Ser mujer y morir en el intento

El año 2015 fue optimistamente considerado por algunos medios como un buen año para el feminismo a partir de determinados hitos (el voto de “algunas” mujeres en Arabia Saudí, los discursos de Emma Watson ante la ONU y otros posicionamientos de actrices en las galas, el fin de toda una era de desnudos en el calendario Pirelli…)

En España tendría lugar uno de los más destacados, la Marcha del #7N en Madrid contra las violencias machistas, que congregó a un millón de personas para protestar contra los asesinatos de mujeres y exigir un posicionamiento claro de los partidos políticos y la sociedad contra esta lacra.

Me gustaría creer que Ciudadanos perdió votos por enseñar la oreja y hacer piruetas con un tema tan sangrante, así como estoy convencida de que el Chacachá del Tren de la Libertad arrolló a Gallardón y consiguió retirar el proyecto de Ley de Reforma del Aborto. Pero estamos muy lejos aquí y en todas partes de vivir en paz, sin miedo ni peligro reales.

En España, en los siete días que llevamos de año, la violencia de género ha segado la vida a cuatro mujeres, 109 fueron asesinadas en 2015 en una negra estadística que suma y sigue. Una de las organizadoras de la Caravana de la Libertad que estuvo en Xixón, junto con otras dos activistas kurdas, fueron asesinadas impunemente anteayer por el ejército turco. En India otra mujer violada colectivamente ha sido castigada con multa y lapidación. En Nigeria aparecen algunas de las niñas embarazadas tras haber sido brutalmente violadas y son repudiadas por la sociedad. Y la alcaldesa de Colonia dicta instrucciones a las mujeres para evitar agresiones sexuales, al igual que el Twitter de la Guardia Civil, que recomienda no emborracharse en las fiestas para no despertar llorando (sic)

Solo hay que ver a esos zorrocotrocos que pueblan las teles referirse a una diputada como mala puta, guarra, amargada, fea, vieja… sin escucharla y solo porque sus ideas no coinciden o su flequillo no les gusta. Y no se critica por ello a las televisiones ni se cierran cuentas ofensivas de Twitter ni Facebook, ni veo al fiscal detrás de ellos. Porque de humor tienen bien poco…

Nada de sensibilización o de condena a los machitos, no. Se culpabiliza a las víctimas mientras lista amenaza hacerse otra vez en 2016 extensa, desoladora, demoledora, vergonzante. En muchos países, de iure y de facto, ser mujer y no morir en el intento es un milagro, no una película.



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