Laviana.-El presidente del Principado, Javier Fernández, planteó el martes durante el acto de entrega del XX Premio Emilio Barbón a la UTE de Villabona, celebrado en la Casa de Cultura de Laviana, si, como sociedad, estamos haciendo realmente todo lo que podemos para evitar la regresión social impuesta con la excusa de la crisis.
Fernández imaginó en el presente a Barbón "atento al mundo, viendo satisfecho cómo continuó en España el avance en la lucha por la igualdad, por todos los derechos sin reparar en piel, género, alcoba ni catecismo ideológico". Pero, al tiempo, "preocupado hasta la irritación por el debilitamiento progresivo del Estado del Bienestar, por la erosión de los cimientos del modelo de sociedad que tanto tardamos en construir."
"Lo imagino abroncándonos, feroz, asegurando que no estamos haciendo lo suficiente para proteger los logros a los que él, como millares de personas, dedicó su vida. Probablemente, tendría razón. Somos olvidadizos y en las etapas plácidas consideramos que la historia es una línea recta sin pausas, curvas ni retrocesos; un viaje encaminado hacia un futuro indefectiblemente mejor. Tendríamos que recordar que el fuste de la humanidad es siempre torcido, que una generación ha de trabajar para defender y consolidar lo obtenido por la anterior, que nada se perpetúa gratis y sin esfuerzo. Si necesitamos muestras, fijémonos en lo que ocurre con los derechos laborales, con las pensiones, con la sanidad y con la educación, para no alargar más el listado. Sin duda, hay razones económicas poderosas, circunstancias muy difíciles que justifican medidas extraordinarias y desagradables. Pero eso no invalida la pregunta principal con la que hemos de interrogarnos: si hacemos lo que debemos para evitar la regresión social."
La cuestión es áspera, prosiguió el presidente, pero merece una reflexión. "La España que vivirán nuestros jóvenes puede tener más riesgo de exclusión social que la que conocimos. Una sociedad donde se haya asumido la precariedad laboral como un rasgo propio de los tiempos, en la cual también se acepte mansamente que los más pobres estén relegados a una suerte de beneficencia educativa y sanitaria, en la que se entienda que las pensiones y el seguro de desempleo sean lujos de otras épocas condenados a desaparecer".
"Digo todo esto, que puede resultaros un punto dramático, para contraponerlo al coraje que exhibió Emilio Barbón durante toda su vida. La abnegación, el enfrentamiento a la adversidad y la firmeza en los ideales fueron algunas de las constantes que le hicieron ejemplar; nunca se abandonó al ejercicio de la renuncia".
"Por eso celebro que hayáis otorgado vuestro décimo premio anual a la Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona. Porque en la labor desempeñada por los funcionarios de esta unidad –y, como promotores, Faustino García Zapico y Begoña Longoria González- anida la misma confianza profunda en las personas".
"Habrá razones mínimas, cuestiones de intendencia, explicaciones múltiples que intenten justificar el despropósito. Pero me atrevo a sugerir que tal vez todo forme parte de lo mismo, de esa regresión colectiva a la que –por renuncia, en unos casos, por interés, en otros- parecemos encaminarnos. La regresión a la que, con todo coraje, debemos saber enfrentarnos".
