Del Estatuto a la bandera: los símbolos que hacen latir a Asturias

Del Estatuto a la bandera: los símbolos que hacen latir a Asturias

Mañana, 8 de septiembre, Asturias se mira al espejo de su historia. Es el día grande del Principado, la fecha que une tradición, fe y autogobierno, y que convierte cada rincón de nuestra tierra en un homenaje a quienes la hicieron posible. Pero detrás de gaitas, sidra y espichas, hay algo mucho más profundo: tres símbolos que cuentan quiénes somos y de dónde venimos. La bandera azul con la Cruz de la Victoria, el himno oficial Asturias, patria querida y el Estatuto de Autonomía de 1981 son el ADN cultural y político de esta tierra.

La bandera azul y dorada: un pedazo de historia ondeando al viento

Quien levanta la mirada y ve ondear la bandera de Asturias contempla mil años de historia. Su color azul intenso y su Cruz de la Victoria en amarillo, con las letras griegas alfa y omega colgando, no son mero adorno. La cruz, joya de la orfebrería medieval, fue donada en el año 908 por el rey Alfonso III a la Catedral de Oviedo. La tradición dice que recubre la cruz de madera que Don Pelayo portó en Covadonga, convirtiéndose así en símbolo de resistencia y fe.

El diseño actual está regulado al detalle: la cruz va desplazada hacia el asta, las letras mantienen su orden iconográfico original y existe incluso una versión de gala, confeccionada en seda con la cruz de oro. No es solo una bandera: es un relato en tela, el estandarte de un pueblo que guarda su identidad con precisión casi artesanal.

Asturias, patria querida: el himno que cruzó mares

Hay canciones que son más que música; son memoria colectiva. Asturias, patria querida, oficial desde 1984, nació como canto popular y viajó con los emigrantes hasta convertirse en un emblema. Su melodía tiene ecos de viejas canciones mineras y su letra se popularizó en Cuba, donde músicos asturianos y descendientes la convirtieron en himno no oficial mucho antes de que el Principado la reconociera.

Hoy se canta en castellano o en asturiano, en estadios, plazas y teatros, pero también en Buenos Aires, La Habana o Bruselas. Es imposible no emocionarse cuando suena: resume la nostalgia de quienes se fueron y el orgullo de quienes se quedaron.

El Estatuto de 1981: el día que Asturias alzó la voz

El 1 de enero de 1982 entró en vigor el Estatuto de Autonomía, aprobado en 1981. Fue más que una norma: significó dar voz propia a Asturias en la España democrática. Gracias a él, el Principado pudo legislar y decidir sobre su cultura, su lengua, su economía y su patrimonio, protegiendo símbolos y reconociendo a la diáspora asturiana, a la que la ley otorga el derecho de mantener la asturianía allí donde se encuentre.

Reformado en varias ocasiones, el Estatuto sigue siendo la columna vertebral de nuestra identidad política. Sin él, Asturias no tendría el nivel de autogobierno que hoy permite diseñar su futuro con sello propio.

Símbolos que no son solo símbolos

Estos tres emblemas son más que protocolos y ceremonias: son la memoria viva de Asturias. La bandera nos recuerda que somos herederos de una historia milenaria; el himno, que la identidad asturiana es tan fuerte que cruzó océanos; y el Estatuto, que decidimos escribir nuestra propia historia en democracia.

Cuando mañana ondeen las banderas y suene la gaita, cada asturiano, viva donde viva, sentirá que lleva Asturias en el corazón. Y eso es lo que nos hace únicos: ser pocos, pero estar en todas partes; ser pequeños en mapa, pero inmensos en legado.

Porque Asturias no se explica solo: se canta, se lleva en el alma y se defiende cada día.

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