Cien días de evangelio

El pasado 19 de marzo los argentinos se despertaron con una hermosa historia. Daniel, el kioskero de la Plaza de Mayo de Buenos Aires, se despidió del cardenal con una pregunta: "¿Jorge, vas a agarrar la batuta?", a lo que el cardenal respondió: "Eso es un fierro caliente, nos vemos en veinte días".
Supongo que no hace falta aclarar que estoy hablando del querido Papa Francisco que hace unos días cumplió "cien días" como obispo de Roma. Me parece a mi que aunque pase el tiempo, quedará entre nosotros un rastro imborrable de coger el evangelio por donde quema. Malégue hablaba de la "sencillez de la santidad", y el Papa Francisco aparece como un hombre humilde, cordial, cercano que confía mucho en la bondad del hombre como aquel santo de Asís que encontraba a Dios en todas las criaturas.
Está claro que el Papa Francisco quiere renovar la Iglesia, pero se ha encontrado con "un fierro caliente" por la herencia recibida. Le quedan muchos desafios, pero él ha apostado por revolucionar la Iglesia a través de las cosas sencillas, con la sonrisa acogedora, la bondad personal, la pobreza sin alharacas, la cercanía con la gente. Y el tiempo hablará de sus aciertos.
La figura del Papa ha cambiado incesantemente con el tiempo. No es lo mismo un Papa del siglo II, que uno del siglo XV, o de nuestros días. Pero lo decisivo es que sea creyente de verdad, humano y que huela a evangelio para que la Iglesia sea una familia acogedora.



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