El Principado se adentra en 2026 con un dato tan elocuente como inquietante: el gasto en pensiones contributivas alcanzará los 6.640 millones de euros, prácticamente el mismo volumen que el presupuesto regional aprobado para ese año, fijado en 6.993 millones. Nunca antes las cuentas del sistema público en Asturias habían estado tan alineadas —y tan tensionadas— respecto al músculo financiero de toda la Administración autonómica.
La cifra, que supone un aumento del 2,73% respecto a 2025, confirma una tendencia que lleva años consolidándose: la región envejece, la nómina de pensionistas crece y las prestaciones son cada vez más elevadas debido al perfil histórico de los trabajadores asturianos y al mecanismo de revalorización ligado al IPC.
Una pensión media que sigue escalando
En 2026, la pensión media en Asturias ascenderá a 1.565,69 euros al mes, un incremento del 2,7% respecto al año anterior. En términos anuales, serán 21.919,66 euros por persona, distribuidos en catorce pagas. El aumento supone 576 euros más al año por pensionista.
Esta revalorización responde al sistema de actualización automática introducido hace tres años para garantizar que los jubilados no pierdan poder adquisitivo en contextos inflacionarios. Aunque la subida es ligeramente inferior al 2,8% aplicado en 2025, la magnitud de la nómina implica un incremento global notable.
Una estructura demográfica que dispara el gasto
Solamente en noviembre se abonaron en Asturias 302.830 pensiones. Con la cuantía media estimada para 2026, el desembolso anual se sitúa en esos 6.640 millones, un récord absoluto.
Detrás de esta cifra hay factores profundos, de carácter estructural:
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Envejecimiento extremo de la población. Asturias es una de las regiones más envejecidas de Europa y registra una de las tasas de natalidad más bajas del continente.
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Crecimiento sostenido del número de pensionistas. En noviembre había 273.534 personas con derecho a pensión contributiva, cifra que aumentará previsiblemente durante 2026.
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Pensiones históricamente elevadas. Asturias es, tras el País Vasco, la comunidad con la pensión media más alta del país. El peso del sector industrial y minero, con cotizaciones intensas durante décadas, sigue marcando la nómina actual.
Todo ello conforma un escenario donde las jubilaciones se convierten en uno de los pilares económicos de la región, alimentando el consumo interno pero también tensionando la relación entre población activa y pensionistas.
La ratio de cotizantes, en mínimos críticos
Uno de los indicadores más preocupantes es la relación entre trabajadores cotizantes y pensionistas. Asturias figura entre las cinco provincias con peor proporción de todo el país: apenas 1,4 cotizantes por cada pensionista. Muy lejos de la media nacional, que ronda los 2,3–2,4.
Esta ratio define, de forma brutalmente clara, el reto al que se enfrenta el sistema: si la población activa no crece, cada trabajador soporta una carga proporcionalmente mayor para sostener las pensiones actuales.
Aunque las prestaciones se pagan con cargo a la caja única de la Seguridad Social y no afectan directamente al equilibrio presupuestario autonómico, la creciente dependencia económica de Asturias respecto a las rentas de jubilación marca un cambio profundo en la estructura social y económica de la región.
Un espejo adelantado del futuro español
Asturias, Galicia, León y Zamora llevan años actuando como laboratorios demográficos de lo que puede ocurrir en España en las próximas décadas. Con más pensionistas que jóvenes en amplias zonas del territorio, y con una economía fuertemente vinculada al gasto público, el Principado ofrece una imagen anticipada del desafío nacional.
Las previsiones estatales apuntan a que, a medida que la generación del ‘baby boom’ se jubile por completo, el gasto en pensiones crecerá de forma sostenida en el conjunto del país. Para regiones ya envejecidas como Asturias, el incremento será aún más acusado.
Una demanda creciente, un debate inevitable
El equilibrio del sistema no se verá comprometido en 2026 gracias a la caja única, pero los datos revelan una transformación silenciosa que avanza a ritmo firme: Asturias sostiene una economía donde el gasto en pensiones ya es tan decisivo como todo su presupuesto autonómico.
La región se asoma así a una década crucial, donde será imprescindible estimular la actividad económica, atraer población joven, reforzar el mercado laboral y abordar con claridad un debate que, tarde o temprano, España tendrá que afrontar: cómo garantizar un sistema de pensiones sólido, suficiente y sostenible en un país que envejece aceleradamente.
