Venezuela sigue fracturada

Este domingo   Venezuela   celebró unas elecciones municipales tensas, cuyo resultado es el mismo de los últimos 15 años: división absoluta. Nada ha cambiado. Los resentimientos siguen arraigados: ninguna  mejoría, basada en la convivencia, se vislumbra en lontananza.

La nación caribeña sufre una inflación galopante que sobrepasa el 49 por ciento: la más alta de Latinoamérica, tras Haití.

 

A esto se  debe añadir  la conflictiva situación política.

 

El maremoto social que representó Hugo Chávez Frías, un militar con enraizadas ideas comunistas germinadas en La Habana a la sombra de Fidel Castro, ha dado paso a un sucesor inesperado, Nicolás Maduro, cuya política social más asombrosa es bajar los precios por decreto. Esto, en un gobierno que importa el 70 por ciento de sus necesidades en dólares, representa comida hoy  y hambre mañana.

 

Tras terminar el recuento de los votos, el líder opositor, Henrique Capriles Radonski, reflexionó sobre las cifras anunciadas y consideró que las elecciones sólo demuestran “que Venezuela no tiene dueño y que es un país dividido que necesita diálogo”.

 

Al comparar el 44% obtenido por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el 40,96% de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), expresó que ojalá el Gobierno sepa leer el resultado, “nosotros lo haremos”.

 

Capriles Radonski cuestionó la lectura electoral  del presidente Nicolás Maduro  – no lo reconoce como tal -  basada en los resultados de  una victoria que en verdad no existió.

 

 La realidad de la situación actual salida de la votación es clara: Los resultados electorales mantienen la correlación de fuerzas entre los dos grandes partidos antagónicos, y solamente un diálogo  cabal, sin cartas guardadas y pensando en la unidad de los venezolanos, pudiera ser la única esperanza posible.

 

Dadas las ideas políticas tan dispares entre uno y otro contendor, eso no parece factible  a corto plazo.

 

Nicolás Maduro – el heredero -  ganó puntos con sus recientes medidas económicas, aún a sabiendas de que no podrá mantenerlas mucho tiempo. Actuó más basado en la obtención de votos que en su resultado sólido a futuro. Procedió con el  estilo de un político del montón al no seguir las directrices de un estadista, que no lo es… por ahora,  pensando más en sus adeptos. Al final no salió golpeado del todo,  tampoco triunfante.

 

Vendrán meses  complicados. El gobierno tiene en sus manos una victoria pírrica – no ganó en las ciudades llamadas “la joya de la corona”: Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto ni en la ciudad de Chávez, Barinas- mientras la oposición centra su esperanza cara a un  futuro no tan lejano: la elección presidencial.


Al final, lo glosado: el país de Simón Bolívar y Francisco Miranda, Andrés Bello y Arturo Uslar Pietri,  se halla irremediablemente  dividido, un  mal de muchas llagas, algunas ya putrefactas.



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