Graciano García, no fue un sueño

El próximo día 10 de octubre en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo será presentado un libro – “Graciano García, no fue un sueño. Biografía íntima del creador de los premios Principe de Asturias”- que rec0ge la biografía del periodista y director emérito de la Fundación Príncipe de Asturias Graciano García, un allerano que un  buen día, cuando se reponía de una mala experiencia profesional, haber promovido y dirigido “Asturias Diario”, se le ocurrió la idea que más ha puesto a esta región de moda en el mundo mundial: Los premios Príncipe de Asturias que cada año concede la fundación que lleva el nombre de los herederos de la Corona de España, los Príncipes de Asturias.

El libro ha sido escrito por un buen amigo y colega de Graciano García, el también periodista allerano Juan de Lillo, autor también de otras biografías como la del ex presidente Rafael Fernández o la del empresario Francisco Rivera. El prólogo lo ha escrito Víctor García de la Concha, presidente del Instituto Cervantes y ex director general de la Real Academia Española de la Lengua, y me consta que también ha aportado su grano de arena el colega Evaristo Arce, compañero tiempo atrás de Juan de Lillo y del propio Graciano García en la redacción de La Nueva España.

Graciano, que en la actualidad cuenta 73 años, pero absolutamente bien llevados, hubo de jubilarse como director de la Fundación Príncipe de Asturias que él había inventado en 1980 tras una  nunca bien explicada reforma de los estatutos de la misma en la que se puso la condición de que todo empleado de la misma debería de irse a los 70 años. El caso es que tras la marcha del periodista allerano y pese a las buenas inte nciones de su sucesora, la actual directora Teresa Sanjurjo, la opinión pública asturiana nota que esta institución está a la baja ya que además su presidente, el bancario Matías Rodríguez Inciarte, bastante tiene con  ocuparse del Banco de Santander en donde desempeña el cargo de vicepresidente.

Personalmente me parece muy oportuno que ahora se publique un libro sobre Graciano García. Creo es de justicia. Pocas personas emprendedoras y con más fe en sus iniciativas he conocido a lo largo de mis casi 50 años de periodista. Lo tuvo con aquella inolvidable revista “Asturias Semana!”  que marcó un novedoso periodismo en esta región durante una dificil década, la de los últimos años del tardo franquismo y de la transición, con “Asturias Diario” cuya única equivocación fue salir en un momento en que había ocho periódicos en Asturias, y luego con ese magnífico invento que son los premios Príncipe de Asturias.

Pero Graciano García es una persona inquieta y creativa y hace veintidos años se metió a editor de libros, dado sun gran afición por los mismos, creando Editorial Nóbel. Lo que nació siendo una modesta y voluntariosa editorial asturiana es hoy un importante emporio editorial  bajo el nombre de Grupo Paraninfo y que agrupa a cuatro editoriales, cada una especializada en temas de pegada que van desde la formación hasta la simple novela de evasión o libros didácticos. Acaba de adquirir además una editorial en México desde donde está extendiéndose por toda Hispanoamérica. La facturación hace varios ejercicios que alcanza cifras muy importantes. Y lo principal, al frente del grupo editorial Graciano García tiene a sus dos hijos, Pelayo y David, que desde que se han incorporado al mismo está sufriendo un importante crecimiento.

Con más de 2.000 autores en cartera y 7.000 títulos Graciano García está más que orgulloso de su empresa que además se ha convertido en un importante cliente de las principales imprentas asturianas, sector éste muy castigado por la crisis.

Por supuesto que el libro de Juan de Lillo no lo edita el Grupo Paraninfo pero sí otra prestigiosa editorial asturiana y el próximo día 10 en el auditorio Príncipe de Asturias la sala estará a reventar tantos son, me consta, los amigos de este periodista allerano quien, sin duda, tuvo la mejor idea de márketing de nuestra historia contemporánea para con la Asturias de nuestros amores. Ahí está precisamente la historia de la Fundación Príncipe de Asturias y sus premios para demostrarlo.



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