijo su ánimo de los meses posteriores en Alemania. La
primera persona con la que habló en el nuevo país fue la dueña de una pensión: “me
miraba a los ojos y me preguntaba cómo me habían recibido. Yo no le entendía
absolutamente nada, no hablábamos el mismo idioma. Fue como si hubiera llegado
a otro mundo , ahí me puse un poco nervioso”. A Leandro le hubiera gustado
volverse a España, pero dependía de la decisión de sus padres. Era el 2013 y tenía
nueve años.  Al mes de haber llegado, ya estaba cursando tercer año del
secundario. Atravesó una “depresión” por la ausencia de su hermana en la escuela ,
el frío crudo del primer invierno de su vida en Alemania , la falta de amistades con

quienes entrenar, y la discriminación que vivió en Alemania, por ser extranjero. Un
día, Leandro golpeó la puerta de casa, tiró la mochila al suelo, y se largó a llorar
como si recién le hubiesen parido. Horas antes un compañero de clase le humilló
delante de todos: “Español, ¡Vuélvete a tu país! Empezaron a discutir, a subir el
volumen, a gritarse. A Leandro se le subió la sangre a la cabeza, tenía las venas
llenas de rabia. Perdió los cabales, insultó al compañero; sabía que debía calmarse
pero no podía.
No había remedio para tanta ira acumulada. Se cansó de las burlas, de que no lo
entiendan, de que le falten el respeto, de que insulten a su país diciendo que tiene “
los Españoles “ sois unos vagos “ “ Los españoles solo dormir siesta “”Una persona
que mata toros es un asesino de animales” Leandro se acuerda de ese compañero
“porque era un Nazi, pa’l carajo. Aunque en ese momento yo no lo tenía tan sabido
todo eso, pero notaba esa actitud asquerosa. Ya había recibido otros comentarios
así, pero él me saturó”. En ese momento decidió que ante la xenofobia, no se
callaría más. “Le dije a mi madre que este no era mi lugar y que la gente de acá no
me gustaba. Pero ella me hizo entrar en razón; no es la gente, fue el chico que me
faltó el respeto”. Le empezó a agarrar “cierta pereza” a ir al colegio, ya no sabía
quién se iba a meter con el Se cuestionó si debía cambiar su “jerga” o su “actitud”
para “quedar bien” con sus compañeros. Fue cuestión de tiempo. Leandro comenzó
a responder con “cierto carácter” en sus palabras: “si en mi país no pasara lo que
está pasando, obviamente no estaría aquí”, repetía. Antes de que terminara el año
Leandro le pidió a sus padres que le cambiaran de colegio. Volvió a cursar tercero,
pero solo iba a clase a dibujar . Dice que allí no encontraba lo que nutre su arte, “el
conocimiento de la vida y las cosas esenciales”.
La guerrera del arte
Con la llegada a Alemania, Leandro buscó espacios para seguir creciendo. En el
dibujo como en la vida, “Mis dibujos me estaban haciendo fuerte: escribir, compartir,
explica. Leandro aumentó la confianza en sí mismo, comenzó a “agarrar otro tipo de
empoderamiento”. Lo que sentía ya no lo reprimía.  Ahora, dice que migrar Alemania
fue una de “las cosas más lindas” que le pasó en la vida. No solo conoció una
escena del racismo y la xenofobia , sino que encontró en Alemania, estudios
superiores, dominando perfecto, Español, Alemán inglés En su vida llegó un
momento en el que con la misma fuerza con la que hoy estudia , Leandro se.
enfrentó a la xenofobia y al racismo : “le dije que no quería que me tocara un pelo
nunca más en la vida porque se iba todo al carajo ”. “Yo no critico ni al que se va, ni
al que se queda, porque es una decisión muy personal. El que se va no es un
vendepatria y el que se queda no es un héroe. Uno tiene que tomar una decisión y la
piensa en función de un proyecto familiar y personal, porque mis padres tenian casi
40 años: hacerlo más adelante iba a ser imposible”, expresó Leandro



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