La muerte de Sandra, una chica de 14 años de Sevilla que, según su familia, llevaba meses sufriendo acoso por parte de varias compañeras de su centro, ha golpeado de lleno la conciencia del país. La Junta de Andalucía ha confirmado que no se activaron los protocolos de acoso ni de prevención suicida. La Fiscalía de Menores y el Defensor del Menor investigan el caso; la familia ha anunciado acciones legales. En la fachada del colegio han aparecido pintadas exigiendo justicia. Es un drama íntimo y, a la vez, una interpelación pública: ¿qué está fallando?
Un espejo que devuelve una imagen incómoda
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Cronología: Sandra se quitó la vida el 14 de octubre. Su madre había comunicado por escrito al centro la situación e incluso aportado informe psicológico. La única medida aplicada, según la familia, fue cambiar de aula a las presuntas agresoras.
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Reacción social: concentraciones, duelo y críticas a la gestión del centro. El caso ha reabierto una conversación incómoda sobre opacidad, minimización y miedo reputacional en algunos colegios.
Asturias ya pasó por ahí: el caso Ainara
En Asturias, el nombre que todavía duele es Ainara (16 años). Su familia denunció acoso continuado; se activó el protocolo, cambió de instituto, tuvo ingresos en Psiquiatría… y, aun así, no fue suficiente. Su madre reclama una ley específica y atención psicológica inmediata para las víctimas. El caso dejó al Principado una lección clara: activar el protocolo no basta si no protege de verdad.
Los números que obligan a actuar
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Asturias (curso 2023-2024):
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469 denuncias relacionadas con acoso.
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146 casos con indicios suficientes tras la evaluación (≈ 1 de cada 3 denuncias).
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Aumenta el ciberacoso y la exclusión social como formas predominantes.
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Tendencia nacional:
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En torno al 10–12 % del alumnado afirma haber sufrido o conocer casos de acoso reciente.
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El ciberacoso se dispara y ya implica IA en una parte de los casos (deepfakes, suplantación, manipulación de imágenes).
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Docentes y orientadores piden más tiempo, formación y equipos para intervenir desde el día 1.
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Cuatro grietas del sistema (que vemos en Sandra, Ainara y más)
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Tardanza o inacción: cuando no se activa el protocolo al primer indicio, la víctima queda desprotegida y no hay trazabilidad (sin papeles no hay protección ni responsabilidades).
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Medidas cosméticas: cambiar de aula a la víctima o a las agresoras no resuelve el acoso en pasillos, patio o redes. Hace falta un plan integral sobre grupo-clase, agresores, testigos y entorno digital.
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Formación insuficiente: confundir conflicto puntual con acoso sostenido retrasa la respuesta. Muchos equipos directivos y claustros no tienen formación específica o tiempo para aplicar bien el protocolo.
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Opacidad y reputación: el temor a “manchar el nombre del centro” lleva a subregistrar o dulcificar casos. Resultado: familias desamparadas y víctimas sin protección real.
¿Qué dice (y exige) el protocolo asturiano?
Asturias cuenta con instrucciones actualizadas que obligan a:
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Abrir expediente ante cualquier indicio; designar equipo de caso y medidas cautelares inmediatas (separación efectiva, vigilancia en “zonas calientes”, supervisión del recreo y cambios de dinámica en el aula).
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Comunicar por escrito a las familias cada paso; documentar actuaciones (actas, entrevistas, acuerdos).
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Actuar también sobre redes y dispositivos si hay ciberacoso, con preservación de pruebas y coordinación policial cuando proceda.
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Derivación sanitaria rápida si hay riesgo emocional o autolesiones.
Traducción práctica para las familias: todo por escrito (correo oficial, registro o acta), exigir la activación del protocolo si hay indicios, pedir medidas cautelares y un calendario de seguimiento. Si hay riesgo, salud mental y 024. Si hay delito, denuncia.
El ángulo asturiano: por qué nos compete a todos
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Economía emocional y demográfica: Asturias no puede permitirse perder talento adolescente por indefensión en las aulas. El coste humano y social es inasumible.
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Brecha territorial: en entornos rurales, silencio y proximidad pueden dificultar la denuncia; en áreas urbanas, el entorno digital amplifica el daño. Dos caras de la misma moneda que requieren respuestas distintas.
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Tejido escolar y concertado: Asturias combina red pública y concertada. El protocolo obliga a ambas. No puede haber zonas grises.
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Lección de Ainara: el Principado debe liderar un modelo de “tolerancia cero” medible y auditable. No bastan campañas: indicadores públicos y evaluación anual.
Qué se puede mejorar ya (propuestas concretas y medibles)
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Formación obligatoria y certificada cada curso para equipos directivos y tutores en detección temprana, ciberacoso y activación del protocolo.
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Auditoría anual de expedientes de acoso (muestra aleatoria por comarca) con indicadores públicos: tiempo medio de activación, medidas cautelares aplicadas en 48 h, derivaciones a salud mental, reincidencias.
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Unidad de ciberacoso (Educación-Interior) para retirada exprés de contenidos, conservación de evidencia y persecución del hostigamiento digital.
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Atención psicológica inmediata: bono-servicio o concierto para acompañamiento clínico desde el primer día de activación del protocolo, sin esperas.
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Plan aula-entorno: trabajo con testigos (romper la ley del silencio), agresores (reeducación, sanción si toca), familias (coparentalidad en la solución) y dinámicas de grupo (no basta “cambiar de clase”).
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Comités de convivencia con voz de alumnado y familias, y publicación trimestral de alertas y buenas prácticas.
Claves en 60 segundos
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Sandra (14): denuncias previas, sin protocolo activado; investigación abierta.
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Ainara (16, Asturias): protocolo sí, pero sin protección efectiva.
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Asturias 23-24: 469 denuncias → 146 casos con indicios. Aumentan ciberacoso y exclusión.
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Lección: activar es el inicio; proteger, acompañar y medir es la diferencia.
Recuadro útil (para recortar y guardar)
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Teléfono contra el acoso escolar (Ministerio): 900 018 018. 24/7, gratuito, anónimo.
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Línea 024 — “Llama a la vida”. 24/7 para conducta suicida (víctimas y familias).
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Emergencias: 112.
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Tres pasos básicos: 1) guardar pruebas (capturas, fechas, usuarios), 2) comunicar por escrito al centro y exigir activación del protocolo, 3) si hay riesgo, salud mental y 024 inmediatamente.
Mirar a otro lado también es una decisión
Lo de Sandra no es una excepción trágica; es el síntoma de un sistema que, demasiadas veces, llega tarde o llega a medias. Asturias tiene protocolo y tiene datos. Ahora tiene que tener, también, resultados: tiempos de respuesta medidos, víctimas acompañadas desde el minuto uno, y centros responsables ante su comunidad.
Porque entre un parte y una vida hay, a veces, una firma a tiempo. Y eso, aquí, no es negociable.