Queridos lectores de Asturias Mundial:

Hay una palabra que no cabe en los mapas.
No sale en los telediarios.
No se puede medir en kilómetros ni en estadísticas.
Esa palabra es hogar.

Para algunos, el hogar es una casa.
Para nosotros, el hogar es una tierra.

Asturias no es solo un lugar donde se nace.
Es un sitio del que uno nunca se va del todo, aunque esté lejos.
Aunque la vida te lleve a Madrid, a Barcelona, a Alemania, a América o al otro lado del mundo.
Asturias se queda dentro.
En la forma de mirar el cielo.
En cómo huele la lluvia.
En la emoción que te recorre cuando escuchas una gaita sin esperarlo.

Asturias es una madre silenciosa.
No presume.
No grita.
No se impone.
Pero siempre está ahí.
Esperando.

Esperando a los que se fueron buscando trabajo.
A los que se fueron por amor.
A los que se fueron porque no había más remedio.
Esperando a los que prometieron volver… y a los que aún no saben cuándo podrán hacerlo.

Asturias vive en los que están lejos y la defienden con más fuerza que nadie.
En los que dicen “soy asturiano” con un orgullo sereno, firme, limpio.
En los que enseñan a sus hijos palabras que huelen a casa: guaje, prao, casa, sidra.
En los que cierran los ojos y vuelven, aunque sea por un segundo, a ese lugar exacto donde fueron felices.

Esta Navidad no es solo una fecha.
Es un abrazo largo.
Es una mano en el hombro.
Es un “aquí estamos” dicho bajito, pero de verdad.

Desde Asturias Mundial queremos daros las gracias.
Gracias por sentir esta tierra como se siente lo importante: sin ruido, pero con el corazón entero.
Gracias por leer, por compartir, por defender Asturias esté donde esté vuestro cuerpo.
Gracias por llevarla viva cuando nadie mira.

Que estas fiestas os devuelvan, aunque sea un instante, a casa.
Que os traigan recuerdos buenos.
Que os reconcilien con lo que sois.
Que os hagan sentir orgullosos de pertenecer a un lugar que no se explica: se siente.

Asturias no se pierde.
Asturias espera.
Y mientras tanto, vive en vosotros.

Feliz Navidad.
Con todo nuestro corazón.

Asturias Mundial
Una ventana al paraíso