La organización ecologista propone una transición integral hacia un modelo alimentario sostenible que reduciría un 116 % las emisiones del sector, recuperaría la biodiversidad, mejoraría las dietas y generaría un 35 % más de empleo
Greenpeace ha lanzado hoy un mensaje claro y rotundo: el actual sistema alimentario español es insostenible y su continuidad nos lleva al colapso ecológico, social y económico. En el informe “Revolución alimentaria: urge una transición del inviable sistema actual a un modelo alimentario sostenible”, la organización ecologista demuestra, con datos científicos, que no solo es necesario cambiar el rumbo, sino que es viable y beneficioso hacerlo.
El estudio, elaborado en colaboración con el think tank Alimentta, compara dos futuros posibles para España: uno en el que se mantiene el modelo actual —basado en la producción intensiva, la exportación, el alto consumo de proteína animal y el desperdicio de alimentos— y otro en el que se aplica un modelo alimentario sostenible (MAS), que apuesta por la agroecología, la relocalización, el consumo responsable y la protección de los recursos naturales.
El modelo actual: emisiones al alza, pérdida de biodiversidad y España rural al límite
Si no se adoptan cambios profundos, en 2050 el sistema alimentario será el principal emisor mundial de gases de efecto invernadero, por encima del transporte y la energía, advierte el IPCC. En España, este sector aumentaría sus emisiones en un 7 %, y las emisiones agropecuarias lo harían en un 11 %. Las consecuencias serían devastadoras:
-
Incremento del 6 % de las especies terrestres amenazadas.
-
Disminución del 53 % de las capturas pesqueras en el caladero nacional.
-
Dietas desequilibradas, con un exceso de grasas animales y carencia de legumbres.
-
Aumento del desperdicio alimentario, responsable de un 20 % de las emisiones del consumo nacional.
“El sistema actual está roto. Está desconectado del territorio, de la salud de las personas y del planeta. Solo una transición alimentaria profunda puede garantizar un futuro justo, sostenible y resiliente”, ha afirmado Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace.
El modelo alimentario sostenible (MAS): un futuro con más vida, salud y empleo
Frente a este escenario de colapso, el MAS propuesto por Greenpeace plantea un cambio estructural en producción, consumo, distribución y gobernanza alimentaria. Los resultados serían transformadores:
-
Reducción del 116 % de las emisiones del sistema alimentario, convirtiéndolo en un sumidero de carbono.
-
Recorte del 95 % de emisiones en el sector agropecuario y del 88 % en el pesquero.
-
Disminución del 57 % de la contaminación de aguas por nitratos.
-
Mejora de las dietas gracias a un aumento del consumo de legumbres y reducción de proteínas animales.
-
Reducción del 96 % en las emisiones derivadas del desperdicio alimentario.
-
Incremento del 35 % del empleo vinculado al sector alimentario, y del 50 % solo en el sector agropecuario.
Cinco palancas clave para cambiarlo todo
Greenpeace identifica cinco ejes de actuación que permitirían llevar a cabo esta transformación con efectos en cascada:
-
Producción 100 % agroecológica en 2050, sin pesticidas ni fertilizantes sintéticos, con cultivos adaptados al clima y reducción del uso de agua.
-
Revolución de las legumbres, triplicando su producción y consumo, relocalizando cultivos y sustituyendo proteínas animales.
-
Fin de la ganadería industrial, especialmente del porcino, y apuesta por ganadería extensiva de base ecológica y arraigada al territorio.
-
Pesca artesanal de bajo impacto ambiental, con desaparición de la flota industrial, impulso al marisqueo tradicional y acuicultura extensiva.
-
Reducción radical del desperdicio alimentario, con políticas de redistribución, planificación, educación y fiscalidad.
Greenpeace reclama acción política inmediata
“El gran reto del siglo XXI es cómo nos alimentamos sin destruir el planeta ni dejar a nadie atrás”, ha subrayado Celia Ojeda, responsable de biodiversidad de Greenpeace España. “Este modelo funciona, es viable y está alineado con la ciencia. Lo que falta es valentía política para implementarlo”.
Por ello, Greenpeace lanza una batería de medidas urgentes dirigidas a las administraciones públicas:
-
Establecer objetivos vinculantes: 25 % de producción agroecológica para 2030 y 100 % en 2050.
-
Adoptar la dieta de salud planetaria, reduciendo consumo de carne y aumentando el de legumbres.
-
Crear un Plan Estratégico de Ganadería, que elimine las macrogranjas en 2050.
-
Poner fin a las subvenciones dañinas y destinarlas a productores sostenibles.
-
Apostar por redes de distribución locales, como mercados agroecológicos y food hubs.
-
Asegurar el acceso justo a tierras y agua para productores sostenibles.
-
Favorecer la igualdad, el relevo generacional y el empleo digno en campo y mar.
-
Reducir el desperdicio con herramientas estatales de planificación y redistribución.
-
Integrar la alimentación en políticas de clima, transporte, salud y vivienda, generando una gobernanza participativa.
Greenpeace concluye que esta revolución alimentaria no puede esperar más. El cambio no es solo deseable, es imprescindible. La pregunta ya no es si hay que hacerlo, sino cuándo y con qué ambición. La respuesta debe llegar ahora, con urgencia, decisión y visión de futuro.