Por qué Rusia no ha logrado derrotar de momento a Ucrania: las 12 claves de una guerra que desafía las previsiones

Por qué Rusia no ha logrado derrotar de momento a Ucrania: las 12 claves de una guerra que desafía las previsiones

Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, el consenso internacional era que Kiev caería en cuestión de días. Tres años y medio después, el frente sigue abierto y ninguna de las dos partes ha logrado un desenlace definitivo. Este reportaje analiza las razones militares, políticas y estratégicas que explican por qué Moscú, pese a su superioridad en recursos, no ha conseguido una victoria total.

 

Un conflicto que desafía la lógica clásica de la guerra

El ejército ruso ha desplegado más de medio millón de efectivos, ha incrementado su producción militar y mantiene bajo presión gran parte del territorio ucraniano. Sin embargo, las expectativas iniciales de una campaña relámpago han quedado lejos de cumplirse. Ucrania, respaldada por Occidente, ha demostrado una capacidad de resistencia que ha sorprendido incluso a los analistas más optimistas.
Este reportaje desglosa doce claves que ayudan a entender por qué el Kremlin no ha logrado imponer sus objetivos estratégicos.

1. Sin superioridad aérea, no hay victoria rápida

La estrategia rusa se ha topado con un obstáculo básico: la falta de dominio aéreo absoluto. Las defensas antiaéreas ucranianas —modernizadas y desplegadas en capas móviles— han evitado que Moscú controle el cielo. Sin apoyo aéreo pleno, el avance terrestre se convierte en una operación costosa y lenta, con pérdidas elevadas de blindados y tropas. Este factor estructural ha sido decisivo para impedir una Blitzkrieg al estilo clásico.

2. Logística rusa: el talón de Aquiles

Desde la fallida ofensiva sobre Kiev en 2022, la logística rusa ha mostrado carencias crónicas: convoyes vulnerables, cadenas de suministro sobrecargadas y una estructura de mando burocratizada. Aunque Moscú ha aprendido sobre la marcha, la escala del conflicto y la corrupción interna siguen lastrando su capacidad de sostener operaciones rápidas y profundas.

3. Ucrania pelea en red: inteligencia y precisión

El ejército ucraniano ha transformado su manera de combatir gracias al apoyo occidental en inteligencia, satélites y sistemas de precisión. Golpes quirúrgicos a depósitos de munición, centros de mando y puentes logísticos han minado la operatividad rusa. Los lanzacohetes HIMARS, misiles ATACMS o Storm Shadow han equilibrado parcialmente la balanza, demostrando que la calidad puede contrarrestar la cantidad.

4. Guerra de drones y electrónica: un empate tecnológico

El uso masivo de drones baratos y la guerra electrónica han convertido el frente en un campo de batalla hipertransparente. Ninguna de las partes puede concentrar tropas sin ser detectada y castigada. Las líneas de avance se congelan, y las operaciones se vuelven más lentas y costosas. Los drones kamikaze, de reconocimiento y navales han cambiado la naturaleza de la guerra moderna.

5. El mar Negro dejó de ser autopista rusa

Ucrania ha logrado golpear severamente la Flota rusa del mar Negro con ataques a Sebastopol, bases navales y buques de guerra, utilizando misiles de crucero y drones marítimos. Moscú ya no puede operar con libertad en el sur, lo que ha dado a Kiev espacio para reabrir corredores de exportación de grano y ha reducido la presión anfibia sobre sus costas.

6. Fortificaciones y minas: el frente como muralla

Ambos bandos han sembrado cientos de kilómetros de campos de minas y han construido extensas líneas defensivas. El resultado es un frente inamovible, donde cada kilómetro conquistado puede costar semanas o meses de combate. El terreno, los ríos y las ciudades arrasadas refuerzan el carácter estático de la guerra, favoreciendo la atrición sobre las ofensivas rápidas.

7. Movilización rusa limitada: cálculo político

Aunque Rusia ha reclutado a cientos de miles de soldados, el Kremlin evita una movilización general total por el riesgo político que implicaría. Prefiere una estrategia de rotaciones, incentivos salariales y reclutamiento en regiones periféricas. Esta política asegura el sostenimiento del conflicto, pero limita la capacidad de desplegar una fuerza masiva capaz de romper el frente.

8. Industria militar en aumento, pero sin milagros

Rusia ha incrementado significativamente su producción de artillería, tanques y misiles, pero no a un ritmo suficiente para garantizar una victoria total. Mantener esta maquinaria de guerra exige un gasto público desorbitado, deuda interna creciente y la reconversión de su economía. Moscú puede resistir, pero aún está lejos de lograr un golpe final.

9. Resiliencia ucraniana y apoyo occidental

Ucrania ha demostrado una resiliencia extraordinaria. A pesar de sufrir ataques masivos a infraestructuras críticas, Kiev ha mantenido su estructura de mando y abastecimiento. El flujo de armamento y financiación occidental ha sido clave para sostener la guerra y evitar el colapso. Entrenamientos en Europa y EE.UU. han convertido a las fuerzas ucranianas en un ejército moderno en plena guerra.

10. Costes rusos desproporcionados

Las ganancias territoriales de Rusia, aunque reales, han llegado a costa de tasas de bajas muy altas y enormes pérdidas materiales. Cada ciudad conquistada, como Bajmut o Avdivka, ha requerido meses de desgaste. El esfuerzo logístico y humano mina la capacidad de Moscú para sostener ofensivas sucesivas.

11. Escalada contenida: límites autoimpuestos

El Kremlin mantiene una estrategia de escalada controlada: evita ataques masivos directos a países de la OTAN o el uso de armamento no convencional que podría desencadenar una guerra regional. Esto limita las opciones de emplear medidas extremas para acelerar el conflicto.

12. Ofensivas que no cumplen expectativas

Cada año, Moscú anuncia grandes ofensivas que supuestamente decidirán la guerra, pero los resultados han sido avances limitados. La guerra de Ucrania es un ejemplo clásico de “conflicto de atrición”, donde el poder industrial y logístico a largo plazo pesa más que los golpes rápidos.

Un conflicto que reescribe el manual militar

Lejos de una guerra relámpago, el conflicto en Ucrania ha revelado las limitaciones de la maquinaria militar rusa y la capacidad de resistencia de un país respaldado por Occidente. La lucha no se libra solo en el frente: los drones, la inteligencia, la logística y la economía son armas tan decisivas como los tanques.

Rusia puede seguir avanzando lentamente, pero está lejos de una victoria total. Ucrania, pese a su tamaño y menor población, ha sabido explotar cada vulnerabilidad rusa para mantenerse en pie.
El resultado es una guerra prolongada, con un equilibrio inestable que redefine la estrategia militar contemporánea y muestra que, en pleno siglo XXI, el tamaño no lo es todo.

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