La Policía desmantela en Gijón la organización criminal más peligrosa asentada en Asturias en años, una red que ofrecía violencia “a la carta” y acabó enfrentándose a tiros con las élites policiales
Durante años caminó sin hacer ruido. Sin llamar la atención. Sin dejar rastro aparente. Mientras Asturias seguía viéndose a sí misma como territorio de paso, una organización criminal de alto nivel había elegido Gijón como centro de operaciones, logística y descanso. Al frente estaba un hombre que se hacía llamar “El Elefante”. Y como él mismo escribió en redes sociales: “no necesita decir lo grande que es; solo camina”.
Ese hombre se llama Auris, es dominicano, y hoy está en prisión tras protagonizar uno de los episodios más graves de crimen organizado vividos en España en los últimos años: un tiroteo directo contra agentes del GEO, la unidad de élite de la Policía Nacional.
Un salto cualitativo: del crimen por encargo a las toneladas de cocaína
Las investigaciones coordinadas por la Policía Nacional y la Guardia Civil han permitido reconstruir la evolución de esta banda. No empezó traficando grandes cantidades de droga. Su primer negocio fue otro: el de la violencia profesionalizada.
Los investigadores lo definen sin rodeos: “Crime as a Service”, crimen como servicio. Ajustes de cuentas, robos de alijos, intimidaciones armadas, cobros de deudas imposibles. Trabajaban para otros grupos. Eran ejecutores, no jefes. Pero eso cambió.
En los últimos tiempos, la organización dio un salto decisivo: pasó a coordinar directamente la entrada y distribución de cocaína a gran escala, con destino a Madrid, Cataluña, otras comunidades y Portugal. Las pesquisas apuntan a toneladas de droga, no a operaciones menores.
Asturias —y en concreto Gijón— se convirtió en una base perfecta: discreta, bien comunicada y alejada del foco permanente que soportan otros puntos calientes del narcotráfico.
El día que el Elefante embistió
El 9 de noviembre todo saltó por los aires. Auris y tres de sus hombres viajaron hasta una urbanización de El Casar de Escalona (Toledo). Según los investigadores, iban a cobrar una deuda millonaria vinculada a un alijo de cocaína. No descartaban nada: ni amenazas, ni secuestros.
Lo que no sabían es que les seguían de cerca.
Cuando los agentes del Grupo Especial de Operaciones intentaron interceptarlos, los narcos abrieron fuego. No hubo aviso, ni huida. Hubo disparos.
La respuesta policial fue inmediata. El enfrentamiento terminó con uno de los integrantes de la banda muerto, varios heridos y la detención del propio Auris. Tras el tiroteo, aún con el eco de las balas, el jefe preguntó: “¿Cómo están mis chicos?”. Uno yacía sin vida en el suelo.
Gijón como cuartel general
La investigación judicial, que instruye el Juzgado de Instrucción número 1 de Oviedo y permanece bajo secreto, ha confirmado que la red llevaba años asentada en Gijón. Allí vivían, allí se reunían, allí planificaban operaciones que acababan ejecutándose en otros puntos de España.
Para camuflar su actividad, el grupo había creado empresas pantalla: una vinculada al transporte por carretera y otra dedicada al lavado de coches. Los investigadores sospechan que ambas formaban parte de un sistema de blanqueo de capitales con el que justificaban ingresos procedentes del narcotráfico.
Lujo nocturno, normalidad diurna
Auris jugaba a dos vidas. De noche, lujo sin disimulo: ropa cara, relojes de oro, fiestas privadas, botellas de champán y, en alguna imagen fugaz después borrada, una pistola sobre la mesa. De día, el camuflaje perfecto: paseos por la playa de San Lorenzo, visitas a Santuario de Covadonga, fotos en el muelle de Cudillero.
En redes sociales cultivaba una falsa modestia: “No hablo de los pobres porque de ahí vengo; tampoco hablo de los ricos porque para allá voy”. Esa huella digital, irónicamente, acabó siendo clave para los investigadores.
La banda más peligrosa detectada en Asturias en años
Los cuerpos de seguridad no dudan en su valoración: Auris es el narcotraficante más importante detenido en Asturias en los últimos años, y su organización, una de las más violentas y profesionalizadas.
La investigación sigue abierta. Se buscan ramificaciones, socios internacionales y posibles conexiones fuera de España. Todo apunta a que el jefe no trabajaba solo y que la cúspide real de la cadena podría estar en otro país.
Un aviso inquietante
El caso del “Elefante” marca un antes y un después. No solo por la cocaína, ni por el tiroteo. Porque demuestra que el crimen organizado más duro ya no necesita grandes puertos ni barrios marginales para asentarse. Puede instalarse en silencio, en una ciudad cualquiera, durante años, hasta que un día decide disparar incluso contra los mejores policías del país.
Y cuando eso ocurre, ya es demasiado tarde para mirar hacia otro lado.
