Los embaucadores y salvapatrias

Ha aparecido otro grupo político cuyo nombre no diré para no hacerles el juego a un par de canales de televisión que aman a España menos que las moscas a los insecticidas y a los que, lo que deciden o han decidido una gran mayoría de votantes en las urnas se lo pasan por el forro de sus quimeras.

         Este grupo se presenta sin ayudar a que sobrevivan los barberos, lleva ropaje de obrero, de obrero que se gana el sustento con el sudor de su frente, pero grupo que ya tiene encargado el esmoquin, el Rolex de oro, el coche oficial blindado gratis con chofer gratis, secretarias gratis, móvil de última generación gratis, vivienda en Madrid gratis, y el chalet para cuando prospere lo suficiente que, si nos fiamos de las encuestas, será muy pronto. Claro que las encuestas son tan poco de fiar como mis corazonadas de que va a tocarme el Gordo, pues nunca me ha tocado ni siquiera la devolución del dinero jugado.

        Este grupo, al que me refiero todo el tiempo, tiene un líder que es el clásico embaucador, pero con nueva imagen. Este líder y su grupo prometen, prometen, prometen… Paga para todos los parados, paga para los que no pueden trabajar, paga para los que no quieren trabajar, y un largo etcétera. Y los embaucados aplaudiendo: ¡Fantástico, fantástico, fantástico! ¿Por cierto quiénes son los reyes magos que harían esa asombrosa fantasía posible, si dejara de serlo? ¡Vaya pregunta tonta! ¡¡¡Los reyes magos son los contribuyentes!!! Sí, vosotros los que os dejáis embaucar.

         Alerta sufridos contribuyentes y aspirantes a ser embaucados, acordaos de lo que le hizo a uno de los pueblos más hermosos de nuestra nación un señor cuyo nombre empezaba por la letra que sigue a la “F”, que lo dejó sin aparcamientos naturales gratis, sin zonas verdes, sin dinero, sembrado de cemento por todas partes, con deudas astronómicas y preguntándose cómo pudieron ser tan ingenuos, tan gilis para dejarse embaucar de manera tan masiva, tan pueril, tan confiada. Por cierto el míster al que me refiero decía que con él: “café para todos”. Sí, sí, café para todos… Lo que en realidad sucedió fue que el tío se quedó con la cafetera y sirvió café a tazas llenas a unos pocos que le ayudaron a quedarse con la cafetera y a todos los demás ni el aroma siquiera.

         Desconfiad, almas cándidas, soñadoras, influenciables…

         Ningún mago puede transformas tiras de papel de periódico en dinero, como no sea que ese dinero lo cree con la sacrificada ayuda del sudor, las lágrimas y la sangre de vosotros, víctimas propiciatorias: ¡los contribuyentes!



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