En estas fechas, Asturias no brinda con champán francés ni con cavas lejanos. Asturias brinda con su sangre, que es de color ámbar y huele a pomarada. Celebramos el cumpleaños de Vicente Díaz reivindicando su himno ¿Qué tien esta sidrina? como la banda sonora irrenunciable de nuestra Navidad.
Antes de hablar de música, hay que hablar de patria. Y la patria, en Asturias, cabe en un vaso de cristal fino. Desde el primer minuto de este reportaje, en Asturias Mundial queremos dejar algo claro: la sidra no es solo una bebida. Es el hilo invisible que cose a los asturianos unos con otros, es el argumento de nuestra fraternidad y el estandarte de una cultura que resiste y se celebra a sí misma.
Ayer, 13 de diciembre, cumplió años Vicente Díaz González, una de las gargantas más auténticas que ha dado esta tierra. Pero hoy, el regalo nos lo hace él a nosotros. Porque su voz, curada en el salitre de Avilés y nacida en Sotu'l Barcu, ha sabido capturar como nadie el misterio de nuestro "oro líquido".
La sidra: el rito sagrado que nos define
No existe en el mundo un producto que marque tanto el carácter de un pueblo. La sidra nos obliga a detenernos, a mirarnos a los ojos y a compartir. Es la antítesis del egoísmo: una botella nunca es para uno solo.
Ahora que la Navidad se cuela en las casas, la defensa de la sidra se convierte en una obligación moral. En las mesas de Asturias, desde los Picos de Europa hasta la costa occidental, la sidra reina por derecho propio. Es la compañera de las alegrías, el consuelo de las penas y la testigo muda de los reencuentros familiares. Su "restallu" contra el vaso es el sonido de la vida abriéndose paso.
Vicente Díaz, el trovador de lo nuestro
Vicente Díaz, considerado el heredero natural de la tradición de El Presi, ha dedicado su vida a cantar estas verdades. Con su estilo costumbrista y cercano, no solo ha ganado premios de la crítica o concursos de tonada en su juventud; ha ganado algo más difícil: el cariño incondicional de su gente y de la emigración, que llora de emoción al escuchar sus coplas al otro lado del charco.
Para honrar su cumpleaños y su trayectoria, hemos recuperado una de sus joyas más festivas: ¿Qué tien esta sidrina?. Una canción que debería ser obligatoria en las escuelas y en los chigres, porque explica nuestra esencia mejor que cualquier enciclopedia.
Anatomía de un himno: ¿Qué tien esta sidrina?
La canción es una defensa encendida de las virtudes de la manzana transformada. Vicente no canta, sentencia. "Échame un culín, manín", arranca la letra, invocando a la amistad.
A través de sus versos, Díaz describe la sidra como "sabrosona y cantarina", "pistonuda" y capaz de hacer "rebelguinos" —esas cosquillas de felicidad— en quien la bebe. Habla del "estrellín" que forma la espuma, de la madre del tonel, del color y del aroma. Se pregunta insistentemente qué tiene este brebaje para que "cuando la bebo, más quiero beber". La respuesta la sabemos todos: tiene a Asturias dentro.
Un videoclip desde el respeto y la admiración
Desde Asturias Mundial, con la humildad de quien toca algo sagrado, nos hemos atrevido a realizar un modesto videoclip para acompañar este himno.
Es un trabajo hecho desde el corazón, donde las imágenes buscan estar a la altura de la música de Vicente. Hemos querido que se vea el chorro rompiendo con fuerza, el ambiente de la espicha, la luz dorada que atraviesa el vaso y la sonrisa de quien recibe el "culín". Es nuestra forma de decir: gracias, Vicente; y gracias, Asturias, por darnos algo tan grande.
Que estas Navidades no falte en ninguna casa el sonido del corcho al salir. Levantemos el vaso, con el brazo bien alto y el corazón en la boca, para brindar por Vicente Díaz y por la sidra asturiana.
¡Puxa Asturias!
Video homenaje:
