Mar Berjón, esposa de Toño Otero Toraño, fue trasladada al Hospital de Jove con una grave crisis nerviosa. Entre delirios de culpa, tensiones familiares y sospechas, su vida se ha convertido en el epicentro emocional del caso que mantiene en vilo a Asturias.
Un mes después del asesinato de su marido, el ganadero Toño Otero Toraño, el drama humano que rodea a su familia ha dado un nuevo y desgarrador giro. Mar Berjón, su viuda, ingresó el martes en la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Jove (Gijón) tras sufrir un brote psicótico que obligó a los médicos a sedarla de urgencia.
Según su entorno más cercano, la mujer llegó al hospital en estado de agitación extrema, intentando dar patadas “de kung-fu” a los médicos mientras gritaba que “tenía que haber defendido a Toño de los encapuchados”. Los facultativos le administraron medicación intravenosa y, tras varias horas de observación, autorizaron su alta con tratamiento ambulatorio y seguimiento psiquiátrico.
“Está completamente desbordada. Dice que ve a los dos hombres que mataron a Toño a todas horas, por la mañana, por la noche, incluso dentro del hospital”, explicó su hermana Magdalena, que la acompañó pese a que ambas mantenían una relación rota desde hacía semanas.
Un mes después del crimen, la herida sigue abierta
El 12 de septiembre, Toño Otero Toraño, de 60 años, fue asesinado a golpes en su casa de Cuevas del Agua (Ribadesella). Su esposa, Mar Berjón, relató a la Guardia Civil que dos encapuchados irrumpieron en la vivienda cuando ambos estaban en la planta baja. Según su testimonio, uno de ellos portaba una barra de hierro y “tenía perilla”.
La historia de los encapuchados se desmoronó a los pocos días. La Unidad Orgánica de Policía Judicial no encontró rastro alguno de su paso por la zona: ni huellas, ni grabaciones, ni testigos. Y cuando Magdalena, la hermana de Mar, rectificó su primera versión ante la Guardia Civil, el relato inicial quedó en entredicho.
“Yo no oí nada. Si hubiera bajado antes, quizá Toño estaría vivo”, dijo entonces. Su cambio de testimonio abrió una grieta familiar que ha marcado el curso del caso.
Del duelo al colapso mental
Desde la muerte de su marido, Mar Berjón vive entre el trauma y la sospecha. Su entorno asegura que apenas duerme, que ha desarrollado un trastorno obsesivo de culpa, y que repite una idea fija: “Si yo hubiera sabido defenderle, Toño seguiría vivo”.
Esa obsesión, sumada a la presión mediática y al deterioro de su situación económica tras la muerte de su esposo, ha derivado —según su familia— en delirios, alucinaciones y episodios de agresividad.
“No sabe si volverá a Cuevas. Dice que no puede estar sola allí, que oye pasos por la noche y que ve sombras”, relata su hermana.
El Hospital de Jove dispone de una unidad especializada en episodios agudos y fue allí donde Mar permaneció en observación varias horas, hasta que su estado se estabilizó. Los médicos le prescribieron medicación y recomendación de apoyo psicológico intensivo.
La investigación judicial: el caso sigue bajo secreto
La Guardia Civil mantiene abiertas varias líneas de investigación, aunque todo apunta a que el entorno más cercano de la víctima es ahora el foco principal. La instrucción sigue bajo secreto de sumario, y la jueza del caso ha ordenado diligencias forenses complementarias para reconstruir la secuencia exacta de la agresión y la posible participación de terceros.
Por el momento, no hay imputaciones formales, pero los investigadores buscan inconsistencias entre las declaraciones y las pruebas recogidas.
El entorno de la víctima admite que la tensión emocional y mediática ha sido insoportable, y que el deterioro mental de Mar podría influir en su credibilidad como testigo.
Los animales de la ganadería, incautados
Pocos días después del crimen, la Consejería de Medio Rural intervino la ganadería familiar al constatar un deterioro grave en el estado de los animales. Los inspectores veterinarios procedieron a retirar temporalmente el ganado por motivos de bienestar animal, en una medida cautelar que no tiene relación directa con el asesinato, pero que añadió otro golpe emocional y económico a la viuda.
“Para Mar, la ganadería era su vida —explican vecinos de Cuevas—. Cuando se los llevaron, fue como si se apagara del todo.”
Una mujer atrapada entre la tragedia y la sospecha
La figura de Mar Berjón se ha convertido en el epicentro emocional del caso. Pasó de ser la principal testigo de un crimen brutal a verse cuestionada, observada y finalmente quebrada.
Su historia es ahora la de una mujer al límite: viuda, señalada, sin red familiar sólida, con la mente desbordada por el dolor y la culpa.
“Esto la ha roto por dentro”, resume una vecina de Ribadesella. “Primero perdió a su marido, luego su casa, sus animales y ahora la cabeza.”
Las preguntas que siguen sin respuesta
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¿Existían antecedentes psiquiátricos previos al crimen?
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¿Podrá su estado mental influir en la investigación judicial?
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¿Es su relato producto del trauma o un intento desesperado de justificar contradicciones?
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¿Qué papel jugará su hermana Magdalena en el proceso?
Por ahora, solo hay certezas en lo humano: Mar Berjón está enferma, el caso sigue abierto, y el recuerdo de Toño se ha convertido en el centro de una espiral que mezcla crimen, dolor y locura.
Una historia que Asturias sigue con el corazón encogido
El crimen de Cuevas del Agua, que conmocionó a toda la región en septiembre, ha pasado de ser una tragedia rural a un retrato de devastación emocional.
La investigación continúa, y con ella, la incógnita sobre lo que realmente ocurrió aquella tarde en la casa de Toño y Mar.
Por ahora, solo una cosa parece clara: la verdad de lo que pasó sigue atrapada en la mente rota de una mujer que ya no distingue entre recuerdo y pesadilla.