La multinacional química anuncia la venta global de su negocio de aramidas a Arclin. En Asturias, 300 empleos pasarán a manos de otra empresa mientras DuPont asegura que mantendrá su centro de servicios como activo estratégico. Los sindicatos temen pérdida de influencia y deslocalización.
DuPont ha querido tranquilizar a su plantilla asturiana, pero el anuncio de la venta de las dos plantas de Nomex del complejo de Tamón a la multinacional Arclin marca un antes y un después. La compañía, con más de 60 años de historia en la región, asegura que Asturias seguirá siendo clave para su futuro, pero los cambios que se avecinan dibujan un escenario inquietante: la mitad de sus trabajadores en la región pasarán a depender de otra empresa, mientras el centro de servicios que se queda en DuPont ve cuestionado su peso estratégico frente a las sedes de Barcelona y Tarragona.
Una operación global que mueve millones y personas
El acuerdo, valorado en 1.800 millones de dólares, incluye 1.200 millones en efectivo, un pagaré de 300 millones y una participación minoritaria de DuPont en Arclin. El traspaso de toda la división de aramidas, que incluye fibras icónicas como Kevlar y Nomex, afectará a 1.900 empleos en todo el mundo. En Asturias, el impacto es directo: de los 640 trabajadores actuales, 300 pasarán a Arclin, mientras que el resto se mantendrá bajo el paraguas de DuPont en el centro de servicios compartidos, especializado en finanzas, recursos humanos, compras y gestión corporativa.
Asturias: nodo industrial en la cuerda floja
El complejo de Tamón, donde DuPont lleva décadas invirtiendo —63 millones de dólares en 2018 para ampliar la producción de Nomex—, no quedará vacío: seguirán operando empresas como Corteva, Magnera, Celanese y Qnity (Electronics), además de la propia Arclin. Sin embargo, la reconfiguración de entidades legales bajo los nombres PSP Asturias y PSP Ibérica ha encendido las alarmas en el SOMA, el único sindicato con representación en el comité de empresa.
Los representantes sindicales temen que, con la nueva estructura, decisiones clave se trasladen a Cataluña (donde DuPont ya tiene oficinas y planta) o incluso a Estados Unidos, sede de Arclin, lo que debilitaría la posición de Asturias como centro neurálgico.
Garantías… y letra pequeña
DuPont insiste en que seguirá confiando en el talento asturiano:
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Centro de servicios como activo estratégico: La compañía recalca que las capacidades demostradas en Asturias para gestionar procesos de fusiones y adquisiciones (M&A) serán esenciales para su crecimiento.
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Continuidad operativa: Arclin asumirá la gestión de las plantas sin cambios inmediatos en producción.
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Transición escalonada: La venta se cerrará en el primer trimestre de 2026, tras un año de integración y ajustes societarios.
Pero más allá de los mensajes corporativos, la plantilla sabe que la propiedad cambia y con ella el poder de decisión. Lo que hoy se presenta como una operación de “crecimiento global” podría traducirse mañana en pérdida de influencia local.
Un gigante en transformación, una Asturias en guardia
La venta a Arclin llega en plena estrategia de reordenación de DuPont, que ya ha anunciado la separación de su división electrónica bajo el nombre Qnity, prevista para noviembre. La multinacional, que fue motor de industrialización en Asturias durante el siglo XX, se centra ahora en negocios de mayor rentabilidad, externalizando divisiones enteras.
En este contexto, el papel de Asturias depende de su capacidad para retener talento y garantizar inversión en sus instalaciones. La región pasa de ser “planta insignia” a pieza de un conglomerado internacional con nuevas prioridades.
Lo que está en juego
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Empleo directo: 300 trabajadores bajo nueva propiedad, 340 en DuPont.
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Poder corporativo: Riesgo de traslado de decisiones estratégicas fuera de Asturias.
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Inversión futura: Dependerá de los planes de Arclin y de que DuPont mantenga su centro de servicios como referente global.
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Cadena auxiliar asturiana: Cientos de empleos indirectos que dependen de Tamón esperan certezas.
Asturias, de corazón industrial a tablero de ajedrez global
La venta de Nomex no es solo un movimiento empresarial: es una señal de cómo las multinacionales gestionan sus activos. Asturias, que vio nacer en Tamón una de las fábricas más emblemáticas de Europa, ahora se enfrenta a la incertidumbre de decisiones tomadas a miles de kilómetros. DuPont promete estabilidad y oportunidades; los sindicatos piden compromisos claros y garantías de que el “centro estratégico” de Asturias no será solo un eslogan corporativo.
El futuro de Tamón y de cientos de familias asturianas dependerá de que esa promesa se cumpla.