Sobre la libertad

En poco más de una semana, el gobierno de Venezuela que preside el inenarrable Nicolás Maduro – aprendiz de brujo y correveidile de fallecido Hugo Chávez -  ha clausurado una empresa periodística  denominada “6to Poder” y dos programas de televisión. A esta escabechina se le puede añadir dos docenas más de distintos medios de comunicación desde que tomó el poder de manera fraudulenta a principios del mes de abril. Todo un record.

 

El anterior gobierno del Teniente Coronel y Héroe Máximo  de la Patria, cerró  treinta y cuatro medios  informativos.

 

De eso al puro socialismo sin albedrío  hay solamente un paso. Las libertades en el terruño de Simón Bolívar son una quimera hendida en el más absoluto desprecio

 

Leyendo “Cinco escritos morales” de Umberto Eco, nos centramos con un  escrito titulado “El fascismo eterno”.

 

En muy pocas líneas, el filólogo italiano hace una semblanza de Mussolini, pintada casi al carbón del creador de esa filigrana llamada "Chavismo sin Chávez” o, para ser un poco más exactos, el nuevo socialismo del siglo XXI, una especie de arroz con mango, pero sin arroz ni mango. Es decir: una  entelequia mental.

 

El autor de “El nombre de la rosa” expresa que Benito Mussolini no tenía una filosofía política: “tenía solamente una retórica”. El fascismo italiano, en su puesta en escena, fue el primero en crear una liturgia militar. Un folklore e, incluso, una forma de vestir. Por aquellos lares de la romana plaza Navona, la camisa negra; aquí, la roja.

 

Muchas analogías se podrían encontrar entre Mussolini,  Chávez y su torpe alumno Maduro, pero una cuartilla y media no es espacio suficiente para matizar en profundidad una “idea ética y absoluta”. Baste saber que en el actual régimen, el culto a la personalidad al jefe único, es una de las raíces más ancladas del totalitarismo criollo.

 

Venezuela vive momentos desgarrados. Son los actuales tiempos difíciles. ¿Pasarán? Indudablemente, todo se diluye; quedarán cicatrices, heridas, algo de pus y un cansancio interior. Libertad y liberación, comentaba el mismo Umberto Eco, son una tarea que no acaba nunca. Que éste sea nuestro lema: “No olvidemos”.

 

Mientras tanto templemos el alma, arrullemos el espíritu, usemos las cacerolas para obtener notas de libertad y con ese anhelo, apasionado y apasionante, no todo estará ni mucho menos perdido.

 

Giuseppe Verdi - escuchamos hace unos instantes unos fragmentos de “La Traviata” en las voces del tenor Kraus y la soprano Hollyday -  nos puede servir de apoyo moral para los millones de venezolanos, al ser sus notas sobre el pentagrama banderolas de libertad.

 

Un crítico subrayó: “Los años que el maestro de Busseto le tocó componer, escribir, amar, pero ante todo ser político, han sido los de un huracán levantado sobre una Italia que, si no hubiera tenido a Verdi, hoy su melodía hubiera sido menos universal, y eso en una tierra de genios musicales sublimes”.

 

En alguna parte – creemos recordar en la Puerta de Brandeburg en Berlín - , alguien  garabateó con  alquitrán: “La libertad es para el cuerpo social lo que la salud para cada individuo. Si el hombre dilapida el vigor ya no disfruta de placer; si la sociedad pierde la libertad, ésta se marchita y llega a desconocer sus genes”.


 La Venezuela de ahora mismo sabrá bien de que hablamos, ya que  pocos pueblos en América del Sur  en los últimos 15 años han padecido tanta falta de emancipación al estar los poderes  - Ejército, Policía Bolivariana,  Corte Suprema de Justicia, Asamblea Nacional,  Fiscalía General de la República, Defensoría del Pueblo, Procuraduría General -  al mando de la esposa de Maduro, Cilia Flores - y el resto de las instituciones públicas bajo férreo control del chavismo felón,  pérfido y fiel a los designios de Cuba.



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