Hay Navidades que se celebran. Y hay Navidades que se regresan. Asturias vive estos días una de esas. Una Navidad que no empieza con el encendido de luces, sino con una frase repetida miles de veces: “¿A qué hora llegas?”.
El Principado se ha convertido en un punto de atracción emocional y logística. Familias que se reencuentran, jóvenes que vuelven por unos días, trabajadores que cruzan media España —o medio continente— para sentarse en la misma mesa de siempre. Y detrás de cada abrazo hay una cifra, un billete, un kilómetro recorrido.
Un aeropuerto en modo reencuentro
Entre el 19 de diciembre y el 7 de enero, el Aeropuerto de Asturias tiene 710 vuelos programados. No es una campaña turística: es un flujo constante de regresos. Llegadas cargadas de maletas, mochilas y bufandas. Días en los que la terminal funciona como una gran sala de abrazos contenida.
El dato llega con un contexto revelador: 2024 fue el mejor año de la historia del aeropuerto, con 1.993.256 pasajeros, y el mejor diciembre jamás registrado. Y 2025 confirma la tendencia: entre enero y noviembre ya se superaron los 1,89 millones de pasajeros, con un crecimiento superior al 3% interanual.
Asturias no solo recibe más vuelos: recibe a los suyos.
Carreteras llenas, pueblos completos
El regreso no se produce solo por aire. En carretera, Asturias vive también su particular operación retorno. Durante estas fiestas se esperan 659.000 desplazamientos por carretera dentro del Principado. Una cifra que se traduce en pueblos que duplican población, casas cerradas que se abren y mesas que se alargan.
En el conjunto de España, el volumen es aún más contundente: 22,4 millones de viajes por carretera durante el periodo navideño. Un país entero moviéndose a la vez, con horas punta muy marcadas y con la meteorología como factor decisivo.
En Asturias, ese factor tiene nombre propio: la cordillera. Los accesos por Pajares y la AP-66 concentran buena parte de la tensión logística del regreso. Para evitar bloqueos, la red estatal cuenta con decenas de quitanieves, cientos de miles de litros de salmuera y miles de toneladas de fundentes desplegados para garantizar que el abrazo no se quede a medio camino.
Trenes y autobuses al límite
El regreso también se apoya en el refuerzo de transporte colectivo. En toda España, los trenes de larga distancia y alta velocidad han puesto en circulación casi 2,6 millones de plazas adicionales durante el periodo navideño. Y el autobús, especialmente clave en Asturias, juega un papel fundamental: más de 3,6 millones de plazas reforzadas, un 40% más de lo habitual.
Para muchos, volver a casa depende directamente de que haya un asiento libre en un autobús nocturno o en un tren completo hasta la última plaza.
Una Asturias repartida por el mundo
Este regreso masivo tiene una explicación estructural. Asturias vive todo el año con una parte importante de su población fuera. A 1 de enero de 2025, más de 3 millones de españoles residían en el extranjero. En el caso asturiano, 76.493 personas figuran inscritas oficialmente fuera del país.
Pero el mapa es aún mayor si se suman quienes viven en otras comunidades autónomas: más de 180.000 asturianos residen fuera del Principado. Eso convierte la Navidad en algo más que una fiesta: es un reagrupamiento social.
Para muchos, estas fechas son el único momento del año para volver. No por nostalgia, sino por tiempo, por precios, por conciliación. La Navidad concentra lo que el resto del año dispersa.
Volver unos días… o volver del todo
El Principado intenta que parte de estos regresos no se queden en visita. El programa RetornAs 2024–2027, dotado con más de 3,4 millones de euros, busca facilitar el regreso definitivo de emigrantes y descendientes. Vivienda, empleo y arraigo como ejes.
Para muchos, la decisión empieza ahora: volver a casa por Navidad, mirar alrededor, hablar con amigos, tantear posibilidades. El retorno, muchas veces, empieza como visita.
El cierre que lo explica todo
Al final, la escena se repite: un coche aparcado “solo un minuto”, una puerta que se abre, alguien que pregunta si se ha comido algo por el camino.
En Asturias, la Navidad no empieza con un villancico. Empieza cuando alguien dice: “Ya toy llegando”.
