Mientras hoy el mundo celebra el Día de la Menopausia, la mitad de la historia sigue sin contarse. Los hombres también atraviesan un cambio hormonal con la edad, un proceso silencioso, sin nombre, sin campañas, y casi sin palabras.
Y en Asturias, donde más de uno de cada cuatro habitantes tiene más de 65 años, el tema ya no es tabú: es una urgencia de salud pública y emocional.
El cuerpo masculino también cambia, aunque nadie lo diga
Los datos médicos lo confirman: a partir de los 30 o 40 años, los niveles de testosterona en los hombres comienzan a descender un 1 % anual. No hay un corte brusco como en la menopausia femenina, pero sí una bajada lenta y constante que afecta a energía, ánimo, deseo sexual y masa muscular.
Los endocrinos lo llaman hipogonadismo de inicio tardío, pero entre ellos se conoce, en voz baja, como la “menopausia silenciosa del hombre”. No mata, pero desgasta.
Los síntomas pueden sonar familiares: cansancio, bajo deseo sexual, falta de concentración, aumento de grasa abdominal, pérdida de fuerza o estado de ánimo bajo.
Y sin embargo, la mayoría de los hombres los atribuye a otra cosa: “la edad”, “el estrés”, “el trabajo”.
“La testosterona baja, pero lo que cae más rápido es la costumbre de escucharse”, explica un médico de Gijón especializado en salud masculina. “Llegan tarde, cuando ya han perdido masa muscular, sueño y autoestima.”
Por qué nadie habla de esto
Porque los hombres no tienen un Día Mundial para hablar de sus hormonas.
Porque, culturalmente, se espera que aguanten.
Porque el varón de mediana edad sigue atrapado entre dos presiones: no mostrarse débil, y no parecer viejo.
Mientras la menopausia femenina —con todo el merecido esfuerzo de visibilización— ocupa espacio en campañas, guías y programas de salud pública, el envejecimiento hormonal masculino vive en la sombra.
En parte, por razones biológicas (no hay un “clic” claro que marque el cambio). Pero sobre todo, por un motivo social: nadie les ha dicho que eso también les pasa a ellos.
El fenómeno en cifras: el espejo asturiano
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En Asturias, el 28,6 % de la población supera los 64 años, la proporción más alta de España.
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Se calcula que uno de cada cinco hombres mayores de 50 podría tener niveles bajos de testosterona con síntomas asociados.
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Pero menos del 10 % llega a consultarlo con su médico.
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En Atención Primaria, los síntomas más comunes —fatiga, irritabilidad, bajo ánimo, problemas sexuales— se abordan con antidepresivos o ansiolíticos… y casi nunca se piden análisis hormonales.
El resultado: un ejército de hombres agotados, mal dormidos y silenciosos que piensan que el problema es solo el trabajo, el matrimonio o la edad.
No es moda: es ciencia
Los estudios internacionales lo confirman:
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La caída de testosterona no afecta a todos por igual, pero en los casos clínicos reales se asocia a pérdida de músculo, menor densidad ósea, más grasa visceral y peor ánimo.
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El diagnóstico se hace con dos analíticas matutinas que miden la testosterona total y libre.
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Si los valores son bajos y hay síntomas claros, se puede tratar con terapia de reemplazo hormonal (TRT), pero solo bajo control médico.
Y aquí llega el punto clave:
No se trata de medicalizar la edad, sino de reconocer los signos antes de que destruyan la calidad de vida.
Ejercicio de fuerza, alimentación mediterránea, buen sueño y reducción de estrés son, de hecho, los tratamientos más eficaces en la mayoría de los casos.
Asturias: el laboratorio perfecto (y olvidado)
Asturias es, paradójicamente, el territorio ideal para liderar un programa pionero sobre salud hormonal masculina:
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Tiene población envejecida,
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un sistema de salud con alta cobertura,
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y un tejido de centros deportivos y asociaciones locales que podrían ser aliados en la prevención.
Y sin embargo, no hay campañas, ni protocolos, ni unidades específicas sobre el envejecimiento hormonal masculino.
Los hombres de 50 a 70 años —justo los que hoy cuidan de sus mayores y ayudan a sus hijos— son los grandes invisibles del sistema.
“En Asturias nos hemos acostumbrado a hablar del envejecimiento femenino, del envejecimiento demográfico… pero no del envejecimiento hormonal del hombre”, resume un especialista del HUCA. “Y sin embargo, está ahí: silencioso, progresivo y con impacto en el ánimo, la pareja y la productividad.”
Cinco señales de alerta (y ninguna es “de flojos”)
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Bajo deseo sexual persistente o apatía general.
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Pérdida de masa muscular y aumento de grasa abdominal.
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Cansancio crónico y sueño poco reparador.
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Irritabilidad o tendencia a la tristeza sin causa clara.
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Dificultad para concentrarse o pérdida de motivación.
Si se combinan varios de estos síntomas, el consejo es claro: consultar, no ocultar.
Una analítica puede cambiar mucho más que un resultado.
Romper el tabú: una campaña que falta
En un mundo que —por fin— ha aprendido a hablar sin miedo de la menopausia, quizá ha llegado el momento de mirar también al otro lado del espejo.
La salud hormonal masculina no es un tema de ego, ni de gimnasio, ni de virilidad herida: es un asunto de salud pública y emocional.
Porque mientras celebramos el Día de la Menopausia, millones de hombres siguen sintiendo que no tienen derecho a decir que algo está cambiando en su cuerpo.
Y eso, en una tierra tan envejecida y orgullosa como Asturias, no es modernidad: es olvido.