Una sociedad enferma social y políticamente

No sé si nuestra sociedad es un reflejo de la política o si la política es un reflejo de nuestra sociedad, pero, sea cual fuere la respuesta, ambas –sociedad y política- están enfermas. Si pudiéramos hacer un «análisis de valores», aparecería lleno de asteriscos, de alertas por insuficiencia de moralidad, respeto, honestidad, probidad, decencia, decoro, dignidad, prudencia y consideración, y, en algunos casos, sentido de Estado.

El reciente fallecimiento de un joven maestro a consecuencia de los golpes propinados por unos desalmados por el simple de hecho de no fumar y, por tanto, de no poder atender su demanda de cigarrillos pone de manifiesto la bajeza humana de algunos individuos que andan sueltos por la calle y que solo el factor suerte evita que nos los tropecemos. Son como el cáncer. Por cierto, vaya estreno del Alcalde de Oviedo.

En otro ámbito, pero también como reflejo de la tolerancia de una sociedad excesivamente permisiva y con déficit de valores, la actualidad nos golpea con el vídeo grabado por un grupo de médicos residentes y adjuntos del Servicio de Urología del HUCA.

Lo he visionado unas cuantas veces para encontrarle «la gracia», pero, sinceramente, me parece de una irreverencia intragable e inadmisible. Sus autores deben ser sancionados para que tomen conciencia de que en el honorable ejercicio de la profesión médica, las bromas, los escarnios a los pacientes y el uso inadecuado de las instalaciones hospitalarias no salen gratis.

Más aún, la sanción operará como una suerte de tratamiento preventivo del cauce por el que debe discurrir su neonata carrera profesional. Si sus valores profesionales, si su ética, si su responsabilidad tienen este alcance en el inicio de su actividad, qué no serán capaces de hacer cuando tengan plaza en propiedad.

Hay que recordarles que «las viejas no se mean», padecen «incontinencia urinaria», y que ellos, como urólogos, tienen la misión de controlarla, no de hacer chistes. Hay que recordarles también que «las churras no se sondan», se hacen «sondajes vesicales», que los tumores se curan y no siempre «envían al paciente a la sepultura»; en definitiva, como dicen que decía Franco, que a partir de ahora hagan «los ejemplos con su familia».

No tuve ocasión de contactar con mi querido amigo Ramón Abascal, Jefe del Servicio de Urología del HUCA, para intercambiar impresiones sobre el contenido de este penoso vídeo, pero, conociendo su sentido de la responsabilidad y de respeto al paciente, tengo la absoluta certeza de que su opinión no diferirá mucho de la exteriorizada en los medios por otro entrañable amigo, Alejandro Braña, Presidente del Colegio de Médicos, persona sensata donde las haya.

La crisis de valores impregna también el ejercicio de la política. Se pasó del voto al líder en la transición al fortalecimiento de posiciones fuertemente ideologizadas en las que prima el interés particular sobre el general. Se pasó del votante de 1977, que no quería ni comunistas, ni falangistas, ni continuadores, ni revolucionarios, porque empezaba a disfrutar de la democracia, al votante actual, que parece querer retornar al pasado y vota a partidos extremistas que la amenazan continuamente.

No hay más que ver cómo avanzan los pactos poselectorales.

Sánchez blanquea a Bildu a cambio de que el PNV apoye su investidura. Esa es su verdadera cara y no tendrá reparo alguno en que los pactos alcancen a los secesionistas si resulta necesario.

De ahí que no tengan ningún sentido las voces que se alzan pidiéndoles al PP y a Cs que le cedan su voto. De nada serviría si el apoyo no se extiende a la legislatura.

Un pueblo que asiste con indiferencia a su desintegración termina por hundirse.



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