Los jueces no podrán opinar en los medios sobre asuntos pendientes en los tribunales o sentencias

Parece que el azar ha querido que al artículo sobre el juez Castro, en el que destacábamos lo extravagante de su relación con los medios de comunicación, le suceda ahora una noticia de la que se han hecho eco los propios medios en la que se da cuenta de que la propuesta de nueva ley del Poder Judicial prohíbe a los jueces y a las asociaciones valorar asuntos de actualidad ante los medios de comunicación.

El tema es de tal elementalidad y sentido común que resultaba inexplicable que las leyes del foro no hubieran incorporado una prohibición de esta naturaleza.

Como afirmaba Meyer “quien sostiene la balanza no puede moverse de su puesto sin que ésta se incline por un lado”.

El juez debe adoptar una posición de neutralidad que garantice la ausencia de pre-juicios.

Invocando de nuevo a Calamandrei, el juez debe desarrollar una función estática, serena, con una indiferencia casi sacerdotal, sin impaciencia y sin curiosidad, con inercia, ya que actuar significa adoptar un partido.

En el ámbito penal, el juez debe autorestringirse, ya que el área del enjuiciamiento versa sobre un hecho, no sobre la personalidad de su autor.

Por ello debe mantenerse al margen de la poderosa influencia de los medios, que se prestan a cierto uso judicial perverso. Es ésta una tarea en la que se deben empeñar todos los jueces, porque si bien los medios, en ocasiones, pueden ser intimidatorios, también son gratificantes en el terreno de la imagen.

Como afirma el magistrado del Tribunal Supremo Andrés Ibáñez, el juez de instrucción nunca debe entrar en relación con los medios porque tal modus operandi lo constituiría en parte interesada, lo que equivaldría a introducir en la gestión de la causa un interés ajeno a la propia relación procesal, perturbador, por desequilibrador, de su dinámica.

Tal es la importancia de esta cuestión que el Consejo Consultivo de los Jueces Europeos ha llegado a advertir a los jueces que deben preservar “su independencia y su imparcialidad absteniéndose de toda explotación personal de sus eventuales relaciones con los periodistas”.

Bienvenida sea la reforma que incorpora una dosis de ética y de sentido común a la función de juzgar.

 

 

 



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