.Más de 2.000 personas convierten Gijón en un grito de Orgullo para exigir una ley autonómica LGTBI+ que aún no ha llegado. Asturias y Castilla y León son las únicas comunidades que siguen sin una norma propia.

Con confeti, banderas arcoíris, pancartas combativas y un mensaje que resonó con claridad en cada esquina de la ciudad: Asturias no puede esperar más. Este sábado, más de 2.000 personas se movilizaron en Gijón para exigir al Gobierno del Principado la aprobación de una ley autonómica LGTBI+ que reconozca, proteja y ampare los derechos del colectivo en la región.

“¡Vergoña! 20 años después, Asturies sigue ensin llei LGTBI+”, proclamaba la pancarta principal.

Una frase cargada de memoria, porque justo se cumplen dos décadas de la aprobación del matrimonio igualitario en España. Pero también cargada de rabia: Asturias es, junto con Castilla y León, la única comunidad autónoma que aún no ha aprobado su propia ley LGTBI+.

Del Begoña al Muro: Orgullo, rabia y esperanza

La marcha partió del paseo de Begoña, avanzó por el Muro de San Lorenzo y concluyó en una abarrotada plaza Mayor. Entre quienes la encabezaban, la asociación Xega, convocante del evento, acompañada de colectivos feministas, sindicatos, familias, representantes de entidades sociales y también miembros del propio Gobierno autonómico.

“No queremos más promesas. Queremos la ley sobre la mesa, ya”, se coreó durante todo el recorrido.

Pancartas como “Ni un paso atrás”, “Aquí está la resistencia trans” o “Asturias ye un paraísu, no un armariu” reflejaron la diversidad de voces que protagonizaron la protesta. Y también el dolor por una discriminación que sigue presente.

Una ley prometida… pero nunca aprobada

Aunque el Gobierno del Principado —representado en la marcha por la viceconsejera de Derechos Ciudadanos y la directora de Participación y Diversidad Sexual— se ha comprometido a aprobar el borrador en Consejo de Gobierno en las próximas semanas, lo cierto es que el colectivo no olvida los retrasos acumulados. Y la desconfianza se respira.

“Llegan tarde. Esta ley lleva años prometiéndose. Queremos que refleje nuestras necesidades reales”, apuntó desde el micrófono de la plaza una de las portavoces de Xega.

Desde el Ejecutivo, el consejero Ovidio Zapico ha asegurado que la norma será tramitada este segundo semestre de 2025 en la Junta General del Principado. El anteproyecto incluye medidas de protección institucional, formación, visibilidad y un marco para prevenir y sancionar la LGTBIfobia, pero no ha sido aún consensuado con buena parte de los colectivos sociales.

Orgullo que también es memoria

La manifestación también tuvo espacio para la emoción y el recuerdo. Se guardó un minuto de silencio por las víctimas de violencia machista, se lanzaron mensajes de apoyo a Palestina, y se rindió homenaje al matrimonio igualitario, con personas vestidas de novios y novias recorriendo el paseo.

La carroza de 'El Orgullín del Norte' puso la nota festiva final a una jornada que, en palabras de los propios organizadores, es más necesaria que nunca:

“Frente al odio, comunidad. Frente al retroceso, resistencia. Frente al silencio, Orgullo”.

Asturias y Castilla y León, las únicas sin ley

La situación de Asturias no es un caso aislado, pero sí cada vez más excepcional. Solo Castilla y León comparte con nuestra comunidad el dudoso honor de seguir sin una ley LGTBI+ propia. Allí, la proposición de ley impulsada por el PSOE ha sido admitida a trámite hace unas semanas en las Cortes, tras la abstención del PP y el voto en contra de Vox. En el caso asturiano, la presión social se ha intensificado tras constatarse que otras 15 comunidades ya han dado este paso.

A nivel estatal, el Congreso está tramitando una reforma legal para penalizar las llamadas “terapias de conversión” con hasta dos años de cárcel, y el Ministerio de Igualdad ha desplegado una estrategia nacional de 297 medidas para combatir la discriminación y la violencia hacia el colectivo.

Asturias Mundial opina

Desde Asturias Mundial consideramos que la aprobación de una ley LGTBI+ asturiana no es una cuestión simbólica ni decorativa. Es una deuda legal y moral, y debe ser abordada con urgencia, ambición y consenso. No bastan las declaraciones institucionales ni las buenas intenciones: hacen falta leyes con impacto real.

La ciudadanía ya ha hablado. Y lo ha hecho alto y claro.

“Lo que yo haga con mi vida no es debate”, decía una de las pancartas. Pues eso.

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