De Miss Asturias a azote del socialismo: el reality político que nadie pidió

De Miss Asturias a azote del socialismo: el reality político que nadie pidió

¿Recuerdas cuando los escándalos políticos se cocinaban en los despachos y no en los platós de televisión? Qué tiempos aquellos. Hoy, las tramas de corrupción llegan con peluquería, filtro de cámara y declaraciones exclusivas en prime time.
Y ahí, brillando con luz propia (o con el reflejo de los focos del Senado), aparece Claudia Montes, la exMiss Asturias +30 que ha pasado de desfile de pasarela a desfilar por las comisiones de investigación del caso Koldo.

Primera escena: Asturias, tierra de minas, sidra… y misses

Asturias, patria querida y de belleza natural, tiene ahora su propio icono mediático. No es un paisano con boina, ni una vaca frisona de récord, ni siquiera un cachopo XXL. Es Claudia Montes, la mujer que el destino —y un jurado en 2017— proclamó Miss Asturias para mujeres de más de 30 años.
Desde entonces, la región no ha vuelto a ser la misma: la belleza, parece, ha adquirido también valor político. Y requiere tambien, quizás, un revisionismo de los iconos de la belleza para los asturianos (hay que hacérselo mirar).

Su irrupción en la vida pública ha sido tan inesperada como un gaitero en una discoteca: apareció en la comisión del Senado del caso Koldo, jurando y perjurando que “en Asturias se amañan contratos desde hace 40 años”.
Y lo dijo con una convicción tal que muchos en Oviedo aún no saben si presentarse a la Fiscalía o a un casting.

Segunda escena: cuando la política se volvió un concurso de talentos

La política española siempre ha tenido un punto de sainete, pero últimamente parece que lo produce Netflix.
Entre los spin-offs del caso Ábalos, el de Koldo y el de las mascarillas voladoras, aparece la trama paralela: “Miss Asturias contra el sistema”.

El guion tiene de todo:

  • Un exministro (Ábalos) con más frentes abiertos que un croissant.

  • Un asesor (Koldo García) con agenda telefónica de película de Tarantino.

  • Y ella, la heroína inesperada, la mujer que mezcla pasarela, drama político y thriller judicial con un toque de culebrón venezolano.

Todo servido con declaraciones entre lo cómico y lo surrealista: denuncias de acoso, contratos amañados, correos a Barbón y, cómo no, videollamadas que harían sonrojar a un algoritmo de Zoom.

Tercera escena: de la pasarela a la Fiscalía

Montes asegura haber trabajado en Logirail, la filial de Renfe donde, según ella, detectó irregularidades.
El problema es que su historia tiene más giros que una serie turca: un día es víctima, al siguiente denunciante, luego heroína, y finalmente tertuliana en el prime time.
Lo que sí tiene claro es que el mundo debe conocer su verdad... y que las cámaras deben estar encendidas cuando la cuente.

Porque, seamos sinceros, en España hay una línea muy fina entre el activismo y el casting para un reality.
Y el Senado, últimamente, parece el plató más cotizado.

Cuarta escena: Barbón en modo “control de daños”

El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha hecho lo que cualquier político en estado de pánico: negar, desmarcarse y prometer transparencia “total y absoluta”, una expresión que ya suena más a conjuro que a compromiso.

“No la conozco de nada”, ha repetido varias veces.
“Puede que haya coincidido visualmente con ella”, añadió, con ese tipo de frase que los políticos sueltan cuando intentan no mirar las fotos de archivo.

Barbón, que no pierde los nervios ni con una tormenta sidrera, se ha tomado el asunto con cierta filosofía: encargó a los servicios jurídicos que estudien acciones legales y, de paso, dejó entrever que si la política se ha convertido en un espectáculo, él prefiere ser el que paga la entrada y no el que sube al escenario.

Quinta escena: política o ‘reality’, que alguien cambie el canal

El caso de Claudia Montes no es una anécdota; es un síntoma.
España ha entrado en la era del “Testimonio Show”, donde la seriedad institucional se mide por los minutos de pantalla.
Lo que antes se resolvía en un sumario, ahora se dirime entre luces de plató, y lo que antes era un escándalo, hoy es un share de audiencia.

El resultado es un país donde los senadores parecen jueces de Got Talent y los testigos se maquillan antes de declarar.
Y si al final todo queda en nada, al menos habrá trending topic y un par de exclusivas más para la prensa rosa.

La belleza está en el ojo del espectador… y en la tele del salón

En el fondo, lo de Claudia Montes no va de estética, sino de un sistema político que confunde el ruido con la relevancia.
Ni ella es el problema ni Barbón el villano perfecto.
El problema es que hemos convertido la corrupción en entretenimiento y la vergüenza ajena en contenido viral.

Mientras tanto, en Asturias, los de a pie siguen con lo suyo: madrugar, trabajar, pelear con el orbayu y preguntarse, entre café y café, si lo de la Miss que acusa al presidente es una noticia o un episodio piloto.

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