Cuando la tele pública convierte un festival de música en un arma política mientras convivimos con equipos, artistas y deportistas israelíes cada semana
Durante décadas, España ha celebrado Eurovisión como si fuera un pequeño ritual laico: debate nacional, memes, apuestas, orgullo, derrotas, emociones compartidas. Una tradición transversal que no entiende de ideologías.
Hasta ayer.
RTVE anunció que España no participará en Eurovisión 2026 porque la UER mantiene a Israel en el concurso. Una decisión que se vende como gesto ético, como defensa de “valores”, como coherencia moral en tiempos de guerra.
Pero basta rascar un poco para ver lo obvio:
no hay coherencia, no hay principio, no hay línea ética sólida. Hay pose. Hay ruido. Hay política disfrazada de moral.
Y la prueba no está en lo que dice RTVE. Está en lo que España hace, cada día, en otros escenarios donde sí coinciden españoles e israelíes… sin boicot, sin comunicados solemnes y sin dramas nacionales.
1. Baloncesto: Real Madrid – Maccabi Tel Aviv… y ningún problema
Enero de 2025. Guerra en Gaza en plena escalada.
El Maccabi Tel Aviv, equipo israelí, juega un partido de Euroliga en Madrid contra el Real Madrid. Protestas fuera, sí; pero dentro del pabellón, partido normal, competición normal, televisión normal.
Nadie pidió que España, ni el Madrid, ni la Euroliga expulsaran al club israelí.
La competición siguió adelante.
Se buscó una solución técnica: sedes alternativas en Belgrado o Sofía cuando no podía disputarse en Israel.
Conclusión: si es deporte profesional con dinero, no hay boicot.
2. Juegos Olímpicos: España e Israel compartiendo Villa Olímpica
París 2024. Israel acude con cerca de 90 atletas.
España compite, convive, se cruza, comparte instalaciones, sin ningún conflicto institucional, sin un solo gesto de retirada ni señalamiento.
El Comité Olímpico Español jamás planteó no acudir.
RTVE retransmitió esos Juegos con total normalidad.
Entonces, ¿la guerra era incompatible con Eurovisión pero compatible con los 33 deportes olímpicos?
3. UEFA, Champions y fútbol europeo: cero boicot
En fútbol, Maccabi Tel Aviv y otros clubes israelíes siguen inscritos en competiciones europeas.
La selección israelí juega la clasificación UEFA como cualquier otra federación.
España nunca ha propuesto vetarlos.
Nuestros clubes no han pedido excluirlos.
Ningún gobierno ha exigido a la UEFA que Israel sea apartado.
En el deporte rey, la moral se vuelve flexible.
4. Festivales culturales: el cine israelí se estrena en Madrid… un mes antes del boicot
Mientras RTVE renuncia a Eurovisión, en febrero de 2025 tendrá lugar en Madrid y Barcelona el Festival Internacional de Cine Israelí SERET 2025.
Se proyectarán películas israelíes, acudirán directores israelíes, habrá coloquios culturales.
No hay comunicados políticos.
No hay retirada de España.
No hay alarma institucional.
¿Por qué?
Porque en el terreno cultural serio, España dice sí al intercambio, sí al arte, sí al diálogo.
Pero Eurovisión… eso es territorio fácil para gesticular.
5. Eurovisión: el único escenario donde España decide autoexcluirse
RTVE afirma que Eurovisión “ya no es solo un festival de canciones”, sino un espacio “geopolítico”.
Claro que lo es.
Siempre lo ha sido desde 1956.
Pero la pregunta real es otra:
¿Por qué España decide convertir un evento cultural popular en la única trinchera moral donde “plantar cara”, mientras sigue compartiendo:
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canchas,
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estadios,
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festivales de cine,
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competiciones europeas,
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Juegos Olímpicos,
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circuitos culturales,
con Israel sin la más mínima objeción?
La respuesta es dura:
porque Eurovisión es un blanco fácil.
RTVE no tiene que enfrentarse a multinacionales, ni a federaciones internacionales, ni a contratos millonarios.
Solo sacrifica a artistas españoles, a la industria musical española y a los millones de espectadores que llevan Eurovisión en el ADN social desde los años 60.
6. La incoherencia ética: cuando se castiga a un pueblo en lugar de a un gobierno
Si se quiere presionar al gobierno de Netanyahu, hay mecanismos diplomáticos serios:
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sanciones,
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embargos de armas,
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posicionamiento en la ONU,
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presión diplomática multilateral.
Pero cancelar a un cantante israelí de 22 años que viene a cantar, no a disparar, es castigar al individuo, no al gobierno.
Y lo más absurdo:
España se autocastiga.
Se margina de una competición donde lleva 60 años, con sus luces y sus sombras, pero que forma parte de nuestra cultura colectiva.
7. Identidad, arte y sociedad: lo que perdemos mezclando política con cultura
Tú lo has dicho: cuando mezclamos indiscriminadamente arte, deporte y conflictos internacionales, perdemos:
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Identidad — dejamos de estar presentes donde siempre hemos estado.
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Esencia cultural — Eurovisión es un espejo social de Europa donde España se ve y se cuenta.
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Libertad creativa — prohibir participar es amputar expresión, música, industria.
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Unidad — dividimos a la sociedad en bandos simbólicos que no resuelven nada.
Israel puede presentar la mejor canción del año.
Y si gana, ¿dónde está el problema?
Gana un artista, una canción, una historia.
No gana un ejército ni una operación militar.
8. La pregunta final: ¿a quién sirve este boicot?
Porque a España, desde luego, no.
A la industria musical española, tampoco.
A los fans, menos aún.
A la población israelí o palestina… absolutamente en nada.
El gesto solo sirve para que la televisión pública parezca moralmente comprometida.
Es un gesto vacío.
Una pose.
Un gesto que, comparado con la actitud española en el resto de competiciones donde Israel participa, no se sostiene por ningún lado.
Coherencia o nada
Si España quiere defender principios, debe hacerlo en todos los foros, no solo en Eurovisión.
Si quiere aislar a un gobierno, que actúe en el plano diplomático, económico y político, no cultural.
Si quiere apoyar la paz, debe sumar espacios de convivencia, no retirarlos.
Eurovisión nació para unir países tras una guerra.
RTVE decide usarlo para dividir.
Y ahí —precisamente ahí— es donde se cae la careta.
