Cruzar el Huerna no es solo una barrera geográfica: es un muro gravoso que cada día le cobra un tributo injusto al conductor asturiano. Cuando arrancas el coche rumbo a Madrid, no solo enciendes el motor, también enciendes una factura que pesa como un impuesto extra: 15,60 € de peaje solo en ese tramo, parte de los ~30,75 € que suman los peajes del trayecto completo. Y cuando todo está dicho y hecho, ese peaje silencioso se convierte en la razón por la que pagarás más y tardarás demasiado.
Porque el problema es doble: tiempo robado y dinero obligado.
El reloj en tu contra
El viaje en coche desde Gijón puede consumir más de 4h30–5h de tu vida. Y todo eso para desembolsar entre 68 € y 76 € salvo que tú no seas el que paga el castigo del Huerna. Si ese peaje desapareciera —y si también cayese el de la AP-6— podrías ahorrar hasta ~30 € por trayecto. En su lugar, mantienes las tarifas intactas y el conductor asturiano paga doble por tramos que pocos lectores conocen en verdadero detalle.
Tren y avión: los “ladrones” de horas que devuelven euros
Mientras tanto, el tren atraviesa la montaña en ~3h08 (Oviedo–Madrid) o ~3h39 (Gijón–Madrid), cobrando entre 7 € y 25 € en trayecto. El avión se cuela por el aire en ~1h15 de vuelo —si no contamos tiempos extra de aeropuertos—, con tarifas que oscilan entre los 18 € y 55 € en ofertas.
Comparativa cruda: el coste por hora que te ahorras frente al coche es ridículamente bajo si eliges tren, mientras el peaje del Huerna convierte cada kilómetro de carretera en una pequeña extorsión fija.
El peaje del Huerna: una losa política y social
No es solo una tarifa: es una patata caliente política. El dictamen europeo cuestiona su legalidad. El Principado pulsa todos los botones para su suspensión. Todos los ojos miran al Gobierno español. Pero mientras tanto, el bolsillo del asturiano sigue siendo el conejillo de Indias de una infraestructura que penaliza desde el silencio.
Al final, el peaje del Huerna es más que un tramo de autopista con barrera: es una carga estructural. Y hasta que no caiga, cada viaje hacia Madrid será un recordatorio de que al cruzar esa montaña no solo estás atravesando el paisaje, estás atravesando tu nómina.