Los ataques contra Misrata apuntan a crímenes de guerra

Los ataques contra Misrata apuntan a crímenes de guerra

Los ataques de las fuerzas leales al coronel Gadafi contra zonas civiles y residenciales de Misrata podrían constituir crímenes de guerra, ha manifestado Amnistía Internacional hoy en un nuevo informe sobre la sombría situación de la ciudad sitiada.

En Misratah: Under Siege and Under Fire se acusa a las fuerzas de Gadafi del homicidio ilegítimo de civiles debido a ataques indiscriminados, que incluyen el uso de artillería pesada, cohetes y bombas de racimo en zonas civiles y disparos de francotiradores contra los habitantes.

También se documentan en el informe disparos sistemáticos contra manifestantes pacíficos y desapariciones forzadas de presuntos opositores, que podrían constituir crímenes de lesa humanidad.

"La magnitud de los ataques incesantes que hemos visto efectuar a las fuerzas de Gadafi para intimidar a los habitantes de Misrata durante más de dos meses es realmente horrible”, ha señalado Donatella Rovera, asesora general de Amnistía Internacional, actualmente en Libia.

"Pone de manifiesto una falta total de respeto por la vida de las personas corrientes y constituye una clara infracción del derecho internacional humanitario."

Amnistía Internacional ha pedido a las autoridades de Trípoli que pongan fin de inmediato a los ataques indiscriminados y los ataques directos contra civiles y bienes civiles.

Desde que Misrata declaró su lealtad a las fuerzas de la oposición en febrero, las fuerzas de Gadafi han tomado posiciones en el centro de la ciudad y en torno a ella para lanzar incesantes ataques indiscriminados contra sus barrios residenciales.

Han muerto decenas de personas sin relación con los enfrentamientos armados y han resultado heridas centenares más, en muchos casos como consecuencia del impacto indiscriminado de cohetes Grad de 122 mm lanzados desde decenas de kilómetros de distancia y de proyectiles de artillería de 155 mm y de mortero.

Los cohetes, los morteros y los proyectiles de artillería están concebidos para ser utilizados contra formaciones de infantería y unidades blindadas. Según el derecho internacional humanitario, ninguna de estas armas debe utilizarse jamás en zonas residenciales pobladas.


El 14 de abril de madrugada murieron una decena de habitantes de Misrata y resultaron heridos muchos más al caer sobre el barrio de Qasr Ahmad varias salvas de cohetes. Muchas de las víctimas guardaban en ese momento cola a la puerta de una panadería.

El 15 de abril, Amnistía Internacional encontró indicios del uso de morteros con submunición de racimo en zonas residenciales, incluido el centro de la ciudad.

La organización explicó que la munición de racimo, que no discrimina entre civiles y militares, no debe ser utilizada en ninguna circunstancia, por lo que su uso en zonas residenciales constituía un incumplimiento flagrante de la prohibición internacional de los ataques indiscriminados.

Amnistía Internacional determinó también que las fuerzas de Gadafi utilizaban a francotiradores contra los habitantes de las zonas controladas por combatientes de la oposición para impedirles circular libremente.

Ibrahim Ahmad al-Dernawi, de 33 años y padre de tres hijos, murió en casa de sus padres por disparos efectuados aparentemente por un francotirador. Su padre contó a Amnistía Internacional:

“Tenía a su hijo de seis meses en el regazo y estábamos hablando. De repente oí el ruido del cristal al partirse, aunque la ventana no se rompió. Entonces vi que a mi hijo le sangraba la cara. Murió al instante.”

Muchos habitantes de la ciudad llevan semanas atrapados en zonas próximas al frente, en particular en torno a la calle de Trípoli, sin poder salir de allí por temor a los disparos de los francotiradores.


Amnistía Internacional encontró también indicios del uso de escudos humanos por parte de las fuerzas de Gadafi. En el barrio de Gheiran, al suroeste del centro de la ciudad, se apostaron tanques junto a edificios civiles, aparentemente con objeto de protegerlos de posibles ataques aéreos.

Esta forma de "protección" es una violación del derecho internacional y constituye un crimen de guerra.

Amnistía Internacional ha puesto también de relieve la difícil situación de los miles de migrantes que se encuentran atrapados en el puerto de Misrata, cada vez más atacado ahora por las fuerzas leales al coronel Gadafi para intentar privar a los habitantes de la ciudad del único medio de contacto con el mundo exterior que les queda.

El 4 de mayo, cuatro miembros de una familia de Níger –dos niños de menos de dos años y su tío y su tía– resultaron muertos en un ataque con cohetes cuando esperaban a ser evacuados de Misrata.

Amnistía Internacional ha pedido a la comunidad internacional que preste su apoyo a las investigaciones internacionales sobre los abusos contra los derechos humanos y las violaciones del derecho internacional humanitario cometidos en Libia, en particular las de la Corte Penal Internacional y la comisión de investigación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

El 4 de mayo, el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luís Moreno-Ocampo, dijo al Consejo de Seguridad de la ONU que iba a pedir a los jueces de la Corte que dictaran órdenes de detención contra tres personas por crímenes de lesa humanidad cometidos en Libia.


"La población de Misrata lleva meses sin tener dónde ir en busca de seguridad o ayuda”, ha afirmado Donatella Rovera.

"La comunidad internacional debe prestar toda la ayuda posible –económica, jurídica y práctica- a los organismos que intentan llevar ante la justicia a los presuntos autores de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos en Misrata y otras partes de Libia."

Información complementaria
Las conclusiones de Misratah: Under Siege and Under Fire están basadas en la visita que realizó una delegación de Amnistía Internacional a Misrata del 14 al 20 de abril. El informe se basa también en una visita que hizo Amnistía Internacional a Túnez del 6 al 20 de abril, en la que entrevistó a habitantes de Misrata heridos y a sus familias, evacuados allí para que recibieran tratamiento.

 

Foto: asturiasmundial/Herbin Hoyos

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