Las mentiras de EEUU dejan muertos

A raíz del fallecimiento, el pasado 18 de octubre, de Colin Powell, a la edad de 84 años -que fue el primer secretario de Estado negro, el primer jefe del Estado Mayor Conjunto negro, además del más joven, y el primer asesor de Seguridad Nacional negro- y con la valoración de su trayectoria, han aparecido las mentiras con las que la superpotencia estadounidense invadió Irak, del que se ha retirado años después dejando un largo, ancho y profundo reguero de más de un millón de iraquíes muertos.

Powell jugó un papel de primer orden en la invasión estadounidense de Irak en 2003. Pero previamente fue el arquitecto de la invasión de Panamá en 1989 y de la guerra del Golfo Pérsico en 1991. En Panamá, Estados Unidos bombardeó proyectos de viviendas civiles. En la Guerra del Golfo Pérsico, además de los ataques asesinos contra objetivos civiles, Estados Unidos atrapó a los soldados iraquíes en retirada en 1991 después de que la guerra había terminado oficialmente y masacró a miles de ellos en una carretera llamada a partir de entonces “la carretera de la muerte”.

Pero posteriormente, como secretario de Estado, usó la mentira como arma y mintió al mundo y dijo que Estados Unidos tenía pruebas de que Irak poseía “armas de destrucción masiva”, a sabiendas de que Washington en realidad no tenía pruebas, como él mismo admitió pasados los años. La conocida imagen en la que Powell sostiene un frasco de “detergente en polvo” ha vuelto a aparecer como un doloroso ejemplo para todo el mundo de cómo las mentiras del imperio en declive dejan destrucción y muerte en el resto del planeta.

En 2003, durante una intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Powell presentó la versión estadounidense de la “evidencia” de que Irak poseía armas de destrucción masiva, que luego resultaron ser inexistentes. Después de la Guerra Fría, Estados Unidos rebosaba confianza en su poder militar y su clase dominante creía que el país podía hacer lo que quisiera. Incluso sin el discurso de Powell en la ONU, Estados Unidos habría utilizado cualquier otra mentira para invadir Irak, ya que el entonces presidente estadounidense, George W. Bush, había decidido invadir Irak de todas maneras.

El discurso de Powell en la ONU estaba sólo al servicio de la estrategia agresiva de Bush. Aunque Powell expresó años después su pesar -describiéndolo como una “mancha” en su historial que “era doloroso entonces” y “doloroso ahora”- no ha podido borrar su siniestro papel de mentiroso ante el mundo, cuando en la actualidad se ha valorado su legado militar. De hecho, Powell era consciente de ello y escribió en su autobiografía “My American Journey” que “El acontecimiento me hará ganar un párrafo destacado en mi obituario”. Powell tenía razón al pensarlo.

Pero la clave está en el sistemático uso de las mentiras por parte del hegemonismo estadounidense para lanzar sus guerras agresivas y mantener su dominio mundial cuando camina por la senda del imparable declive. Aunque con mentiras como la fabricada para invadir Irak Estados Unidos pierde cada vez más su imagen y credibilidad internacional como país. Y así continúa en la actualidad.

La superpotencia estadounidense sigue siendo arrogante, dominante y beligerante, y, por tanto, sigue promoviendo mentiras semejantes al “detergente en polvo” de Powell. Porque el uso de la ‘propaganda negra’ es un viejo truco de Estados Unidos para mantener su hegemonía mundial. Para conseguir el apoyo de sus aliados, para dominar a sus vasallos, y para atacar a las potencias emergentes, la clase dominante estadounidense siempre ha intentado -e intenta- confundir a sus aliados y vasallos -difundiendo noticias falsas- y contener a los países emergentes -fabricando mentiras-, por lo que el ‘detergente en polvo’ fue sencillamente una de esas falsedades, y muchas de ellas -pasadas y presentes- aún no han sido desenmascaradas. En la actualidad desarrolla una gran actividad de tal índole para justificar su creciente agresividad militar en el mundo, lo que pone en peligro la paz y la seguridad del resto de los países y pueblos del planeta. Debemos ser conscientes.

 

Eduardo Madroñal Pedraza



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