"Los dinosaurios no desaparecieron: los vemos cada día al salir de casa y los llamamos pájaros"

"Los dinosaurios no desaparecieron: los vemos cada día al salir de casa y los llamamos pájaros"

Por Rosa Martínez

 

Fueron el linaje dominante durante 165 millones de años en el planeta Tierra y aún despiertan una fascinación especial en el imaginario colectivo. Los dinosaurios, definidos como 'lagartos terribles' por Sir Richard Owen, en 1842, son los terroríficos gigantes del mesozoico que evocan un mundo agresivo, donde las especies luchan por sobrevivir en un planeta cambiante. Hace 65 millones de años que desaparecieron, pero todavía hay muchas incógnitas por descubrir.  El profesor del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona Gustavo A. Llorente ?coordinador del curso "Los dinosaurios y su entorno" (Els Juliols 2011), junto con Silvia Pineda, del Instituto Catalán de Paleontología? responde a preguntas sobre conceptos clave del conocimiento actual referentes a la biología y a la evolución de los grandes saurios.

 

Los dinosaurios despiertan fascinación en buena parte del público, son iconos de la investigación paleontológica y también estrellas de éxito de la cultura, el cine y el merchandising publicitario. ¿Por qué existe esta atracción por el mundo de los dinosaurios?

 Esta fascinación del público por los dinosaurios no es extraña. Desde que se descubrieron los primeros restos reconocidos, los dinosaurios han interesado no sólo a la comunidad científica, sino al público en general. Pensar en la existencia de grandes reptiles totalmente extraños a la morfología de los animales conocidos actualmente y que vivían en un mundo donde no había mamíferos parecidos a los de ahora, excitaba la mente de un modo espectacular. En definitiva, se abría la puerta de un mundo diferente del conocido. No en vano influyó tanto en la literatura de aventuras de la época. 

 

Durante mucho tiempo no ha habido consenso científico para definir el taxón Dinosauria.Con las herramientas metodológicas del siglo XXI, ¿qué elementos definen a un grupo tan heterogéneo como el de los dinosaurios?  

Actualmente, para definir un grupo natural se utilizan caracteres que suponen novedades evolutivas comunes a todos los miembros que lo forman. Estos caracteres, que se denominan sinapomorfías, son muy importantes porque proporcionan mucha información sobre las relaciones entre los miembros del grupo y sus antepasados, y también entre los diferentes subgrupos. Así, los dinosaurios son arcosaurios, un grupo reptiliano que se caracteriza por tener dos ventanas grandes a cada lado del cráneo y una más pequeña frente a la órbita. Además, presentan varias sinapomorfías importantes, como el bipedismo —recordemos que los grupos de dinosauros no bípedos mantienen una relación de tamaño entre las extremidades que deriva del bipedismo—, una posición mejorada de las extremidades que les permitió caminar como lo hacen los mamíferos; y como la cabeza del fémur doblado, lo cual facilitó que las patas adoptaran una posición vertical. Hay otras sinapomorfías, pero éstas ya permiten definirlos de una manera concreta. 

 

Los dinosaurios fueron el linaje dominante del triásico al cretácico. Son más de 165 millones de años de dominio sobre un planeta cambiante. ¿Cuáles son las claves de su éxito adaptativo y evolutivo?  Tras la gran extinción del pérmico, la remodelación de la Tierra, así como la existencia de nichos ecológicos vacíos, permitieron una radiación evolutiva importante de varios grupos de organismos, entre ellos los dinosaurios. La especialización de los diferentes linajes en regímenes alimenticios diferentes (carnívoros y herbívoros) posibilitó una ocupación del espacio y una especialización similar a la de hoy en día. No debemos olvidar que en aquella época también había, por ejemplo, cocodrilos, reptiles mamiferoides, ictiosauros y plesiosaurios que vivían en el mar, además de numerosos grupos de invertebrados. 

 

La gran diversificación de los dinosaurios durante el mesozoico hizo que ocuparan hábitats muy diversos. ¿Cómo eran los ecosistemas que habitaban?  En un periodo de tiempo tan largo como es el mesozoico, los ecosistemas cambiaron mucho. Durante el triásico, la Tierra, con abundantes desiertos, formaba un solo continente, Pangea, que moderaba el efecto del océano y condicionaba un clima caluroso y seco, con veranos con altas temperaturas e inviernos fríos. Como consecuencia, en los polos no había hielo. En el jurásico, el continente se dividió y se inició un periodo de lluvias con un clima cálido, que propició la aparición de muchas coníferas y selvas. Aun así, los polos continuaron sin hielo. Finalmente, en el cretáceo los continentes se separaron definitivamente y, por eso, es el periodo en el que hubo más tierras inundadas. El clima era cálido y fue entonces cuando aparecieron los mamíferos y las plantas con flores más parecidas a las actuales. Todo este panorama posibilitó una radiación evolutiva espectacular que dio lugar a la diversidad de dinosaurios que hoy conocemos gracias al estudio de los restos fósiles. 

 

Plumas, pico sin dientes, huesos muy ligeros y cuerpo adaptado al vuelo. Ahora el cielo lo dominan las aves, descendientes vivos de los dinosaurios terópodos, unos carnívoros terrestres. ¿Cómo se ha producido la transición evolutiva entre grupos tan diferentes?  

En realidad, estos grupos no son tan diferentes. De hecho, los dinosaurios no desaparecieron, los vemos cada día al salir de casa. Lo que pasa es que los llamamos pájaros. Los Maniraptora, un grupo de dinosaurios, ya tenían muchas características de las aves. La reconstrucción actual nos muestra dinosaurios de este y otros grupos cubiertos de plumas. Este descubrimiento tan importante, que tuvo lugar a finales de los noventa, trastocó todas las interpretaciones: ¡dinosaurios, no pájaros con plumas! De hecho, una línea evolutiva de los Maniraptora consiguió que estas plumas se utilizaran para volar... ¡y ya tenemos un pájaro! En realidad, del pájaro más antiguo conocido, el Archaeopteryx, teníamos un esqueleto clasificado como un pequeño dinosaurio Compsognathus hasta que una reinterpretación de los restos confirmó que realmente se trataba de un pájaro primitivo. Esta interpretación de que los pájaros son dinosaurios ya la tuvo en cuenta T. H. Huxley, el famoso investigador que defendió la teoría de Darwin, y lo hizo comparando los esqueletos de Compsognathus y Archaeopteryx. Así, hoy, ante una paloma, podemos decir sin temor a equivocarnos: «¡Mira, un dinosaurio!». 

 

Las icnitas, las huellas fosilizadas de dinosaurio, despiertan un enorme interés en los paleontólogos. ¿Qué podemos deducir del estudio de las huellas de dinosaurio en las rocas?  

Las icnitas proporcionan mucha información, no sólo sobre la locomoción de los dinosaurios, sino también sobre el comportamiento y la ecología de estos animales: podemos saber si se desplazaban en grupo, qué zonas frecuentaban o si utilizaban el medio acuático (hay una especie de dinosaurio en la Rioja, el Theroplantigrada encisensis, que tenía una membrana interdigital que utilizaba para nadar: es el único ejemplo de dinosaurio plantígrado y no digitígrado). Incluso podemos saber qué hacían en un momento determinado ya que, a veces, se encuentran restos que indican que un dinosaurio depredador capturó a otro. Otros datos que se pueden extraer de las icnitas es el cálculo de la velocidad a la que se desplazaban, y nos permiten saber si corrían o caminaban, entre otras cosas. 

 

Un tema bastante controvertido es el de la fisiología de los dinosaurios: ¿podían controlar la temperatura corporal como lo hacen las aves y los mamíferos? ¿En qué punto se encuentra la controversia entre dinosaurios ectotermos y homeotermos?  

Éste es un tema muy discutido. Los dinosaurios grandes no necesitaban ser homeotermos porque, por su tamaño, tenían una gran inercia térmica y, en climas estables, durante la noche no se enfriaban mucho y podían mantener una actividad casi normal. Debe recordarse que la homeotermia es muy costosa desde el punto de vista del gasto energético. Así pues, ser ectotermos (conseguir el calor del medio externo) podía ser una ventaja en determinados ambientes. Ahora bien, para un dinosaurio de un tamaño relativamente pequeño que llevara a cabo una actividad muy grande podía ser muy rentable conseguir la homeotermia. El descubrimiento de plumas en los dinosaurios ha confirmado que esta estructura ya existía en dinosaurios muy primitivos. Se trataba de una especie de plumón (no necesariamente plumas bien constituidas) que no servía, ni mucho menos, para volar. Así, además de ser estructuras destinadas a la comunicación entre individuos, sólo pueden interpretarse como estructuras para mantener la temperatura corporal, ya que proporcionaban una capa aislante del aire alrededor del cuerpo (o en una parte del cuerpo) y, por lo tanto, mantenían la temperatura más alta. Esta temperatura más elevada debía producir la actividad metabólica. Es decir, es muy probable, de este modo, que los dinosaurios consiguieran la endotermia (la producción de calor interno a partir de la actividad metabólica). De hecho, los pájaros —los dinosaurios actuales— son endotérmicos. 

 

Mamíferos y dinosaurios aparecieron en la escena evolutiva prácticamente al mismo tiempo. Algunos dinosaurios tenían dimensiones colosales, con más de cien toneladas de peso, pero los mamíferos mesozoicos eran relativamente pequeños. ¿Qué factores biológicos y evolutivos propiciaron el gigantismo de los dinosaurios?  

De esta cuestión se ha hablado mucho: si había mucha disponibilidad de alimento vegetal para los herbívoros, si los largos periodos de condiciones medioambientales estables permitieron que las plantas que tenían una fisiología muy acelerada crecieran mucho y lo hicieran deprisa... No lo sabemos a ciencia cierta, pero hay una explicación plausible: el clima era estable, pero habría una estacionalidad marcada, y la productividad debía ser cíclica y eso debía ocasionar que los herbívoros tuvieran que migrar, como hacen los ñus en África actualmente. Una migración es mucho más efectiva si los animales son grandes, ya que así pueden desplazarse más lejos con menos gasto energético. Esto debía desembocar en una tendencia a aumentar el tamaño, y si los herbívoros se hicieron más grandes, los carnívoros, también. De esta manera, tenemos una secuencia de aumento de tamaño en los diferentes linajes. Debe recordarse, sin embargo, que no todos los dinosaurios eran gigantes: había muchas especies de tamaño medio o pequeño. 

 

El famoso límite cronoestratigráfico K/T marca el posible impacto de un meteorito, que acabó con los dinosaurios que no eran aves hace unos 65 millones de años. Para muchos autores, antes de la catástrofe planetaria los dinosaurios ya vivían su declive. ¿Qué sabemos de esto?  

Cada vez hay más evidencias de que el impacto meteorítico fue una de las causas de la extinción de los dinosaurios. De todos modos, también hay evidencias de un proceso de extinción a lo largo del tiempo. El movimiento tectónico ocasionó una enorme actividad volcánica, los restos de la cual se pueden observar, por ejemplo, en la India, en la meseta del Decán. Los conocidos traps del Decán tienen más de dos millones de metros cúbicos de depósitos volcánicos y 2.500 metros de altura de basaltos, que corresponden a erupciones volcánicas que se dieron durante medio millón de años en el periodo del límite cretácico-terciario (65-66 millones de años). Los efectos de estas erupciones serían los mismos que los que podía causar el impacto de un cuerpo extraterrestre. No obstante, estas dos hipótesis no son excluyentes. De este modo, el impacto del meteorito se podría considerar un golpe de gracia importantísimo en un proceso de extinción que ya había comenzado. Pero, aun así, no todos los dinosaurios se extinguieron: tenemos los pájaros, que todavía son el grupo de especies terrestres más abundante de la Tierra. visto así, podemos considerar que la era de los dinosaurios todavía no ha pasado. 

 

¿Qué saben los paleontólogos de la biología y del comportamiento reproductor de los dinosaurios?  

Cada vez tenemos más información. Los restos de nidos y huevos, y los importantísimos yacimientos de China proporcionan muchos datos que permiten reinterpretar los restos y analizar con rigor muchos aspectos de la biología de los dinosaurios. Sabemos que había especies que cuidaban de sus crías. Se ha podido reconstruir incluso la coloración de las plumas de una especie de dinosaurio, un rasgo que puede explicar su uso en la comunicación o en la exhibición nupcial. Por otro lado, se sabe que estructuras muy sofisticadas como las prolongaciones y las crestas en los cráneos de los dinosaurios conocidos como hadrosaurios eran la continuación de los conductos nasales. El aire que pasaba por el interior de estos conductos era capaz de producir sonidos de distinta intensidad según el tamaño y la longitud del canal, como si se tratara de un trombón. La interpretación, pues, es la comunicación sonora. Las crías podían producir sonidos más agudos, como hacen los polluelos de las aves para reclamar atención o aprovisionamiento de comida. 

 

¿Cómo es el registro fósil de los dinosaurios en Cataluña y en la península Ibérica?  

El registro de restos de dinosaurio de Cataluña y la península Ibérica no es tan importante como el de otros países americanos o asiáticos, pero su valor va en aumento. Sobre todo, son importantes los yacimientos de la sierra de Cameros o del valle del Cidacos, en la Rioja, donde hay muchos yacimientos de icnitas (huellas fósiles) de una gran relevancia. Morella, en la provincia de Castellón, constituye una de las áreas con mayor concentración de huesos de dinosaurio del cretácico inferior, con restos atribuidos al Brachiosaurus y al Iguanodon. En 1984, se descubrió el yacimiento de Las Hoyas, en Cuenca, que es de referencia obligada para comprender los ecosistemas del cretácico. En Cataluña, la cuenca de Tremp representa una zona importantísima de huellas de dinosaurios y de yacimientos de huevos. El yacimiento de icnitas más importante de Cataluña es el de Fumanyà, en el Berguedà. Cada vez, se está trabajando más en todos estos yacimientos y el interés por los dinosaurios no deja de aumentar.

 

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