Álvarez-Cascos: "Dadme asturianos sin trampa ni disfraz, como José Naveiras"

Álvarez-Cascos: "Dadme asturianos sin trampa ni disfraz, como José Naveiras"


Grandas de Salime.- El presidente del Principado en funciones, Francisco Álvarez-Cascos, participó este sábado en el homenaje que amigos y vecinos depararon a José Naveiras, Pepe el Ferreiro, cuyas virtudes ensalzó afirmando "Dadme asturianos sin trampa ni disfraz, como José Naveiras, que vayan derecho a las realidades, sin atajos, con entusiasmo, desoyendo los consejos de los que están de vuelta (aunque no hayan ido a lugar alguno), y sin miedo a que los inquisidores de la ortodoxia administrativa les tiendan emboscadas, y levantaremos Asturias"

 

 

Intervención del presidente:

 

Pepe el Ferreiro cumple hoy 70 años, y sus amigos hemos considerado que era un día muy especial para acudir a Grandas de Salime a felicitarlo y, de paso, a darle las gracias desde lo más profundo de nuestros corazones porque, como reza el refrán popular “es de bien nacidos ser agradecidos”.

José Naveiras es, en sí mismo, persona de difícil catalogación: es un prototipo de imaginación, un modelo de esfuerzo, una mano tendida, un verso suelto, un hombre libre. Su obra, en cambio, es fácil de reconocer, siempre que uno supere el miedo a la lejanía y se acerque a Grandas de Salime para admirar la dimensión colosal de la maravilla  enmarcada entre el Castro Chao San Martín y el Museo Etnográfico de Grandas de Salime. Los que no aceptamos que la cultura trascendente se limite exclusivamente a lo que sucede en las grandes urbes como Atenas, Roma, Madrid o Nueva York, la obra de Pepe el Ferreiro nos parece de indiscutible dimensión universal. 

Emilio Marcos Vallaure, que le conoce muy bien desde sus primeras inquietudes investigadoras, nos cuenta que las virtudes de Pepe son: “una capacidad de observación fuera de lo común, una retentiva visual extraordinaria y una gran habilidad técnica para entender el funcionamiento de todos los ingenios y herramientas con los que el campesino se enfrentó a su medio para poder subsistir hasta muy avanzado el siglo XX. Por supuesto, también una tenacidad a prueba de bomba para superar los múltiples obstáculos, que tirios y troyanos pusieron en su camino”.

 

Yo me permito añadir que en Pepe se dan dos circunstancias psicológicas aparentemente contradictorias pero que, bien ensambladas por su talante de artesano de sí mismo, producen un efecto certero y luminoso. Pepe es como un niño sorprendido por las primeras luces y, al mismo tiempo, un veterano que regresa del frente con la sabiduría que dan las cicatrices. A Pepe el pasado le maravilló, pero aún le sedujo más el futuro. ¿Se imaginan un mundo en que los niños tuviesen la sabiduría de los ancianos, y en que a los abuelos la vida les pareciese un descubrimiento cotidiano?. Pues algo de ese ser extraordinario se esconde tras la bonhomía y la humildad de José Naveiras.

Pepe es fiel a sí mismo y a quienes le rodean. Gracias a su benemérito trabajo silencioso y constante, nuestro hombre se adelantó a los que se ocupaban de saquear la España rural para convertir útiles, muebles y aperos en negocio lucrativo, y empeñó su vida en la búsqueda minuciosa por los pueblos del Occidente para salvar de la quema, la basura o el olvido las primeras piezas que hoy componen una de las colecciones etnográficas más importantes de Europa.

Detrás de la colección de aperos de labranza, de herramientas, de utensilios y de piezas representativas de la zona rural asturiana que Pepe el Ferreiro formó en su andadura incansable hay mucho más que un patrimonio cultural. Detrás está la memoria viva de una criatura con alma y sentimientos que recupera las costumbres que permanecían olvidadas por una sociedad que, sin darse cuenta, estaba perdiendo su identidad y la de sus pueblos, despojados de los últimos vestigios de su secular de vida rural. Detrás de la obra de Pepe el Ferreiro esté el alma de un pueblo.

 

Pepe el Ferreiro es el artífice de un milagroso renacimiento de la historia de nuestros antepasados, documentada a través de los miles de objetos curiosos que él recuperó amorosamente del desuso y les volvió a dar vida, al tiempo que convirtió a Grandas de Salime en un centro cultural de nivel internacional, devolvió a sus vecinos la conciencia de pertenecer a una sociedad rural y nos hizo sentirnos a los asturianos orgullosos de su valía.

Su pasión por el legado de nuestros antepasados nos enseña a todos a concebir la existencia humana como un “contínuum” en que todos estamos obligados a ser eslabón de tránsito, pero no meta final. Pepe sabe que nada ha sido fabricado casualmente, que cualquier objeto, sea útil o inútil, tiene sentido. Y, como un monje laico, fue y sigue por la vida indagando, protegiendo, guardando, mostrando las pequeñas máquinas de madera o de hierro o de piedra que, desde hace siglos, nos ayudan a vivir y a convivir.

Dadme asturianos sin trampa ni disfraz, como José Naveiras. Personas que vayan derecho a las realidades, sin atajos, con entusiasmo, desoyendo los consejos de los que están de vuelta (aunque no hayan ido a lugar alguno), y sin miedo a que los inquisidores de la ortodoxia administrativa les tiendan emboscadas, y levantaremos Asturias. Con asturianos como Pepe el Ferreiro es fácil levantar Asturias. Sigamos su ejemplo.

 

Muchas felicidades, querido Pepe, y muchas gracias por legarnos a los asturianos una obra inconmensurable.

 

 

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