El meta valenciano lidera el ranking de paradas de las cinco grandes ligas europeas y fue clave en la histórica victoria azul en Mestalla, 37 años después de la última
En Mestalla se vivió anoche una de esas noches que se recuerdan durante décadas. El Real Oviedo firmó una remontada histórica para vencer al Valencia (1-2), algo que no conseguía desde 1988. Y el héroe de la velada no fue un goleador, sino un portero: Aarón Escandell Banacloche, 30 años, natural de Valencia, que detuvo un penalti a Danjuma cuando el marcador era de 1-0 y sostuvo con sus manos la esperanza azul hasta que Luka Ilic y Salomón Rondón voltearon el resultado en apenas tres minutos.
La imagen de Escandell, llorando tras el pitido final, resume lo que significa para él y para el Oviedo: el premio a una carrera de constancia, sombra y trabajo silencioso, que hoy lo ha colocado en el escaparate europeo.
El portero que más para en Europa
Las estadísticas no mienten. Tras siete jornadas, Escandell acumula 38 paradas, más que ningún otro portero de las cinco grandes ligas europeas. Su porcentaje de acierto roza el 76 %, con 11 goles encajados, pero siempre con intervenciones de máximo impacto.
Nombres como Courtois, Ter Stegen, Oblak o Donnarumma no encabezan este ránking. Lo hace un guardameta que hace apenas tres temporadas militaba en Cartagena y que hoy defiende la portería del Oviedo con reflejos felinos y una capacidad de decisión que ha marcado directamente el rumbo del equipo.
“Es el premio al duro trabajo de todo el equipo, hemos competido y no se nos había dado. Hoy llegó la recompensa, también por los porteros que esperan su momento”, explicó emocionado tras el partido.
La noche de Mestalla: penalti, remontada y lágrimas
El guion parecía escrito para un triunfo valencianista: el Oviedo llegaba con tres salidas sin marcar un solo gol y un arranque de temporada con dudas. El Valencia se adelantó, dominaba y dispuso de un penalti para sentenciar. Pero ahí apareció Escandell.
La estirada al disparo de Danjuma cambió el partido: el Oviedo se rehizo y empató gracias a un cabezazo de Luka Ilic en un córner, aunque el serbio acabó expulsado poco después en una acción polémica. Y en la jugada siguiente, Rondón rompió una sequía de 13 años sin marcar en Primera, desde su etapa en el Málaga, y firmó un gol que desató la locura en la grada visitante.
Fue el primer triunfo a domicilio del Oviedo en la temporada, pero con un valor simbólico mucho mayor: vencer en Mestalla 37 años después y hacerlo con el sello de un portero que se vistió de gigante en su propia casa, la ciudad donde nació y se formó.
Un viaje de cantera y constancia
Aarón Escandell, nacido en Valencia en 1995, se formó en las canteras de Villarreal, Valencia y Málaga. Debutó en el fútbol profesional con el Granada, pasó por Cartagena y Las Palmas, y recaló en el Oviedo buscando continuidad. Hoy, con 30 años, ha encontrado su techo y, quizá, su mayor escaparate.
Su historia es la del portero que nunca se rindió, que esperó su oportunidad entre suplencias y cesiones, y que ahora, bajo el escudo carbayón, ha encontrado su lugar en la élite.
El valor de un portero decisivo
Los números dicen que el Oviedo ha encajado más de lo deseado en este arranque, pero también que sin Escandell estaría hundido en la clasificación. Sus manos han sostenido puntos en partidos que parecían perdidos, y su penalti detenido en Mestalla vale mucho más que una simple estadística.
En un fútbol dominado por los nombres de delanteros y mediapuntas, Escandell recuerda algo esencial: que hay noches en las que un portero cambia la historia de un equipo.
Oviedo respira, Europa mira
Con esta victoria, el Oviedo toma aire en la tabla y se aleja de la zona peligrosa. Pero más allá de los tres puntos, el foco está puesto en su portero. Escandell no solo lidera la clasificación de intervenciones en Europa, sino que ha colocado al Real Oviedo en los titulares internacionales.
Anoche, los azules ganaron algo más que un partido: ganaron un referente bajo palos, un líder silencioso y una razón para creer en que el equipo puede mirar hacia arriba.
Y en el viejo coliseo de Mestalla, entre lágrimas, Aarón Escandell lo resumió sin palabras: cuando un portero para un penalti y su equipo remonta, lo que ocurre ya no es fútbol. Es historia.