La dictadura de las pulgas y el sentido de la vida

La dictadura de las pulgas y el sentido de la vida

Mientras el maestro Aeneas y sus aprendices se resguardaban de la lluvia, esperando a reanudar sus entrenamientos atléticos, comentaban la reciente muerte de un mendigo atragantado por un hueso de pollo en la puerta del templo de Afrodita.

 

-       ¿Qué propósito tiene nacer para vivir así maestro? – Preguntó Adelphos.

 

El viejo Aeneas se esforzaba en sacar brillo a los discos de lanzamiento frotándolos con un trapo. - El propósito es moverse, hacer algo, mejorar algo, que el mundo sea mejor contigo que sin ti – Dijo Aeneas señalándole con el dedo- Y que lo que hagas bien aquí quede para hacerte inmortal.

 

-       ¿Es obligatorio maestro? ¿No se puede vivir sin más? – Añadió Odell.

 

-       No es obligatorio, es la única razón, es esto o la nada: el parasitismo, la vida de piedra, la vida de las pulgas y los piojos, algo que fácilmente podría haberse ahorrado nacer pues el mundo es igual de bueno si ellos – Respondió.

 

-       Es muy cruel eso que dice maestro ¿y la mala suerte? – Señaló el pequeño Sofronio.

 

-       Ningún hombre nace sabiendo que tiene un propósito y una responsabilidad para con los demás, sin embargo sí lo saben las abejas y las hormigas- Y Aeneas tomó una del suelo con la yema de su dedo índice – El problema de los seres humanos es que Zeus nos deja a nosotros la búsqueda de la razón de vivir, incluso muchos ni buscan porque no saben ni tan siquiera que han de buscar algo – El maestro comenzó a hablar para la hormiga – Es lo que tiene la libertad, que somos libres de todo, incluso de pensar que la vida no tiene sentido alguno y vivir invisiblemente.

 

-       Yo me siento aliviado de haber conocido el porqué vivo, me tranquiliza saber el propósito – Dijo Adelphos a su grupo – Nacemos ciegos al sentido de la vida y si nos rodeamos de ciegos llegaremos a creer que la vida es un accidente, una excepción agradable pero nada más.

 

-       Sería más fácil nacer sabiéndolo todo, como las hormigas – Comentó jocoso Odell.

 

-       Todos lo sabemos al nacer ¿conoces algún bebé maligno? – Preguntó el maestro.

 

-       No, pero sí que conozco a muchos padres que siembran la debilidad, el miedo y el dolor en sus hijos – Respondió Adelphos aludiendo veladamente a su propio padre.

 

-       El problema es que hemos dejado que generaciones enteras vivan y mueran sin conocer el PROPÓSITO COMÚN y somos ahora nosotros los raros e, incluso, los perseguidos – Aeneas se puso en pie caminando ya hacia el estadio despejado de nubes – Estamos en un mundo de gente que viven como granitos de arena, estáticos, sin sentido, sólo sabiendo que el resto también está en el mismo grado de ignorancia que ellos, han llegado a creer que la duna de arena en la que conviven es la vida, un desierto inútil, parásito e insulso que amenaza con seguir creciendo.

 

-       En un mundo de arena nadie nos tomará en serio maestro – Se lamentaba Odell.

 

-       Primero hazlo por ti, hijo, es patético vivir como las motas de polvo – Le aconsejó el maestro.

 

Salieron los cuatro a la pista de atletismo para lanzar el disco.

 

Primero lanzó Adelphos, que nunca le había gustado esta disciplina y sólo estaba esperando a las carreras de la tarde. Sin realizar ningún movimiento de impulso lanzó el artefacto sin ganas.

 

-       Has lanzado el disco tal cual viven los granos de arena, sin sentido – Le regañó Aeneas.

 

Después lanzó Odell. Giró la espalda lo más que pudo para aumentar el impulso y el disco salió muy alto pero no lejos, cayendo a escasos pies de él.

 

-       Has lanzado tal cual viven los que tienen buenas intenciones pero dudan entre tantos granos de arena – Dijo el maestro.

 

Finalmente lanzó Sofronio. Giró la espalda tal como había hecho Odell pero añadió una vuelta a su técnica para que su cuerpo tomara la fuerza de una catapulta. El disco se fue lejos,  bastante más lejos que el de su amigo.

 

-       Has lanzado como lo que eres, un buen aprendiz – Acto seguido se dirigió él mismo hacia el punto de lanzamiento – Ahora verás como lanza un maestro.

 

Aeneas giró la espalda y añadió dos vuelta y media a su técnica provocando que el disco saliera en el ángulo perfecto y a la mayor velocidad que el cuerpo de un viejo podía imprimir. El disco alcanzó la mitad del estadio ante las miradas de asombro de quienes allí se entrenaban.

 

El maestro caminó hacia sus pupilos y les dijo: - Os he hecho una representación de la vida y la muerte ¿quién me la puede explicar?

 

Todos callaron ignorando la respuesta.

 

-       Yo soy el lanzador y el disco es mi gente ¿qué representan las dos vuelta y media que he dado con el disco? – Preguntó al grupo.

 

-       La vida, maestro, la vida con la gente – Respondió seguro Adelphos.

 

-       Y la fuerza que ido alcanzando en ese movimiento ¿qué significa?

 

-       La forma en que ha vivido, impulsando a la gente, ayudándoles, como las hormigas – Dijo Odell.

 

-       Muy bien ¿y qué representa el momento en que el disco se separa de mis dedos?

 

-       La muerte, maestro, su muerte- Sentenció Sofronio con solemnidad.

 

-       ¡¡Exacto!! – Aeneas alzó los brazos y comenzó a dar saltos de alegría ante sus discípulos. Pero de repente se paró en seco y pronunció una última pregunta con el ánimo del escultor que va a rematar una obra de arte.

 

-       Ahora estáis a punto de conocer el sentido de la vida – Dijo el maestro con tono misterioso- ¿Qué representa el vuelo del disco?

 

-       La vida sin usted – Respondió Adelphos.

 

-       ¡Eso es! – Rió dándole una sonora palmada en la espala - ¿Pero dónde está mi impronta? – Preguntó mirando a los demás - Si hubiera vivido, como Adelphos ha lanzó el disco, mi gente seguiría donde estaba antes de que yo naciera – Ironizó el maestro.

 

-       Cuando usted murió en ese lanzamiento el disco seguía en movimiento aprovechando su fuerza – Añadió Odell.

 

-       Por Zeus, hijos ¿qué os he mostrado en realidad?

 

-       ¡La inmortalidad! – Gritaron los tres al unísono.

 

 

José Ángel Caperán


Psicólogo y coach en Gijón

jacaperan@gmail.com

Twitter @Jcaperan

 

Ilustración: Bejamin Lacombe.

12 comentarios

  • # Heidi Metal Responder

    13/11/2012 11:08

    Tus últimos textos me han gustado mucho,Jose, lastima q no surja ningún debate. Por cierto, no me publicasteis el comentario sobre los escarabajos, para una vez q tengo una actitud "constructiva..." Ya q me queda espacio, aprovecho para enviar un saludo!

  • # José Ángel Caperán Responder

    13/11/2012 12:38

    Gracias Heidi! Esta semana este blog cumple un año! Y por eso os lanzo esta pregunta al aire a raíz de este relato: ¿estáis dejando huella en vuestro entorno o estáis pasando inadvertidos?

  • # mara Responder

    15/11/2012 14:22

    Todos creemos que dejamos huella, supongo que es cuestión de vanidad y de pensar que no somos invisibles para el resto del mundo. La cuestión es si la realidad se corresponde con nuestra percepción.

  • # José Ángel Caperán Responder

    16/11/2012 13:01

    Gracias Mara, sin embargo la única forma de saber si dejamos huella es si ese esfuerzo viene devuelto en forma de satisfacción, agradecimiento o simplemente una sensación de "estar haciendo lo que debo hacer por el bien de todos".

  • # José Ángel Caperán Responder

    16/11/2012 13:04

    Es incompatible la seguridad de que estoy dejando huella con recibir del entorno nada más que indiferencia y negatividad. No pongamos tan fácil la lupa en el otro, "desagradecido y malo", sino primero en nosotros pues quizá estamos recibiendo lo que damos

  • # Heidi Metal Responder

    18/11/2012 23:09

    Jose, una vez más, discrepo contigo. Supongo q porque somos el resultado irremediable de nuestra educación y nuestra experiencia. Hacer el bien deja huella? y atrae cosas positivas? Entonces, por qué tan poca gente lo hace, poses a parte? Saludos.

  • # Heidi Metal Responder

    18/11/2012 23:15

    Estarían bien unos cuantos caracteres más... Sólo añadir q me gustan cada vez más tus textos (aún discrepando), estos últimos tratan de temas universales, y sin embargo, parecen más concisos q otros anteriores, me gustan más. Para gustos... Un saludo

  • # José Ángel Caperán Responder

    19/11/2012 16:41

    Heidi, en el 99.99% de los casos el origen de la infelicidad es una personalidad ineficiente e ineficaz, tanto para la propia persona que la posee como para quien quien la soporta como amigo, familiar, etc. Y es porque desconocen para qué están vivos.

  • # Heidi Metal Responder

    19/11/2012 22:26

    Vaya, porcentajes...así q generalizando...? No te replicaré, salvo q fuera vía e-mail, por falta de espacio, y porque nunca quise monopolizar el debate. Sólo decir, q, buenos o malos, creo q estamos donde más nos bailan el agua. De todas formas, gracias

  • # sofi Responder

    23/11/2012 11:32

    Todos oímos "quien siembra vientos recoge tempestades" y "de aquellos polvos estos lodos".. La gente reacciona a ti: "da gusto tratar con X", "espero, pero que me atienda A" "M no tiene palabra" "a fulano no hay quien lu mire al focicu".. Esa es tu huella

  • # Mara Responder

    25/11/2012 18:37

    Quizas dejar huella no sea lo importante, si no vivir decentemente, haciendo las cosas lo mejor y mas generosamente que podamos y sepamos. El q l demas l perciban o no creo q es secundario

  • # Heidi Mental Responder

    25/11/2012 21:55

    La huella no me parece tan importante, salvo en lo q respecta a aportar algo al mundo. De otra manera podríamos concluir q los/as hipócritas son quienes más huella dejan. La forma es importante, pero creo q el fondo aún más. Nos preocupamos por el fondo?

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