Por qué el PSOE ha perdido la batalla de la autoridad moral. La crisis de Paco Salazar no es un accidente, sino el síntoma final de una estructura que predicaba feminismo mientras practicaba la omertà.
En la cuarta planta de la calle Ferraz, el aire se ha vuelto irrespirable. No es solo por el humo de los cigarrillos nerviosos tras las ventanas, sino por el peso de una contradicción que ya no se puede sostener. Durante años, el PSOE construyó su hegemonía electoral sobre un pilar maestro: el voto femenino y la bandera de la igualdad. Era su "Muro Violeta", una fortaleza moral inexpugnable ante la derecha.
Hoy, tras el estallido del 'Caso Salazar', ese muro no tiene grietas; directamente se ha venido abajo. Lo que está ocurriendo esta semana con el ex "fontanero" de Moncloa no es un hecho aislado. Si unimos los puntos —desde las cenas del Tito Berni hasta los despachos de Ábalos, pasando por los contratos del Instituto de las Mujeres— el dibujo que aparece es devastador: el retrato de un partido que convirtió el feminismo en un eslogan de marketing.
La pregunta que recorre las agrupaciones socialistas ya no es "¿cómo arreglamos esto?", sino la que tú formulas: "¿Alguna vez nos lo creímos de verdad?".
Los datos, los sumarios y los silencios dicen que no.
1. La doble vida: El feminismo de día y la 'Doctrina Jésica' de noche
Para entender el desgarro actual, hay que bajar al barro de los datos judiciales. El PSOE ha legislado obsesivamente hacia el abolicionismo de la prostitución, prometiendo multar a los clientes y cerrar los locales. El discurso oficial era impecable: "El cuerpo de la mujer no es mercancía".
Sin embargo, los sumarios de la UCO (Unidad Central Operativa) han expuesto una "cultura de la noche" dentro de la élite del partido que parece sacada de otra época:
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El fantasma del 'Tito Berni': Aún resuena el escándalo de Juan Bernardo Fuentes Curbelo. Mientras votaba leyes feministas en el Congreso por la mañana, por la noche organizaba fiestas en el Ramsés con un "catálogo" de prostitutas para empresarios. No era una manzana podrida; operaba con total impunidad bajo las narices del Grupo Parlamentario.
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La "Doctrina Jésica": Los informes sobre la trama Koldo/Ábalos revelaron algo más sutil pero igual de tóxico: el uso de las instituciones como agencia de colocación para acompañantes. Mujeres jóvenes ("Jésica") contratadas en empresas públicas (Ineco, Tragsatec) donde ni siquiera iban a trabajar, y cuyos alquileres de lujo en Madrid eran abonados por la trama.
El dato que mata el relato: La cúpula no actuó contra estos perfiles por ética, sino solo cuando salieron en prensa. La protección del "compañero" (el pacto patriarcal de silencio) pesó más que la protección de las mujeres.
2. El 'Caso Salazar': La confirmación de la regla
La caída de Paco Salazar esta semana es el clavo final porque rompe la última defensa del sanchismo: "Nosotros no sabíamos nada". Salazar no era un militante cualquiera; era un arquitecto de la estrategia en Moncloa. Las informaciones de que el partido conocía las denuncias por acoso y "comportamientos inadecuados" desde julio, y que optó por una salida discreta para "proteger la marca", demuestran que el protocolo de "Tolerancia Cero" era papel mojado.
El mensaje que ha calado es letal: el "Hermana, yo sí te creo" tiene una letra pequeña que dice "salvo que el agresor sea una pieza clave del aparato del partido".
3. El Mercado: El feminismo como franquicia de negocio
El cinismo no es solo sexual; también es económico. El caso de Isabel García (exdirectora del Instituto de las Mujeres) sigue escociendo en la memoria del votante.
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El Dato: Fue cesada tras revelarse que su empresa privada ganó decenas de contratos públicos a dedo para gestionar "Puntos Violeta" en ayuntamientos del PSOE.
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El Análisis: Convertir la protección de víctimas de violencia machista en una oportunidad de negocio familiar destruyó la autoridad moral de la institución. El feminismo dejó de ser una causa para convertirse en una factura.
4. El Giro Ideológico: Principios de quita y pon
Finalmente, el reciente 41º Congreso Federal ha certificado que el PSOE no tiene convicciones, tiene trackings electorales. Al ver que perdían el voto de la mujer tradicional frente al PP, el partido dio un volantazo: eliminó las referencias "Queer" (la Q y el +) para volver al "feminismo clásico".
Esto demuestra una instrumentalización total:
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Cuando interesaba captar el voto joven, purgaron a las feministas clásicas (como Carmen Calvo) y aprobaron la Ley Trans.
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Cuando las encuestas cambiaron, escondieron la bandera Trans.
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Diagnóstico: Han tratado los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI como mercancía de temporada.
El Rey está desnudo
A la pregunta de ¿"qué está pasando"?, la respuesta es que el relato ha chocado contra la realidad.
El PSOE usó el feminismo como un escudo moral ("somos los buenos") que le permitía tapar errores de gestión (como las 1.200 rebajas de pena del Solo sí es sí). Pero la acumulación de escándalos ha agujereado ese escudo. La frase "no se lo creen ni ellos" es el síntoma final de un partido que instrumentalizó una causa noble.
El problema para el PSOE en este diciembre de 2025 es que las mujeres han descubierto el truco: el lazo violeta en la solapa no sirve de nada si en el despacho de atrás siguen mandando los mismos hombres de siempre, con los mismos vicios de siempre.
