La ciudad roza ya los 78.000 jubilados, con un fuerte aumento de octogenarios, mientras el Ayuntamiento activa un plan contra la soledad no deseada en un contexto en el que Asturias y España baten récords de envejecimiento
Gijón continúa acelerando su ritmo de envejecimiento. Lo que hace años era una tendencia sostenida se ha convertido ya en un fenómeno estructural que se intensifica cada ejercicio. Entre el 1 de enero de 2024 y el 1 de enero de 2025, la ciudad ha sumado 1.280 personas al tramo de más de 65 años, alcanzando un total de 77.564 gijoneses en edad de jubilación o superior, frente a los 76.284 del año anterior.
Pero la cifra más reveladora está dentro de esa misma franja:
12.585 vecinos tienen ya más de 85 años, y de ellos 8.653 son mujeres, una prueba clara de la feminización del envejecimiento y de la acumulación de personas muy mayores, con necesidades asistenciales crecientes.
A esta realidad se suma otro dato que preocupa especialmente a los servicios sociales: más de 9.000 gijoneses mayores viven solos, un colectivo en riesgo directo de aislamiento, fragilidad y soledad no deseada. Esta cifra ha sido la base para el diseño de un Plan Municipal de Soledad No Deseada, que sitúa el problema en el centro de la estrategia social de la ciudad.
Gijón, espejo adelantado de Asturias y España
La situación gijonesa se enmarca en un contexto regional y nacional igualmente marcado por el envejecimiento.
En Asturias, las personas de 65 años o más representan ya casi el 28% de la población, una de las tasas más altas de Europa. Más de un tercio de los mayores de 85 años son mujeres, muchas viviendo solas y con niveles de dependencia crecientes. La edad media de la región no deja de aumentar y el índice de envejecimiento —la proporción de mayores frente a menores de 15 años— supera con holgura el 200%.
A escala estatal, España se encamina a convertirse en uno de los países más envejecidos del mundo. Ya hoy, más del 20% de los españoles supera los 65 años, y las proyecciones indican que en 2050 podrían ser más del 30%. A ello se suma un fenómeno conocido como “envejecimiento del envejecimiento”: no solo hay más mayores, sino que cada vez hay más personas que superan los 80 y los 85 años, viviendo más tiempo pero no siempre en mejores condiciones de salud.
Tres de cada cuatro octogenarios gijoneses necesitan ayuda diaria
Para afinar el diagnóstico, el Ayuntamiento de Gijón impulsó una encuesta telefónica a 980 personas mayores de 80 años que viven en el distrito centro de la ciudad. Sobre un universo de más de 3.300 personas, los resultados fueron contundentes:
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El 77% necesita ayuda para realizar actividades cotidianas, desde asearse hasta hacer la compra o gestionar trámites.
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El 11% se siente completamente solo, sin red familiar ni contacto social regular.
Esta radiografía confirma que la soledad no deseada en Gijón es un fenómeno profundo, complejo y con un impacto directo en la salud física y emocional de los mayores.
Un plan municipal para tejer redes de apoyo y barrios más amigables
Ante este escenario, la ciudad ha puesto en marcha una de sus estrategias sociales más ambiciosas de los últimos años.
La Mesa de Trabajo de la Soledad No Deseada, liderada por la Fundación Municipal de Servicios Sociales, reúne a más de cuarenta entidades y servicios municipales: Cáritas, ACCEM, Cruz Roja, Policía Local, asociaciones vecinales, ayuda a domicilio, el Colegio de Farmacéuticos, la Universidad Popular, A pie de barrio, la red Redia y un largo etcétera.
Entre las medidas activas destacan:
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Proyectos piloto en los barrios más envejecidos, especialmente en la zona centro.
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Barrios y Comercios Amigables con los Mayores, para que farmacias, tiendas y establecimientos actúen como “sensores sociales”.
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Programas de acompañamiento, intervenciones domiciliarias y detección temprana de fragilidad.
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Redes de apoyo vecinal, destinadas a mayores que viven solos y no cuentan con respaldo familiar.
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Un teléfono de atención específico, para identificar y derivar situaciones de aislamiento.
Además, el Plan Local de Acción de las Personas Mayores 2025–2028 contempla iniciativas de vivienda compartida, donde personas mayores puedan convivir con otras personas que también buscan apoyo o compañía.
Una llamada de atención sobre el futuro demográfico
Gijón se enfrenta a un desafío que va más allá de los números: cómo permitir a decenas de miles de personas mayores envejecer acompañadas, seguras y con calidad de vida.
Los técnicos municipales lo expresan de forma clara: la soledad no deseada no es solo un problema social, sino también sanitario, emocional y comunitario. Y combatirla exige algo más que recursos institucionales: requiere tejido vecinal, barrios activos y ojos atentos capaces de detectar cuándo alguien se apaga en silencio.
Con una población cada vez más longeva y más sola, Gijón se convierte en un termómetro adelantado de lo que vivirán muchas ciudades españolas en los próximos años. Porque, como ya reconocen varios expertos, el gran reto del siglo XXI no será solo envejecer… sino envejecer bien, y envejecer acompañado.
