El Presidente de los EEUU y la Primera Dama en la Casa de los Esclavos de Goré, Senegal

Es impresionante que los negros que hoy se asoman a la "puerta sin retorno" de la Casa de los Esclavos sean el Presidente y la Primera Dama de los EEUU. 
Quedan para la memoria permanente las más abominables afrentas a una raza que, en estos momentos, ofrece símbolos de alcance mundial, como el que representa Nelson Mandela, encarcelado durante 27 años por el sólo delito de su piel morena, y el liderazgo del país más poderoso de la tierra. 
Quedan atrás pero deben permanecer imperecederas, para orientar nuestra acción cotidiana. 
En el julio de 1992 escribí en la Isla de Goré, declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, el siguiente poema: 
Su última 
mirada
a aquella puerta
angosta,
a aquella isla,
a aquella tierra,
suya
que ahora navega
en olas de desamor
hacia ignoradas costas.
Cuánto 
queremos hoy
esos sollozos,
esa última
mirada viajera
desenraizada
brutalmente
de su paisaje,
de su casa,
de sus riberas.
Fueron vendidos
al peso.
Debemos
pagar la deuda.
Debemos pagar la deuda. 
Éstas sí que son deudas importantes contraídas en un pasado que debe iluminar ahora los caminos del futuro.



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